6 may 2015

Los Magos de Riga, una escuela del ajedrez que nació al final de una guerra.





Dicen que La historia es una filosofía en ejemplos, y que los muertos nos alumbran los caminos.
Ahora que se conmemora el setenta aniversario del fin de la guerra mundial en Europa, de la derrota del fascismo, me viene a la mente el inicio de una pequeña comunidad judía en el norte de ese continente que creo una escuela de máximo nivel del ajedrez mundial.
La ciudad de Riga, en Letonia, prácticamente en la parte más al norte de Europa y en el círculo polar ártico, se distinguió por ser la cuna y madre nutricia (“alma mater”) de jugadores de los más altos niveles de la excelencia en ajedrez.
A partir de 1945, se volvieron a reunir un grupo especial de intelectuales de origen judío amantes del ajedrez que sobrevivieron de manera realmente milagrosa a la ocupación de los que fuesen los hogares de sus familias por más de dos siglos.
Ya para 1924, Riga tenía un campeón mundial. Herman Mattison , que había logrado el título de campeón mundial de amateurs, o sea de los jugadores de ajedrez que no eran profesionales, en París 1924, cuando, durante la Olimpíada de París se fundó la Federación Internacional de Ajedrez y se realizó un torneo con la participación de jugadores de 16 países, triunfando el letón Mattison.
Pero desde principios del siglo XX brillaba entre los jugadores profesionales mas grandes otro nativo de Riga. El gran Aaron Isayevich Nimzovich, uno de los jugadores y autores que mas influenciaron a los ajedrecistas de las siguientes generaciones.
En las enseñanzas de Nimzovich abrevaron decenas de grandes maestros y sus textos son lectura de estudio obligado de todo maestro. En los programas de estudio de las escuelas mas prestigiosas del ajedrez como son la de Rusia, la de Ucrania, la de China, la de Alemania, y por supuesto la de países bálticos como Estonia, Lituania, Letonia; y los escandinavos vecinos, Dinamarca, Finlandia, Noruega y Suecia, los temas originales de Nimzovich son parte obligada.
Bastaría con decir que uno de sus preceptos, el de Profilaxis, un gran campeón como Anatoly Evguenevich Karpov lo califica como el que engloba lo más importante de la estrategia moderna de ajedrez.
Sin embargo, si bien la tradición ajedrecista judía de Riga comienza con Nimzovich, su verdadero significado se adquiere al finalizar la segunda guerra mundial  en la guía del entrenador Alexander Naftalievich Koblentz, nacido en 1916.
Ya el café Reinier, en que se reunían los intelectuales judíos a jugar ajedrez en Riga había sido destruido por la ocupación nazi, y se reunirían en un nuevo club en que ya los judíos y los cristianos estudiarían y jugarían juntos, pues ahora todos eran soviéticos y se buscaba que la religión pasase a un último plano y desterrar poco a poco todo lo que fuese contrario al pensamiento marxista leninista.
Koblentz, de origen judío alemán y cuya familia adoptó el nombre de una importante ciudad alemana, ya era una figura del ajedrez antes de la guerra, incluso por los años de 1933 se aventuró a entrar en la ya Alemania nazi como periodista.
Escritor prolífico y competidor en torneos importantes por más de tres décadas, campeón de Riga en 1937, por primera vez y en 1979 por última. Campeón de Letonia de 1941 a 1949.
Para las actuales generaciones Koblentz es conocido internacionalmente gracias a los magníficos éxitos de su pupilo más destacado: Mikhail NekhemevichTal, de quien fue entrenador de 1955 a 1979, convirtiéndolo en campeón mundial en 1960.
Koblentz participa en su primer torneo internacional en Hastings en 1934, aunque logró su primer lugar destacado en Helsinki 1935 a los 19 años y se inicia ese mismo año como autor al comentar las partidas del match Alekhine vs. Euwe como corresponsal de un diario de Riga, presenciando en Ámsterdam ese famoso match.
El primer libro de Koblentz fue publicado en 1937, “Latvijas Saha Perles” donde resalta el ajedrez de su patria, presentando muchas de las bellas combinaciones creadas por los jugadores de Riga. Desde ese primer texto se ponía el sello de la Táctica en el trabajo creativo de los letones. 

