17 may 2014

A la Nakamura o a la Carlsen, diagnósticos a base de estadísticas.


Conocerse a si mismo ha sido siempre la fórmula para iniciar el camino del éxito y la preocupación de mentores y entrenadores.
Medir y diagnosticar cada uno de los aspectos que conforman lo que es un jugador exitoso fue preocupación de los primeros entrenadores al inicio de los programas masivos del ajedrez soviético para lograr avances en las vertientes de cantidad y calidad.
Antes de las computadoras los exámenes a base de tests  y las evaluaciones de las partidas jugadas por los niños y jóvenes que jugaban ajedrez en la URSS era un trabajo monumental de los entrenadores. Había que valorar cada jugada y establecer por promedios la calidad de los desempeños en los torneos de los jugadores a cargo de los entrenadores para observar si había avances y retrocesos. Cuando el Dr. Elo trabajo con su propuesta de calificar a los jugadores con ratings alivió en mucho ese trabajo, pero sus medidas no eran suficientes pues se basaba en el resultado deportivo de las partidas, no en medir la creatividad de los jugadores. A cada jugada había que sacarle un rating y de todas maneras era un trabajo enorme. Tests y tests, discusiones de los entrenadores para valorar cada jugada de los pupilos, y establecer que contenidos de clases y que ejercicios rendían frutos y ver cuál era las razones de los progresos y retrocesos. Prueba y error constantes durante 70 años, hasta que las computadoras fueron aliviando el trabajo.
Ahora contamos con software que hace valoraciones de cada jugada, tales como Chess Hero, Lucas y otros programas que con engines como Houdini, Rybka y Fritz permiten dar una calificación a cada jugada, promediar esas calificaciones para establecer el desempeño de cada partida, luego juntar todas esas medidas en cientos de partidas jugadas por un grupo de niños.
Ahora en 2014 es posible valorar como jugaban los niños de doce años en 1980, como lo hacían en 1981, 1982 y así. Se han hecho cálculo de desempeños de decenas de años, comparando y viendo si avanzan o retroceden o se estancan cada jugador y cada grupo etario de jugadores sin que sea un trabajo monumental como era de 1925 a 1992 en que en la URSS se realizaba. Un entrenador actual, con la informática aplicada al ajedrez puede hacer sus estadísticas personales y valorar miles de partidas de grupos de cientos de niños y jóvenes en un par de horas.
Se puede establecer, por ejemplo, la calidad de los niños de 12 años en México en 1996 y compararlos con la calidad de los niños de 12 años en 2014.
Así se puede afirmar que de 1996 a 2014 los desempeños bajaron en un 18% y que de 2008 a 2014 los desempeños se despeñaron en 23%. Luego establecer el porqué.
Desgraciadamente solo se puede hacer en base a partidas anotadas y muchas partidas jugadas en torneos con ritmo más rápido de 1 hora por jugador para reflexión no se pueden valorar porque nadie las registro. En casos especiales se consiguen unos cuantos cientos de partidas entre 2008 y 2014 de partidas rápidas, de esas de 5 minutos, blitz por jugador, o de 20 minutos  y etcétera, lo que no permite establecer con bases sólidas si en esos ritmos se ha mejorado o no, pero en general creo que los niños juegan mucho mejor el blitz en 2014 que lo que jugaban los niños de la misma edad en 2008, o sea lo contrario que en el desempeño en ajedrez “clásico”, donde si se puede afirmar que hay retroceso, En conclusión los niños de 2014 juegan mucho mejor al blitz que en 2008, mientras en el clásico es lo contrario.
Pero si el valor educativo del ajedrez se considera principalmente que es enseñar y habituar a pensar, en tomar decisiones reflexionadas, quiere decir que si los desempeños en ajedrez “clásico” bajan, el impacto educativo es menor que antes.
¿Queremos que jueguen bien el ajedrez rápido, el blitz, como lo hace el líder en esos ritmos Nakamura, o queremos que jueguen bien el ajedrez “clásico” donde el líder es Carlsen?
Si el ajedrez ha de ser instrumento educativo la respuesta es fácil, queremos que jueguen como el modelo Carlsen.
Nakamura es muy bueno en ajedrez “clásico” y por lo general los muy buenos jugadores en ajedrez “clásico” son buenos también en blitz y los jugadores muy buenos en blitz no siempre son buenos en ajedrez “clásico”.
