(A la memoria
de la Maestra Amparo Vargas Arreola 1926-2001)
Evaluación y seguimiento.
Retorno al camino, tras de una desviación por
el sendero llamado Gambito Albin-Blackburne. Aunque es materia de debate si el
“Qué” es más importante que el “Cómo”, podría yo afirmar que hay casos y casos.
Lo importante es comprender la esencia del conocimiento del ajedrez y
desmitificar la erudición en el mismo.
Anteriormente he especificado
claramente que opino que la preparación académica, y con ello quiero decir el
estudio sistemático de diversas disciplinas, es de suma ayuda, casi
indispensable, para que un jugador alcance los altos niveles en ajedrez. Hay
muchos contactos entre el ajedrez y el trabajo académico, pero no quiere esto decir
que para jugar ajedrez bien hay que ser un académico.
El ajedrez no es un juego que
pueda aprenderse de un libro más que lo que se puede el tenis o el golf. Puede
parecer más académico que esos deportes y existen algunos elementos científicos
en el. Pero lo cierto es que la voluntad y el disfrute del juego cuenta mucho
más que saberse el libro. Es interesante observar que los grandes maestros
tienden a tener una forma de ser más
jovial y ligera que de intelectuales serios y con aire de superioridad. Y la
mayoría de ellos recomienda mantener una mente despejada tanto antes como
durante un torneo en lugar de estar pegado a los libros.
Se exagera mucho lo que pueden
aportar los libros. Tal vez por la propaganda vertida por algunas editoriales.
Aquí es tan importante el libro, como la manera de estudiarlo. El “qué” y el
“cómo” otra vez.
Hablando del golf o el tenis,
nadie afirmaría que se puede llegar a ser un buen jugador estudiando libros,
pero en ajedrez no se piensa así.
Kasparov en su libro “Mis Grandes
Predecesores” en su capítulo sobre Petrosian escribe: "Esencialmente, la
base para el logro creativo en ajedrez es proporcionada por verdades que al
principio parecen triviales".
En una introducción de uno de
sus libros Valeri Beim escribe:
“En general, yo creo que ni
los autores ni los entrenadores (y yo mismo pertenezco a ambas esas categorías)
deben olvidarse de la importancia especial de estudiar los más simple, de los
principios fundamentales del juego en que, después de todo, todo lo demás en
ajedrez se construye.”
Y añade en un consejo básico
para entrenadores: “Si supone en su pupilo la falta de una apropiada
comprensión o manejo de algún principio simple pero importante del juego,
digamos centralización, entonces usted y él necesitan identificar el problema
estudiando ejemplos suficientes de sus partidas. Para alguien que no es un
alumno directo suyo sino meramente un lector de sus libros, las cosas son un
tanto más duras, ya que al no poder supervisar su desarrollo en sus partidos, los
defectos en su creación aumentarán sin un monitoreo y pronto se acumularán.”
El monitoreo o seguimiento,
con el propósito de tomar medidas correctivas en el entrenamiento o en el
estudio es fundamental para el ajedrecista.
La importancia de conocerse a
uno mismo, como factor indispensable para orientar el estudio de la apertura, y
cualquier otro tipo de estudio, remarca la importancia de hacer una evaluación
inicial y múltiples periódicas, o sea monitoreo o seguimiento. Evaluar para
hacer diagnóstico de necesidades. Luego un plan para cubrirlas. ¿Se puede hacer
esto sólo? ¿Es indispensable un entrenador?
Beim añade:
“Este tema, precisamente, es
la razón básica por la que se debe rechazar una opinión que es muy popular, de
hecho casi universal, entre los amantes del ajedrez en Occidente. Según ella,
un estudiante de ajedrez puede desarrollarse completamente sin un entrenador
(¡muy diferente a lo que se piensa es en el golf o el tenis!), ya que hay
siempre una computadora que “lo conoce todo mejor que nadie”, o usted puede
comprar un libro también y en ocasiones echar una mirada en él. Pero este punto
de vista está equivocado. En primer lugar, una computadora puede atiborrarse de
información, pero nunca puede decirle qué información, en qué cantidad, en qué
área, es personalmente necesaria para usted. Y segundo, ni una computadora, ni
los libros más buenos podrán guardar un
medidor constante de su progreso como un jugador y le aplicarán medidas
correctivas como la necesidad requiera.
Una supervisión autorizada y
amistosa de alguien a su lado, esto es lo principal que los jugadores esperan
de un entrenador bueno, y es una de las condiciones más indispensables para su
desarrollo. “
Debiera quedar claro. En
países con muchas asignaturas pendientes, los que se decía estaban en vías de
desarrollo, los ajedrecistas se desarrollaron, por lo común, por si solos. Es
un hecho, pero un hecho lamentable. Algunos, triunfantes sobre sus propias
carencias, merecedores de todo aplauso y reconocimiento, han logrado grandes cosas.
