Hace algunos días comenté
que revisaba una colección de libros rechazados por las editoriales soviéticas
y que llamaba la atención cuantos excelentes trabajos se habían perdido al no
ser publicados.
Para mi eran particularmente
importantes los que tenían que ver con el ajedrez en las escuelas, además de
que son los más numerosos entre los que eran rechazados.
Con relativa frecuencia,
cada dos o tres años, se reunían los consejos de entrenadores e instructores de
toda la Unión Soviética para compartir experiencias y establecer
recomendaciones para los programas de enseñanza en los círculos de ajedrez.
Pero principalmente trataban asuntos de los centros en que los escolares iban a
inscribirse por su cuenta tras de las clases en sus primarias o secundarias.
Por lo general un escolar
soviético recibía por parte de su profesor de grupo unas cuantas horas de
ajedrez al año, solo para que conocieran el ajedrez y lo más básico. Luego
algunos de los escolares se inscribían en las clases especiales de ajedrez si
estas estaban instituidas en su centro escolar, o iban a los Círculos de
Pioneros donde por lo general había una sección de ajedrez. De los programas en
esas secciones era lo que más se discutía en las reuniones de entrenadores e
instructores, pero de lo que se desarrollaba dentro de una escuela no tanto.
Había mucha variedad en las
maneras en que el ajedrez se manejaba en las escuelas. Muy diferente era la
cosa en los Círculos de Pioneros que eran el pilar del sistema de enseñanza del
ajedrez en toda la URSS.
En esos centros estaban
concentrados los mejores profesores de ajedrez de cada ciudad y los enlaces con
los mejores jugadores y entrenadores para que un jugador especialmente
talentoso fuese canalizado para trabajar al más alto nivel.
Pero en lo que a escuelas
tocaba, la situación era muy variable. Cada escuela era relativamente
independiente. Tenía que cumplir en que cada escolar conociese del ajedrez,
pero algunas querían tener representaciones destacadas en ajedrez y en otras
solo cumplían con canalizar a los escolares interesados a los centros de
ajedrez de cada ciudad.
Muchos trabajos se
propusieron por los profesores que daban clases en las escuelas, la mayoría
relataban sus experiencias en las aulas y describían sus ideas sobre como dar
clases. Muchos daban por hecho que sus métodos eran nuevos, pero por lo general
repetían muchas cosas que ya se habían intentado en algún lado y habían
fracasado. Por lo general el supervisor rechazaba el libro propuesto por algún
profesor y los remitía a que se informara de las experiencias en otras escuelas
de la Unión Soviética. Cientos de propuestas se parecían y todas alegaban ser
una innovación y que merecía ser intentada.
En la revista de Ajedrez en
la URSS se publicaban algunas de las experiencias y experimentos exitosos pero
de los fracasados había poca información, lo que causaba que una y otra vez se
propusiera una idea similar.
Solo individualmente se daba
a los proponentes información de cómo había fracasado antes algo similar a la “novedad”
propuesta.
El caso es que entre los
trabajos rechazados había muchos similares. Es notable que en 1987 fuese
rechazado un método casi igual a otro rechazado en 1932. Parecían copias y lo
que me llamó la atención es que se parecía a unos que yo he visto intentar
varias veces en México sin éxito. Estaba relacionado con la idea de un autómata
que jugará con los niños, pero no una maquina real, sino un jugador disfrazado.
Es algo que es frecuentemente intentado aquí y allá, de lo más común. Cada
nueva institución que quiere promover
ajedrez entre los niños recurre a una idea similar, como se hizo en Europa en
siglos anteriores.
Desgraciadamente nadie
presentó a los editores un trabajo que sería muy interesante: Métodos
fracasados en la promoción del ajedrez.
Hay muchas propuestas de
planes de trabajo para escuelas que fueron rechazados y de estos si se hicieron
recopilaciones informativas que eran distribuidas entre los dirigentes del
ajedrez en cada república de la URSS, pero en lo que respecta a programas de
estudio toda propuesta era rechazada, solo contaban los programas diseñados por
los entrenadores profesionales y contratados para el efecto en cada República.
Y no en todas las repúblicas estaban consensados los métodos, sino que cada
una, e inclusive cada ciudad, tenía su particular interpretación de los planes
de estudio, coincidiendo en un 60%, pero todas aspiraban a tener algo especial
que ayudase a superar a las demás.
El liderato del ajedrez en
la Unión Soviética lo disputaban los dos grandes centros urbanos de Rusia:
Moscú y Leningrado. Los mejores jugadores de toda la URSS terminaban residiendo
en alguna de esas dos ciudades, aunque las autoridades cuidaban de poner trabas
suficientes para que los entrenadores de las diferentes ciudades, por muy buenos que fuesen, no
consiguieran mudarse también.
Así Koblentz de Riga, Kart
de Lvov, Karseladze de Tiflis, Panchenko de Cheliabinsk, Makogonov de Baku, permanecieron
en sus ciudades, pero otros como Suetin y Boleslavsky de Bielorrusia finalmente
llegaron a Moscú, aunque dejaron buenos discípulos en Minsk, de donde surgirían
jugadores del nivel de Gelfand.
El record de trabajos
rechazados por los editores soviéticos lo tenía Armenia, pero más que por
calidad, era problema de idiomas, por lo que finalmente esa república, en
tiempos de la Unión Soviética, comenzó a editar trabajos de sus autores
vernáculos, la gran mayoría, desgraciadamente, no se tradujeron al ruso, pero
era claro que muchos buenos entrenadores armenios se formaron tanto en Erevan
como en la vecina Baku, donde Makogonov fue como un sol que generó una gran
escuela de jugadores nacidos en Azerbaiyán, pero de etnia Armenia, que, tras la
desaparición de la URSS, han hecho de Armenia una potencia mundial de ajedrez.
Actualmente el plan de
estudios escolar de ajedrez que se realiza en Armenia se basa en el que desde
1956 propuso Makogonov en Bakú, con sugerencias de los GM Tigran Vartanovich
Petrosian, campeón mundial de 1963 a 1969 y del GM Arshak Petrosian,
considerado uno de los grandes entrenadores de jugadores de élite del mundo.
Curiosamente uno de los
libros que considero más valiosos que se han publicado, GM RMA del GM
Ziatdinov, viene de una república, Uzbekistán, a la que nunca se le rechazó un libro, pero
que solo propuso 12 en toda la historia de la URSS.