Evitar errores en ajedrez es sumamente laborioso. Requiere un gran esfuerzo que agota terriblemente. Uno emprende todas esas tareas por el deseo de ganar. Ese deseo no se satisface con la ganancia de la partida, sino con el goce de ir ganando la partida. La emoción que da jugar ajedrez, con una cierta incertidumbre, aunque sea mínima, de si ganaremos, perderemos o haremos tablas, da un placer inmenso que se une al muy sutil de sentirnos pensando. Conforme más socializable es el ganar, mayor motivación se puede crear para poner en marcha ese enorme número de pequeños motorcitos que trabajan para ganar en cada componente del triunfo en el ajedrez.
Esos motorcitos necesitan una alimentación que solo pueda darla la motivación autentica, que es la que se produce cuando realmente sabemos lo que deseamos, cuando se responde realmente a lo que somos.
Pero esta motivación se construye a base de suministrar a nuestra mente de pensamientos positivos y limpios de la basura que circunstancias y opiniones externas tratan de introducir en nuestro banco continuamente.
Este banco de pensamientos positivos, generadores de actitud positiva tiene en realidad el efecto de ser un banco de inversiones contra el error en ajedrez.
Motivación creado de actitud positiva, genera un esfuerzo lo suficientemente poderoso para disminuir en grado sumo la desatención y el descuido, y por lo tanto la posibilidad del error disminuye totalmente.