Ahora que la sociedad en general poco a
poco va encontrando en el ajedrez varios beneficios que puede aportar al
desarrollo humano su práctica organizada, se va creando una demanda por conocer
más del ajedrez y por acercarse a los que se supondría son expertos en ajedrez.
En ciudades de 20 millones de habitantes
como es la Ciudad de México, si solo un 4% de las personas demandan servicios
relacionados con el ajedrez, hablaríamos de 800 mil personas, más de las que
practican con frecuencia formalmente todas las actividades deportivas juntas.
Para atender a esas 800 mil personas, requeriríamos que más de 500 personas con
preparación profesional adecuada o con superficial, estuvieran dedicadas a
ello.
El hecho es que cuando se convocan a
torneos de ajedrez en la Ciudad, una participación de mil personas en las
diversas categorías es un verdadero record. Ya incluso 100 personas
participando garantiza un éxito de convocatoria.
A veces es tan mala la difusión de los
eventos de ajedrez que los que estamos muy inmersos en el medio del ajedrez no
conocemos con detalle ni convocatorias ni recibimos información completa sobre
algunos torneos y luego nos lamentamos de no habernos enterado para participar.
En lo que toca a redes sociales, que cada
vez tienen más éxito en lo que toca a información y comunicación con la
población de la Ciudad de México; la mayoría de los organizadores trabajan de
manera pasiva, o sea esperan a que las personas consulten en facebook u blogs
su información y se enteren, pero no acercan su información a los posibles
participantes.
Luego en la planeación de eventos hay una
errónea tendencia a hacer eventos de tipo profesional para elite. ¿Cómo es eso?
Si uno hace cuentas el 75% del dinero empleado para la organización de 15
torneos realizados en México en 2015, fue para premiar a un grupo de no más de
10 jugadores, para pagar condiciones para que participen y para pagar nominas
de árbitros. El 80% del dinero surgió de varios patrocinadores que seguramente
no examinan como obtener más beneficios políticos, sociales o de imagen por el
dinero que aportan y no saben como una diferente planeación del evento,
orientados de manera más masiva, pudieran rendir varias veces más su inversión
en el evento. A menos que anden “lavando” dinero, como a veces parece.
El caso es que en esos 15 torneos, ni el
10% de los participantes eran nuevos en torneos, o sea no se estimulo en
aumentar la base ajedrecística.
Información, Comunicación y Educación es lo
que se necesita para aumentar la base de ajedrecistas que así constituirían la
estructura que pudiera dar respuesta a la potencial demanda de “expertos” en
ajedrez que un sector de la sociedad cada vez más creciente espera que le den “servicios”
de ajedrez.
Varias organizaciones van llenando las
lagunas de la oferta de servicios, pero como no están a la altura de poder
brindar un servicio cercano a lo que esperan los nuevos usuarios del ajedrez,
no se consolidan y van “espantando” usuarios. Pero como la demanda es tan
grande, aun cuando sus usuarios les duran poco, cada vez llegan más usuarios
nuevos y de esa manera se sostiene la organización, a pesar de que arruina el
mercado por su mal servicio.
A nadie espanta la situación, porque es
similar a lo que sucede en muchos ámbitos de la sociedad. En educación superior
sucede lo mismo, en gimnasios y salas de
“fitness” también, en servicios de cultura y salud podría ser más caótico, no
digamos en seguridad pública y protección civil, areas en que la falta de
calidad y de profesionalización, así como en dispendios y dinero mal empleado
va más o menos por el nivel de lo que pasa en el medio del ajedrez.
Pero si se supone que el practicar ajedrez
de forma organizada, digamos “formal”, hace que la comunidad ajedrecística esté
más capacitada que la “general” para promover su actividad, debiera tener un
nivel un poco mejor que lo que en su contexto se vive.
Tal vez, si se concientiza al gremio de que
debe buscarse una unión real entre ajedrecistas, en que no se trate de
manipular con mafias como se han vuelto algunas ligas y asociaciones, que estén
representados líderes de opinión, gestores o simples empresarios del ajedrez, se
puedan dar pasos adelante, porque ya casi ha pasado una década de cuando se
hizo una gran inversión millonaria para hacer un mundial de ajedrez que debiera
ser arranque de avances y la verdad es que solo se han dado pasos para atrás.
Actualmente hay menos ajedrecistas afiliados y mucho menos ajedrecistas
participantes que hace diez años, a pesar de que la población se ha
incrementado y que más instituciones públicas y privadas han dado al ajedrez un
apoyo de un 70% más de lo que había poco antes de ese mundial de ajedrez
efectuado en México.
El trabajar con la idea del campeonismo ha
demostrado su fracaso, debe trabajarse para que más personas conozcan el
ajedrez real, no aquel que se hace jugando sin pensar, no aquel que se hace
para atraer grandes figuras a que vengan a recoger grandes fondos, sino atraer
a más jugadores del patio, que ahora son ausentes de las competencias por la
pésima distribución de premios. Debemos seguir los modelos exitosos de los
países donde el ajedrez es una actividad bien aprovechada por la sociedad.
Donde el ajedrez es estímulo para pensar y razonar lo que se hace, no aventar
piezas a lo loco esperando que la victoria venga sin esfuerzo. Un ajedrez
practicado sin razonar es sumamente perjudicial, es una actividad más que
habitúa a no tener pensamiento crítico, a ser borregada que no examina lo que
le ponen enfrente. Hay que hacer que el ajedrez de sus beneficios, porque en
ajedrez el juego es pensar.