Las series de instrucciones para resolver un problema, o para realizar una acción para el cumplimiento de un objetivo preciso, los algoritmos, forman parte fundamental del arsenal de los maestros de ajedrez. Muchos me han preguntado sobre los algoritmos principales.
Por supuesto que el básico es el de seleccionar una jugada en una posición dada, durante la partida y que utilizamos prácticamente cada vez que jugamos, aunque algunas veces se simplifique gracias a la intuición o a la reiteración en situaciones poco cambiantes.
Este algoritmo de elección o selección de jugada a realizar, esta a su vez, en cada etapa, constituido por mini algoritmos o sub algoritmos como los llaman algunos autores.
Todos estos algoritmos son un método en si, pero conforman un gran método que es determinado en gran parte por la “filosofía” particular del diseñador o proponente.
En la Escuela Soviética estos algoritmos fueron cambiando con aportaciones de aquí y de allá, algunos bautizados o rebautizados de acuerdo a modas y épocas, como el algoritmo de Schlechter que luego se llamó de Levenfisch por el MI Sarapu en una serie de artículos en la lejana Nueva Zelandia; o el Método de Purdy que en realidad era la estructuración formal de un algoritmo que seguía Capablanca pero que no había esquematizado en pasos y palabras como Purdy lo hizo, pero que el genial cubano seguía, no a partir de una intuición nata, como afirmaban muchos, sino por un trabajo arduo en el ajedrez, acumulado desde la infancia. El querer afirmar que Capablanca jugaba ajedrez por don divino (como claro se hacen finalmente todas las cosas), y no por auto desarrollo, me parece que tiene alguna connotación especial, como la de afirmar que las pirámides egipcias, mayas y teotihuacanas fueron construidas por extraterrestres y no por los grupos étnicos que habitaban esos lugares.
El caso es que Morphy, Capablanca e incluso Carlos Torre, a quienes se les considera que tenían un gran talento nato, poseían sus “algoritmos” para realizar sus jugadas y estos pueden deducirse gracias a sus artículos y escritos. Morphy tan lo tenía, que al analizar sus partidas y comentarios, Steinitz pudo desarrollar un sistema muy completo, como Platón lo interpretó de las palabras de Socrates y Aristóteles lo legó al mundo interpretando el de sus dos enormes predescesores.
En el caso de Carlos Torre, aparte de lo que nos transmitió en vida a algunos de sus asiduos oyentes, principalmente el siempre bien recordado Carlos Manzur, en su serie de artículos en el “Boletín de Ajedrez de Zacatecas” y en la revistas “64” de Rusia en 1925, 1926 y 1927; más las numerosas partidas que comentó para el American Chess Bulletin de Herman Helms en los años 1924 y 1925; se podría formar voluminoso libro sobre su manera de pensar y los algoritmos para analizar partidas. He examinado cientos de las partidas de otros comentadas por Torre, así como las propias partidas que él comento, como en el “Desarrollo de la Habilidad en Ajedrez” y en el Boletín de Zacatecas, así como las notas que para el libro que se iba realizar con apoyo del Dr. Zesatti y del Dr. Fruvas, y que quedaron en el tintero al no realizarse el regreso al ajedrez magistral entre 1935 y 1937, al perderse el apoyo gubernamental en el período en que el Gral. Calles fue expulsado por el Gral. Cárdenas; lo que significó que la estructura vertebral de la Federación Mexicana de Ajedrez “emigrase” del país acompañando a Calles, principalmente el Gral. Joaquín Amaro, presidente federativo, y el ajedrez mexicano paso de una época dorada de gran apoyo oficial en que el ajedrez se difundía en escuelas y se participaba mucho internacionalmente, a una existencia sin apoyo decidido que duró hasta 1972, donde a raíz de ganarse un Campeonato Centroamericano y del Caríbe, el fundador de la nueva Federación Nacional de Ajedrez, el Sr. Manuel Vega, con intervenciones del Lic. Eduardo Tonella, el Lic. Raúl Solorzano, el escritor celebre Juan José Arreola y el Maestro Alejandro Baéz Graybelt, lograron que por fin el gobierno asignase un presupuesto al ajedrez, aunque nunca de los montos de los que se dieron entre 1930 y 1934 con el apoyo del Gral. Amaro.