Se afirmará que sus carencias despertaron en ellos las fuerzas interiores que
lograron superaran los obstáculos que la mala fortuna inicial oponían a sus
aspiraciones. Algunos dirán, atrevidos sean, que sus carencias fueron factor
decisivo para su éxito. Que si Capablanca hubiera tenido un entrenador no
hubiera llegado a las grandes alturas. Bueno, yo diría que si Capablanca, en la
edad clave, en lugar de haber ido a estudiar a los Estados Unidos y tener la
oportunidad del contacto personal con grandes maestros; se hubiera quedado en
La Habana, no hubiera sido nunca campeón mundial. Es especulación pura la de
que si Capablanca hubiera contado con un entrenador del nivel de Koblentz
hubiese durado un par de décadas de Campeón Mundial en lugar de sólo seis años.
El argumento de Beim es
difícil de rebatir. Es mejor tener entrenador que no tenerlo. Muchos pueden
aprender cualquier cosa de forma autodidácta, pero es más fácil con un tutor o
asesor. Quien niegue esto, equivale a que niegue toda la importancia de las
estructuras educativas, incluyendo a los mismos libros.
Ahora, si nada más tengo
libros de ajedrez y no puedo conseguir un entrenador de ajedrez, me ayudaría
mucho la asesoría de una persona que me enseñara a estudiar, cualquier tema, no
sólo ajedrez; ya que los principios básicos del estudio dirigido y el aprender
a aprender me serían de gran utilidad. Si no hay entrenador de ajedrez
capacitado en la población en que reside y no puede asesorarse via internet,
seguramente si tiene algún profesor a la mano, que pueda enseñarle a estudiar,
a organizar sus sesiones de estudio. Las universidades e instituciones de
educación superior han preparado millones de ellos. Seguramente tiene usted
alguno cerca. Son más abundantes y mas accesibles que los entrenadores de
ajedrez. No es lo ideal, pero es mucho mejor que seguir compitiendo en ajedrez
sin ningún apoyo.
Además, supongo, que como hay
psicólogos por todo el mundo, también puede apoyarse con uno. Las razones de un
comportamiento o de una manera de pensar o de aprender, son de una índole tan
compleja, que sólo aquellos que se han adentrado profundamente en la
investigación de las causas pueden comprenderlas y dar las “recetas” adecuadas.
Para los demás es “una caja negra”. Desgraciadamente hay muchas escuelas de
opinión en la psicología y a lo mejor no topamos con un psicólogo formado de
manera suficientemente amplia para entender algunas particularidades del
quehacer ajedrecístico. Pero uno útil debe ser más fácil de hallar que un buen
entrenador de ajedrez.
Ahora, si uno nació en Rusia,
fue detectado, gracias a una estructura para ello, y los grandes remanentes de
la maquinaria soviética productora de grandes maestros soviéticos lo acoge en
su seno, tendrá un Gran Maestro, con preparación específica para enseñar y
aprender, como entrenador; que a su vez estará apoyado con un psicólogo
educativo especializado que lo guiará en como darle las lecciones y dirigir los
entrenamientos de manera adecuada personalmente para usted. También ese
entrenador contará con el apoyo de un informático especializado en bases de
datos de ajedrez que le proporcionará el material y contenido que el entrenador
requiere y solicita de acuerdo a su propia experiencia de más de un par de
décadas de entrenar, desde los tiempos de la vieja URSS. Asimismo ese
entrenador tiene la facilidad de dialogar e intercambiar con colegas, tan bien
preparados y experimentados como él, ideas y métodos que pudieran llenar cualquier
laguna que, el ya excelente entrenador, pudiese tener para poderlo apoyar a
usted. Por supuesto que un psicólogo asesorará tanto en el campo de la
competencia deportiva como en su desarrollo como persona; e incluso los padres
de usted recibirán consejos de como apoyar mejor al hijo. En el gran remanente
de aquella estructura soviética, en Rusia encontraría un buen gestor para
apoyos gubernamentales o privados para obtener fondos para patrocinar los
viajes a las competencias que el entrenador juzgara adecuadas para su
desarrollo como competidor, así como para poder programar las competencias
docentes o de promoción de categorías, de acuerdo al plan de estudios y a los
resultados de un seguimiento que dará las bases de las medidas correctivas.
Nutricionistas y especialistas en educación física están a la mano en Rusia
para asesorar al entrenador y los padres para el desarrollo integral de usted
como persona y deportista. Resultado: Grandes Maestros a los quince años.
Karjakin, Radjabov, Movsesian, Grischuk, etc.
