Recientemente la asociación
de un estado vecino a la ciudad donde radico me propuso diera un curso a la selección
que competirá en la olimpiada nacional.
Deseaban que los preparará
en aperturas y en algunas cosas de “digestión rápida” para que en unas diez
horas de entrenamiento lograr un avance que los ayudase a mejorar sus
resultados.
Reflexionando en ello traté
de recordar mis experiencias con diversos entrenadores y determinar que
programa o que actividad me había sido más provechosa.
En 1980 tomé en la
Organización Deportiva Panamericana un curso con el GM Aivar Gipslis, afamado
entrenador de muchos jugadores, al menos una decena de grandes maestros y de la
campeona mundial femenil por muchos años Nona Gaprindashvili y del equipo de
trabajo del Maestro Koblentz con el campeón mundial Mikhail Tal.
El curso fue impartido a un
grupo muy pequeño de jugadores entre los que destacaba el GM Alonso Zapata.
Pero lo que aprendí en ese curso de unas 30 horas fue mucho menos importante
que muchas pláticas que tuve con Gipslis fuera de las horas de clase y los días
de asueto en que lo invité a convivir con mi familia en la casa que teníamos de
campo en Cuautla, Morelos; en que pude preguntarle muchas cosas sobre el
trabajo de entrenador. Varios años después compartiría muchas horas más en
Innsbruck, Austria donde Gipslis iba de entrenador de la futura GM Galimova y
del futuro GM Gata Kamsky, también conviví ahí con el GM Nesis, entrenador del
futuro campeón mundial de la FIDE Khalifman, con quien he tenido oportunidades
de colaborar en San Petersburgo.
Otros momentos importantes
fueron los largos intercambios de información y convivencia con los maestros
cubanos Jesús Rodríguez y Jesús Nogueiras, que incluso se hospedó en mi casa
varios días.
Los meses con Fischer, en
que casi nunca se habló de ajedrez, también fueron importantes, porque me
permitió observar muy de cerca a uno de los mejores jugadores de la historia y
en un plano muy humano, que aunque no pareciera relacionado con el ajedrez, en
realidad fue de mucha información para mi en todo aspecto. Debo decir que
ajedrecísticamente me pareció más importante las conversaciones en esos días
con el GM Miguel Angel Quinteros en que si hablamos mucho de ajedrez.
¿Entonces que es lo más
importante a transmitir? ¿Qué es lo uno más aprende de estar cerca de un entrenador
o un jugador muy experimentado?
No son las aperturas, sino
el contacto con una forma de ser y actuar. De ver sus hábitos de trabajo. El
rasgo común de todos esos grandes jugadores y entrenadores fue la búsqueda, el
pensar por si mismo, el criticar todo, el dudar de todo, sus algoritmos y sus
hábitos que a veces se pueden describir en tres horas, pero que el ejecutarlos
requiere entrenamiento de años, eso es lo esencial.
Conocer a tantos jugadores
considerados de gran talento lo primero que causa es comprender que el talento
no es algo nato y que el talento implica muchas cosas. Ya afortunadamente sicólogos
y pedagogos han cambiado mucho la definición habitual de talento y ahora
entendemos más de ello.
Hay
poca duda de que los jugadores que logran un nivel internacional están dotadas
con cantidades diferentes de dotes cognoscitivas como la memoria a largo plazo y
habilidades de visualizaciones mentales, pero tanto la memoria como la
visualización se pueden mejorar, como todas las dotes cognoscitivas, nada de
conformarse con lo que nacemos, todo es desarrollable, no determinado, porque
usamos una parte mínima de nuestros recursos cerebrales y de nuestro cuerpo.
La
capacidad de trabajar mucho durante días hasta el final sin perder el enfoque
es un talento.
La
capacidad de seguir absorbiendo nueva información después de muchas horas del
estudio es un talento.
Está
claro que tal vez no seamos capaces de cambiar nuestro hardware, pero podemos
mejorar definitivamente nuestro software.
Esto
es lo básico que se debe transmitir. Que entiendan para poder emular, lo que es
un jugador que ha alcanzado un cierto nivel, ver las herramientas que usa, que
diga como se usan y como se fortalecen los hábitos de usarlas. Los métodos más
que la simple información, que son datos solamente si no causan cambios en la
conducta del estudiante. El mejor curso es el que cambia esquemas mentales, no
el que atiborra de información.
Así
me queda claro que debo aportar en apoyo a esa selección que desean comparta
experiencias con ellos, que aprendamos todos juntos.