Como toda actividad de interés público
y digna de estimularse, el ajedrez merece ser tomado en cuenta a la hora de
designar presupuestos de las instituciones públicas y privadas. Es tan clara la
positiva relación costo-beneficio que hace mucho una buena parte de la sociedad
mexicana está consciente de que al ajedrez hay que promoverlo.
Las cantidades de dinero que los
tres niveles de gobierno han destinado al ajedrez, en general, ha sido enorme
en las tres últimas décadas. Ha sido suficiente para que un buen número de
personas hayan encontrado una fuente de empleo y un campo empresarial propicio
en el medio del ajedrez.
Con un nivel bajo de capacitación
es posible tener ingresos más propios de actividades que requieren al menos un grado
de licenciatura, y el medio laboral de
ajedrez tiene perspectivas mejores de superación que muchas profesiones,
digamos, tradicionales.
Una fracción muy importante del
presupuesto que termina aplicándose en el ajedrez es designado por dirigentes
que atienden varios deportes, y siendo el ajedrez como actividad deportiva muy
sui generis, dichos dirigentes muchas veces ni saben mucho de ajedrez ni lo comprenden,
aunque algunos ven en el ajedrez posibilidades mejores para promocionarse
políticamente y hasta realizar negocios no muy claros. Para un dirigente del
deporte corrupto, el ajedrez a menudo es un feliz hallazgo.
Una actividad barata, de impacto
social pues abarca todo tipo de edades, ocupaciones, de gran prestigio, pues es
una especie de “traje del rey”, pues quien se atreve a mencionar su ignorancia
respecto al ajedrez, quedará por lo menos como una persona ajena a los sutiles
deleites de la intelectualidad y del desarrollo de los gustos de la mente, cosa
que por los atavismos que suelen tener aquellos que solo han cultivado el
músculo en detrimento del intelecto, atormenta en las actividades sociales de
todo dirigente del deporte con pretensiones políticas.
Lo mismo con los llamados filántropos
del neo liberalismo, a quienes les agradan los malabares fiscales que se pueden
hacer con fundaciones y que brindan terreno fértil para todo tipo de manejos mercadotécnicos,
además de que viste mucho dar a los pobres la oportunidad de cultivarse,
siempre que no se les pase la mano y les dé por pensar críticamente. Hay el
peligro de que puedan darse cuenta de todos los engaños que los grandes
capitales del neoliberalismo arman para que el gatopardismo funcione.
Por eso en México han circulado
millones de dólares para el ajedrez, lo curioso es que son como el dinero
gastado en los fuegos artificiales, mucho brillo y poco efecto queda. Es como
las tres “B” con que se gobierna en muchos países de nuestra América, Baile,
Baraja y Botella. Ojala fuese Pan y Circo como en Roma, pues del Pan algo
queda. Aunque algunos dicen “¡Que me quiten lo bailado!”.
El caso es que ambos tipos de
personas que reparten los pasteles presupuestales, públicos y privados, suelen
no saber mucho del ajedrez y desean utilizar los mismos criterios que para
otros deportes. Entonces piensan en el dinero para el campeonismo, ya que suena
mucho, en lugar de “enterrarlo” en infraestructura. A veces dudan, pues de la
obra sobra y los negocios en el manejo de infraestructura son mayores, pero
queda más tiempo la evidencia. En cambio si compro 10 mil ajedreces y los
regalo en un día, no hay auditor que pueda comprobar si fueron 10 mil o 6 mil,
si tenían 32 piezas o 18… Pero si compro mil ajedreces y los reparto en 100 escuelas,
se pueden contabilizar durante años, lo que no es muy bueno.
Pero si dono dinero en apoyo a un
jugador, le doy 5 mil pesos, le pongo como condición de que diga que le di 10
mil, me quedo con 5 mil entonces, los 5 mil de él se los doy en especie, en un
boleto de avión que diga que costo 4999 y que a mí me salió en realidad, con un
pequeño arreglo con la agencia de viajes seleccionada ex profeso, en 3 mil, y
de 10 mil saco 7 mil y rinde entonces lo suficiente.
Por supuesto que si los que hacen
los presupuestos se asesoraran con buenos especialistas no solo mejoraría la
relación costo – beneficio para ellos así como para el ajedrez.
Pero lo malo es que hay
especialistas que aman el ajedrez y suelen tener escrúpulos y a veces se van adelante
del dirigente repartidor del dinero, lo que crea ciertos temores. Solución:
mejor trabajo con un semiconocedor semimbécil y completamente transa y aunque
el dinero gastado luzca menos, es seguro.
Este escenario espero no haya
sido el común, pero es posible que se haya dado. Pero suponiendo, quisiera
poder hacerlo así a menudo, que los
políticos y filántropos fuesen 100% honrados, ¿Cuál sería mi sugerencia para el
uso del dinero? ¿Cómo lo repartiríamos en los diversos rubros del ajedrez?
¿Qué rubros hay que considerar?
Por ejemplo especialidades:
Alto Rendimiento o Campeonismo.
Nivel Técnico Especial.
Nivel Técnico General.
Cantidad (aunque a menudo se
mezcla con el alto rendimiento con el argumento, cada vez más sospechosamente
endeble, de que de la cantidad sale la calidad).
Beneficio de desarrollo Personal.
Beneficio de desarrollo Social.
Por ejemplo Ámbitos:
Federal, con sus subdivisiones,
sector educativo, laboral, desarrollo social, político.
Estatal, con sus subdivisiones
cultural, deportivo, social y de cohesión comunitaria
Municipal, con sus subdivisiones
metropolitana y rural, y estas a su vez, subdivididas en cultural, deporte,
activación social, entretenimiento y diversas.
Por ejemplo Personas a quien se
dirige:
Practicantes, con sus
subdivisiones en edades y generos.
Personal de apoyo con sus
subdivisiones como, Administradores, Profesores, Jueces, Promotores, etc.
O sea, al pastel hay que sacarle
tajadas. ¿Buscar Igualdad o Equidad? Mucho depende de la ideología del
dirigente o filántropo. Si es neoliberal interpretará la relación costo –
beneficio de una manera muy diferente a un socialista, neo socialista, o “de
izquierda”, con sus diversos matices.
¿Son importantes los campeones?
¿Hay que promover superación de jugadores o primero de entrenadores? ¿Gallina o
Huevo?
Luego, como todo donde hay algo
que repartir, hay que vigilar a los “organizadores”·. Ahora que hace poco
recordamos el 70 aniversario de la liberación de las victimas de Auschwitz-Birckenau,
pensé en la palabra que definía el método usual para sobrevivir: “Organizar”,
que era como transar. Ahí todo el que quería prevalecer, “organizaba”, y en
ajedrez abundan los “organizadores”, hasta ya se les da título internacional. ¿Cómo
evitar “organizadores” al estilo campo de concentración?
Ya que dicen que más importante
que la respuesta es el planteo del problema, pues aquí inicie un poco con eso.
Pero aún hay más…