Una de las ideas al crear este blog era el orientar a organizadores para crear cursos de ajedrez, talleres, seminarios, escuelas y por supuesto para hacer eventos como torneos y festivales.
La mayoría de los lectores que se comunican conmigo están interesados en inscribirse a mis cursos o adquirir material, ya sean libros en PDF, o archivos en formato Chess Base, videos o software para entrenar o estudiar ajedrez. Sólo en seis ocasiones en los últimos años me han solicitado haga una planeación de un evento, con cuaderno de cargos, directorio de jugadores, creación de sitios webs, perspectivas de financiamiento, plan de negocios, gestión de patrocinios en especie, negociación de precios y reservación de hoteles y alimentación, etc.; y afortunadamente en cuatro de los seis se consiguieron más del 120% del fondo que se esperaba y sólo en uno no se alcanzó el 100% (se logró el 97%), y en todos la ganancia económica fue de arriba del 18%, y en los seis obtuve un sucess fee superior al 33% del monto por el que inicialmente me habían contratado. Sólo dos se realizaron en México y estos estuvieron entre los más exitosos, a pesar de ser realizados para un sector cerrado de jugadores (campeonatos sindicales), y no de población abierta; aunque colaboré en cuatro eventos abiertos en la Delegación Iztacalco en 2010, pero de un solo día. Con esa delegación participe en la organización de un evento cultural ajeno al ajedrez, que se esperaba una asistencia numerosa, pero se rompieron todas las expectativas y participaron casi el doble de lo esperado. Desgraciadamente no había sucess fee, pues hubiera ganado un buen monto adicional.
El caso es que en varios eventos en que recientemente realice algunos experimentos de enseñanza de ajedrez, observe una serie de fallas que eran fácilmente solucionables y que hubieran mejorado mucho las condiciones de juego y habrían mejorado en mucho la asistencia a los eventos y las ganancias económicas para los organizadores.
Estaba yo más concentrado en los experimentos sobre ajedrez, pues trataba de probar ciertos métodos para jugar en condiciones, digamos por lo menos un poco incomodas; pero no pude dejar de observar que el nivel de organización de torneos de ajedrez en México ha bajado mucho en calidad respecto a 2005 y 2006, que fue el año en que jugaba frecuentemente en el circuito mexicano de Ajedrez. Resulta paradójico que existiendo fondos y patrocinios mucho mayores en 2007, 2008, 2009 y 2010; los eventos fueran hechos con más descuido y ha crecido una familiaridad acrítica entre los jugadores que participan en los eventos, casi sin darle importancia a la baja calidad de las condiciones de juego.
Por curiosidad coleccione las convocatorias de los eventos de ajedrez en los últimos cinco años, y se ve que no siguen los modelos exitosos de otros países, como por ejemplo, los Estados Unidos y las comparé con convocatorias de otros países iberoamericanos y se ve un claro atraso, más aún, con los premios, y la cantidad de asistentes. Nada por citar a dos países, los eventos convocados y realizados en Perú y Colombia en 2010 fueron más exitosos desde el punto económico que los realizados en México. Los jugadores ganadores obtuvieron mucho mejores premios, los organizadores obtuvieron más inscripciones y seguramente mucho más dividendos, si bien el nivel de jugadores, basado en el Elo internacional, fue superior en los torneos mexicanos, gracias a la intervención de jugadores extranjeros muy fuertes.
Basta hacer un análisis de costos probables para suponer que los organizadores de otros países están superando ampliamente a los mexicanos como empresarios. Excepto en un par de eventos en que no fue importante lo que entraba de dinero de inscripciones, sino estaban respaldados en un 80% por patrocinios muy grandes, pero es de suponerse que ahí el negocio era la corrupción. Basta ver la rendición de cuentas que se hizo en Internet con precios muy inflados, como unas pantallas de LCD para pasar las partidas al público que las cargaron con un costo de $32 000.00, el triple de su costo normal en el comercio minorista, máxime que por su cantidad se debía haber conseguido un precio con descuento. Pero de la obra sobra. Esos casos no interesan, pues fueron para pegarle al presupuesto con pretexto del ajedrez. Lo que verdaderamente hay que buscar es adaptar bien los modelos exitosos a México para tener más eventos que dejen dinero y estimulen a los aficionados a organizar eventos de ajedrez a que hagan más competencias y así se mejore, con más actividad, la vida ajedrecística nacional. Es importante que los organizadores sepan hacer un plan de negocios.
Me llegó la copia de un curso reciente y en la sesión en que se habló de organización de eventos y manejo de lo que se entiende por plan de negocios, el tema estaba mínimamente tratado. Solo se planteaban algunas ideas, pero ni siquiera pusieron un cuaderno de cargos completo, sino simplemente la fracción que fue publicada en Internet, que se concretaba a cuantas mesas, sillas y computadoras se requerían para hacer un pequeño torneo de ajedrez, y hasta ahí. Todo ello conduce a la conclusión de que si hay deficiencia en la capacitación de entrenadores, la cosa está crítica entre los organizadores. Hay sus excepciones, y habría que hacer algunos reconocimientos, pues también hay que considerar que por lo general se dedican a otra cosa y sólo eventualmente realizan un evento y sin mucho apoyo o ayuda de los que debieran ser colaboradores voluntarios. Pero si debieran dejarse echar la mano, pero las solicitudes de asesoría en ese aspecto han sido prácticamente nulas. Mientras tanto, si uno quiere participar en un evento, debe no ser muy exigente y esperar en que se sufrirán algunas molestias por defectos de organización fácilmente subsanables y ser tolerante tomando en cuenta que las cosas se hacen un poco mal, pero se actúa con buena fe.
Son memorias del subdesarrollo, ha habido épocas con organizaciones muy buenas y otras con muy malas, es como ciclos, una rueda de la fortuna, donde a veces la calidad esta a la alza y a veces hasta bajo, casi tocando fondo. Esta vez se ha prolongado muchos años, pero no hay que perder la esperanza.