Existen modelos exitosos de
cómo el ajedrez se debe promover en un país y los efectos beneficiosos de que
así se actué
Tras del Torneo
Internacional de Moscú en 1925, el Gobierno soviético emprendió un verdadero
movimiento de promoción masiva del ajedrez y al mismo tiempo un plan de acción
para crear sistemas para que a los ajedrecistas de mayor nivel apoyarlos e ir
creando una escuela de máximo desempeño aprovechando avances que se habían
realizado en las técnicas de enseñanza.
Cada paso de ambos
programas, el de movimiento masivo y el de máximo desempeño, estaba
cuidadosamente planificado, con estudios previos y presupuestos acopiados; de
una manera similar a como se estaba trabajando para la preparación militar y
laboral del estado soviético.
Todo esto quedó bien
documentado, si bien se mantuvo en resguardo cuidadoso para que solo los
principales involucrados y los máximos dirigentes pudieran vigilar el
cumplimiento de esos proyectos.
Ahora, tras más de 80 años
del inicio y 20 años del final del estado soviético, tal documentación está prácticamente
accesible y es un modelo inspirador, informativo y totalmente reproducible si
existe una voluntad política para hacerlo, en esos mismos campos, el educativo,
el laboral, el militar y , por supuesto, el ajedrecístico y deportivo.
Pero en lugar de estudiar la
historia y ver lo que de ella se puede aprender, muchos prefieren empezar de
cero y desperdiciar modelos y experiencia.
Por ello se ven generaciones
y generaciones de jóvenes ajedrecistas, y unos no tan jóvenes, que se van
desperdiciando, con logros menores a los que se pudiesen lograr. Es como un
robo a tanto talento que hay por ahí. Se ha mediatizado la educación, solo por
no decidirse a estudiar los modelos y adaptarlos a la época actual donde las
ventajas de la informática pueden potenciarlos al máximo.
Pero fuera de Nuestra
América, si los aprovechan y la brecha se va haciendo más grande, sobre todo a
nivel de los jugadores de edad madura, pues los muy jóvenes, a base de talento
y esfuerzo, antes de los 20 años se mantienen en la carrera codo con codo,
aunque, casi sin notarse, se va creando la brecha a causa de que su desarrollo
esta mal cimentado por falta de “academia”, desarrollo planeado.
En los mundiales juveniles
vemos muchos casos en que logran buenos lugares los jugadores de Nuestra
América, para luego, poco a poco, en los niveles entre los 20 y los 30 años, se
va haciendo una diferencia marcada, debido a los malos fundamentos, a una
sociedad y un entorno poco favorable, o al menos, digamos, menos comprensivo.
¡Es tan fácil remediarlo!
Pero se prefiere ignorar la historia. Había que voltear a ver a Botvinnik, como
me lo recomendaron los viejos entrenadores de San Petersburgo, y ver como se
crearon las escuelas de donde los Yusupov, los Dolmatov , los Panchenko y los
Dvoretskys florecieron…
Pero preferimos ver a
nuestros otrora jóvenes promesas convertirse en adultos frustrados y, en los
peores de los casos, amargados y viciosos.