El apóstol Pedro caminó un poco sobre el agua antes de comenzar a hundirse. Las escrituras lo expresan claramente: “Cuándo vio el viento soplar tempestuoso, tuvo temor y en ese instante comenzó a hundirse”. ¿Por qué vio el viento? ¿Por qué se hundió? Obviamente porque apartó sus ojos de la meta, que era Jesucristo.
(Extracto de la Exégesis de San Pablo, por Cardenal Garibi).