Karl Karlovich Betinsh (1867-1943) fue considerado por Koblentz, como su primer mentor.
Betinsh es reconocido por sus análisis sobre el gambito Letón, que por Betinsh es que adquiere esa denominación. Betinsh ya en su vejez orientó a Koblentz y a su compañero de estudios de ajedrez Valdemar Fridijovich Mishgaelis, futuro académico de ciencias de Letonia y campeón de Letonia en 1950, tras combatir en la segunda guerra mundial, según me relataba Koblentz allá por 1980, cuando le pregunté sobre sus primeros estudios en ajedrez.
Koblentz decía que  tuvo los primeros contactos con el sistema soviético de entrenamiento de ajedrez en 1941.
Un letón de origen, pero ya residente en Leningrado, hoy San Petersburgo,  Avram Model, lo introdujo en el sistema  de razonamiento del materialismo dialectico en donde el cuestionarse era lo importante. Aprender a preguntarse. A no creer en lo establecido y a tratar de retar los preceptos que dejaron los maestros antiguos.
Más que el juego posicional que prevalecía en las primeras tres décadas del siglo XX, se buscaba el dinamismo y un regreso al juego táctico, pero no de manera romántica, si no con un pensamiento que buscaba conciliar la belleza con lo práctico.
Entonces  Koblentz adoptó el sistema soviético de entrenamiento dándole un énfasis a la táctica, terminando sus trabajos de adaptación en 1953, para luego decidirse utilizarlos en su trabajo con Tal a partir de 1955. Tal trabajaba primero con otro entrenador amigo de Koblentz, Janis Krupkos que además entrenaba a Pasman y a Klovans (futuro campeón mundial “senior”, o sea de mayores de 60 años) y a Zilber Luego Koblentz decidió trabajar con su nuevo método “semi soviético” con Gipslis, Tal y Vitolinsh, mientras Krupkos se dedicaba a los intermedios. Koblentz luego trabajo con Kirilov, Petkevich, Kiengis, Lanka y Shirov cuando ellos eran niños, pero ya Koblentz era como un guía de profesores y se dedicaba a escribir libros y manuales, muchos de ellos no llegaron a ser formalmente libros sino pequeños cuadernos.
En los libros de Koblentz el lector no puede ser pasivo, debe estudiarlos participando, pues la lectura obliga a contestar preguntas. Son cuadernos y libros repletos de ejercicios, planteando interrogantes al lector una y otra vez. Nada de estar inactivo.
Koblentz vio en Tal a un futuro campeón mundial y le enfatizaba la observación que hizo Smylov sobre la manera de llegar a campeón mundial:  "Un Campeón del Mundo es un hombre que siempre va hacia adelante como un ariete".
El carácter debe formarse cuidadosamente para ser inflexible, y Koblentz lo entendía así enfrentando a Tal con una serie de obstáculos que programaba cuidadosamente su entrenador para hacerlo siempre vencedor, pero no sin antes hacer un esfuerzo máximo.
Motivo en Tal un hambre de triunfo y lo formó con un poco de hambre física. Lo tenía trabajando todo el día y cuidando no comiese demasiado. “Nimzovich no llegó a campeón mundial porque se permitió subir de peso” le repetía a Tal.
Koblentz no permitía que sus discípulos fueran obesos, los estimulaba a hacer ejercicio físico constantemente.
Koblentz en su libro sobre sus memorias de entrenador habla someramente de dos cifras: la famosa de las 300 posiciones de ajedrez y la de las 10 000 horas de preparación, cifras ambas con las que tiene su primer acercamiento en 1941,
Tras viajar a Rostov del Don a jugar la semifinal del campeonato de la URSS, el inicio de la invasión nazi a la URSS lo sorprende a miles de kilómetros de Riga y pasa toda la guerra trabajando con entrenadores de ajedrez del ejército ruso, ya que no es considerado apto para el combate por un problema en sus piernas que se afectaron durante su nacimiento y que le causaban una muy leve cojera, que aunque era poco notoria en la vida normal, lo impedían para la vida militar.
Al regresar a Riga en 1945, estaba Koblentz determinado a reproducir los métodos que había aprendido pero con una serie de ideas propias en lo que se refiere al tipo de ejercicios y las dosis de ellos en las lecciones. Todo lo basa en preguntas y poco en dar largas charlas teóricas.
Muchos afirman que los éxitos del ajedrez soviético se debían más a una continua confrontación de jugadores fuertes que a programas muy específicos y que el llamado “enfoque osmótico”, el aprender por osmosis, por continuo contacto con maestros y grandes maestros, era lo fundamental del ambiente soviético del ajedrez.
Pero ilas nvestigaciones serias apuntan a que el “enfoque osmótico” sólo no basta para alcanzar un grado de excelencia en ningún campo, y en consecuencia, tampoco en ajedrez.
La Escuela de Riga, que se manejo desde 1945 con los métodos soviéticos es una prueba palpable de ello, pues en 1945 sólo había en la ciudad un maestro fuerte, el propio Koblentz y diez años después, sin tener más fogueo que competencias con escuelas vecinas como la de Lituania y la de Estonia que no eran de las mas fuertes de la URSS, empiezan a surgir un grupo de jóvenes como Tal, Klovan, Gipslis, Vitolinsh, que son la base del equipo de estudiantes de la URSS, que con el leningradense Spassky ganaría el campeonato mundial estudiantil.