En los torneos blitz de México vemos constantemente triunfar jugadores que no mantienen triunfos constantes en ajedrez “clásico”. Es común que en torneos blitz que participan varios Maestros Internacionales con ratings de ajedrez clásico entre 2100 y 2400 estos sean superados por jugadores de 1900 a 2100 de rating en “ajedrez clásico”. Muchos jugadores en la historia, como por ejemplo el maestro Chepukaitis, vencía en blitz a campeones y excampeones mundiales que en ajedrez “clásico” vencían con facilidad a Chepukaitis.
Así lo mismo Nakamura no vence a Carlsen en ajedrez “clásico”, aunque innegablemente se le acerca bastante, gracias a su gran talento, pero Nakamura admite que tiene que usar un estilo en bullet o blitz muy diferente al que usa en ajedrez “clásico”. Tanto Nakamura en su libro sobre “Ajedrez Bullet” como Chepukaitis en su libro sobre blitz concuerdan que el ajedrez rápido no es realmente ajedrez, sino una variante similar. Así lo advierten al lector al inicio de sus respectivos libros: El ajedrez rápido no es ajedrez estrictamente hablando, lo advierten y lo reiteran claramente, esperando que nadie se confunda.
Pero se confunden algunos. Todos esas versiones de ajedrez, incluyendo el “bughouse” son válidas en la promoción del ajedrez, pero no en el desarrollo de la habilidad en ajedrez, como ya lo apuntaban los grandes maestros Carlos Torre Repetto y José Raul Capablanca hace casí un siglo.
Cuando se habla de ajedrez educativo no se puede hablar de blitz, pero si se trata de masificar y popularizar el ajedrez, el ajedrez social si.
Los encargados del ajedrez “social” si pueden utilizar como herramienta el ajedrez blitz, los encargados del ajedrez educativo solo pueden usar el ajedrez blitz con mucha medida y cuidado, pues puede ser en exceso muy dañino para el desarrollo mental del niño o joven como ajedrecistas serios.
El ajedrez puede ser dañino si contribuye a formar hábitos de jugar impulsivamente, de tomar decisiones de manera superficial, Por eso en muchos países se limita la práctica de ese tipo de “ajedrez” y se fomentan los torneos serios.
El problema actual en México es que por cada torneo serio, de 2 horas o más de reflexión por jugador en cada partida, se organizaron cuatro de ajedrez rápido entre 2008 y 2014. Por eso es que al ver la estadística, explicada al inicio de este escrito, ha habido una baja de 23% en el desempeño, uno no puede sino adjudicar la causa a esta elevada desproporción de 4 torneos de ajedrez “rápido” por cada torneo de ajedrez serio o mal llamado “clásico”. Debiera llamarse ajedrez y llamar al otro blitz.
Los niños y sus padres, por lo general, no saben de esas estadísticas y de esos estudios, solo saben que a menudo la recompensa por jugar partidas de cinco minutos es igual a la recompensa de esforzarse dos horas en reflexionar y por ello lo normal es que seleccionen mejorar en blitz, lo que hace que a la larga hipotequen su futuro. Eso va contra la idea educativa básica de enseñarles que la recompensa postergada rinde a la larga mucho más que la recompensa inmediata, que es la idea que debemos estimular para poder decir que el ajedrez es una herramienta educativa válida.
Las organizaciones “deportivas” de ajedrez van así en contra de lo que pretende ser la base de que el ajedrez es un instrumento de la educación, al premiar el desempeño en ajedrez blitz, que ya dijimos no es ajedrez, de manera igual que el ajedrez verdadero.
Se debe corregir la tendencia y por lo menos organizar tantos torneos serios como torneos de ajedrez “rápido·”. Actualmente un niño juega muchísimas más partidas en ajedrez rápido que en ajedrez reflexionado, por lo que los habituamos a jugar sin reflexionar en lugar de habituarlos a reflexionar. Al hacerlo así crean que el ajedrez educativo sea una falacia en México.
La FIDE ahí comete un gran error al hacer que proliferen esas variantes del ajedrez para lograr más volumen de participación, y en consecuencia más ingresos, en lugar de cuidar el verdadero valor del ajedrez.
Si no se corrige eso, el que la FIDE hable de los beneficios educativos del ajedrez será cometer un fraude. ¿Nakamura o Carlsen? ¿Cuál es el modelo que queremos para nuestros niños ajedrecistas? Ya el colmo es que Nakamura haga anuncios de una bebida que en el país de Carlsen esta prohibida y que en México se consume permitiendo que deteriore la salud de la juventud.

Quien este preparado que lo entienda y quien no, no puedo hacer otra cosa que lamentarlo. Pero los que tengan conciencia del asunto deben actuar con valor.