El caso es que el libro “grande” de Torre quedó sin publicar y la familia zacatecana del Dr. Zesatti lo guardó a la muerte de este, durante décadas. Por allá de 1973, el Lic. Joaquin Medina Zavalía, que fuese secretario de gobierno durante la gubernatura del Gral. Pamanes Escobedo, ambos admiradores de Carlos Torre, además de que Medina era un fuerte maestro, competidor en los torneos internacionales de México de 1932 y 1935, donde se enfrentó a los Grandes Maestros Alekhine, campeón mundial entonces, Isaac Kashdan, Reuben Fine, Arthur Dake y el MI Herman Steiner, que también fueron campeones mundiales, aunque por equipos; pretendió reunir manuscritos, colecciones del American Chess Bulletin, ejemplares del Boletín de Ajedrez de Zacatecas de 1925, 26 y 27; para conformar el esperado libro. Se sacaron copias que circularon aquí y allá, pero la colección completa se fue perdiendo y luego hubo que tratarla de reconstruir, lo que a mi me pareció imposible en aquel año de 1973 cuando la tarea, por ser entonces Secretario de la Federación Nacional de Ajedrez de México, cayó en mis manos. El caso es que hubo luego un segundo intento en los años 80s cuando además de ser Vicepresidente de la Federación, coordinaba el Programa Nacional de Ajedrez de la SEP, pero al ver que no se juntaba el material suficiente para hacer un manual de instrucción de ajedrez en base a las ideas y “algoritmos” de Torre, decidimos el GM Marcel Sisniega y yo, reeditar el “Desarrollo de la Habilidad en Ajedrez” para que en más de 10 mil ejemplares se conociera por todo México, pues de las ediciones originales de 1926, de solo 500 ejemplares, solo sobrevivían una docena de ejemplares.
Después de examinar los algoritmos que usaba Torre, no diferían en nada de los que ya, a partir de 1935, se utilizaban en la URSS, resultando ya para 1945, los soviéticos, mucho más completos y mejores. Máxime que Torre en 1925 ya manifestaba que había perfeccionado los suyos gracias a su colaboración con Rockhlin cuando escribió “El Desarrollo de la Habilidad en Ajedrez”. Ya entonces no tendría mucho caso publicar un tratado con las enseñanzas de Torre, pues eran similares a las ya muy difundidas en la URSS hace más de 70 años.
Pero una cosa estaba clara, el GM Carlos Torre Repetto jugaba más a base de desarrollo por esfuerzo que por talento natural, ya que aunque lo tenía en alto grado, tenía una capacidad de trabajo muy grande, como lo atestiguaron en su tiempo los que laboraron con él en “American Chess Bulletin”. Muchos de sus contemporáneos, sobre todo los que jugaron con el en el famoso Western Open de 1925, que es cuando se considera al GM Carlos Torre vencedor del US Open, como muestran los registros de la Federación de Ajedrez de los Estados Unidos, elogiaban sus conocimientos “producto del esfuerzo y perseverancia en el propósito”•, como dicen en la columna de Thorfelsen en Nueva York, al comentar el triunfo del gran maestro yucateco.
Esfuerzo enorme, y mala asesoría psicológica, fueron factores en el retiro de Carlos Torre tras su frustración en Chicago 1926, cuando sufrió lo que todos consideraron una injusticia y un mal trato, además de crear un verdadero “complot” en la fabricación de acusaciones para hundirlo y finalmente derivó en la llamada “Leyenda Negra de Carlos Torre”.