Ya luego los letones tendrían oportunidad de foguearse más, pero eso lo harían después de que Tal llegue al campeonato mundial en 1960.
El hecho es que muchos de Riga se hicieron maestros nacionales tras un año de estudio intensivo con Koblentz. Tal, con talento natural le tomó a Koblentz, desde 1955, cinco años hacerlo Campeón mundial. Pero ya para 1955, Tal había trabajado 9 años con otros maestros y acumulado más de 5000 horas, pero para 1960, adivinen que, Tal juntaba más de 11 000 horas de trabajo. 

Según Gladwell “Lo que distingue al desempeño de una persona del de otra es lo duro en que él o ella trabajan, esto es, las personas de punta, de lo más alto de la pirámide no sólo trabajan más duro que ningún otro. Ellas trabajan mucho, mucho más duro.
Son Como Arietes, diría Smyslov.
El GM Kaidanov en una entrevista el año pasado decía que en la URSS no tenían los niños tantas distracciones como en occidente, así que las privaciones los ayudaban a dedicarse más al ajedrez y esto ayudo a que salieran tantos grandes maestros. En Estados Unidos y en Europa, entre tanta diversión y tantas cosas que hacer y comprar, los niños no es fácil que junten 10 mil horas de esfuerzo. Si hubiesen vivido en Baku en los años setentas, seguramente muchos talentosos hubieran juntado esas 10 mil horas antes de cumplir los 25 años, parece afirmar Kaidanov. El caso es que el se hizo gran maestro a los 29 años, tras ir al ajedrez tres veces por semana durante 20 años…
La formula de la Maestría de Koblentz es: Conocimiento más técnicas efectivas de razonamiento.
Estudiarse, preguntarse y cuestionarse, duda y duda, exploración y pensamiento crítico.
Ambas se aprenden y se pueden desarrollar. Que tan rápido y que tan lento depende del esfuerzo y del talento. Estudie libros sin tablero, que tengan más palabras que jugadas, dando más explicaciones que jugadas.
Juegue torneos, espaciándolos lo suficiente para poder analizar cada partida jugada en ellos, con al menos dos horas de análisis por cada hora de juego.
Deje que su sentido común y su intuición lo guíen, pero alimente a la intuición con el continuo plantearse cuestiones en su mente, preguntarse a si mismo una y otra vez, con una ambición desmedida por saber y por crear.