Sin todo eso, con gran talento
y voluntad aparecen también grandes maestros en nuestros patios tercer
mundistas, pero grandes maestros con una serie de lagunas en personalidad y
formación técnica y psicológica; con resultados montaña” o con alteraciones en
su conducta impredecibles. Seguramente en la mente del lector están algunos
nombres de grandes maestros que encuadran en la descripción. Ahora si un padre
de talentosos infantes es a la vez un pedagogo de clase mundial, con un entorno
favorable al ajedrez, con grandes maestros que lo asesoran y con todo tipo de
especialistas como los descritos en Rusia, como es el caso de Hungría, salen
unas hermanitas Polgar.
En pocas palabras, en este
mundo globalizado, con tantos especialistas deambulando por ahí, ¿porqué
emprender la inmensa tarea de producir grandes jugadores solo?
Suena muy romántico y bello el
pensar en el triunfo del individuo solo y forjado por si mismo, pero la
realidad es bien distinta. O por lo menos, es un hecho muy aislado, casi único.
El mismo gran Bobby Fischer no se hizo solo. Intervinieron muchos factores. El
medio neoyorquino no era tan desfavorable para formar ajedrecistas. La prueba
es que en la época formativa de Fischer surgieron también varios grandes
ajedrecistas, un mucho opacados por la gran luminaria. Recuerdese a Collins y
sus niños, futuros grandes maestros, que como el mismo Fischer, fueron
favorecidos por su atención. Ahí está William Lombardy como muestra. Y pudiera
mencionar una decena de “niños de Collins”. Si bien Fischer no tuvo todo el
apoyo que su madre requería, si tuvo grandes apoyos. Si no Fischer mismo no
hubiera logrado tan grandes éxitos con todo y su enorme talento. El Gran
Maestro Rossolimo influyó en él, lo mismo que el cariño maternal de la señora
Rossolimo, incluso grandes pensadores como el Gran Maestro Fine, además un
connotado psicólogo; o como Marcel Duchamp, el gran creador dadaísta, tuvieron
contacto con el joven Fischer. Sin hablar del genial gran maestro Larry Evans,
producto enteramente del medio ajedrecístico norteamericano. Las oportunidades
que se le dieron, y merecía, para competir con muchos grandes maestros de
primer orden desde sus primeros años de juventud, proporcionaron la experiencia
necesaria para hacer de él un jugador adulto de la máxima calidad. Sus viajes a
Yugoslavia y a la URSS a los quince años marcaron un antes y un después en su
carrera ajedrecística. Pero él no contar con todas las asesorías requeridas
crearon en él una personalidad que le ha dado muchísimos problemas como ser humano.
El costo que ha pagado por esas deficiencias en apoyos tutoriales ha sido
enorme. Esto que afirmo es una realidad que se ha constatado en un gran número
de casos y que hago en base de afirmaciones de muchas autoridades reconocidas y
en el análisis que han hecho muchos investigadores en temas relacionados.
Para mi está claro que el
ajedrecista iberoamericano enfrenta muchas carencias, pero estas pueden ser
divididas en reales y en las causadas por un desaprovechamiento de recursos que
si puede tener y que no son cubiertas más por ignorancia y soberbia que por una
realidad del entorno. Los sistemas educativos en Iberoamérica tienen fallas, no
lo discuto, pero también tienen grandes posibilidades que el ajedrecista
desaprovecha por pereza o mala orientación. O quizás quieran copiar a Fischer,
quijotescamente, y no han examinado con objetividad el hecho de que el genio,
ahora islandés, no se desarrollo solo, como quieren imaginar sus admiradores
más fervientes. La historia personal de los grandes ajedrecistas debe ser
analizada con profundidad, cautela y de forma crítica, para no sacar
conclusiones o interpretaciones equivocadas que desorienten a los jugadores
jóvenes que buscan en la emulación una guía.
Recuerdo el refrán ruso: “un
cordero listo mama de su madre y de la ajena”. Lo que interpreto de la
siguiente manera: Utilice todos los recursos que puedan ayudarlo en su
desarrollo, vengan de donde vengan. Los apoyos pueden venir de muchos caminos,
no observe en una sola dirección. Lo que no se encuentra es lo que no ha sido
buscado con buenos ojos. Hay recursos aparentemente ocultos, pero que con buena
vista y mente abierta se hallan muy a la mano. Un amigo decía, “si no
encuentras un buen asesor, tal vez puedas recurrir a un sacerdote o al profesor
del pueblo, en nuestros países todas las poblaciones, por muy pequeñas que sean
tienen un par de ellos. Además siempre está el sabio del pueblo o el cantinero.
La experiencia vivencial de aquellos que conocen y habitualmente se enfrentan a
los problemas personales de mucha gente, son una fuente inapreciable de
orientación y sabiduría” ¡No me digan que tienen que hacer todo solos!
Cuando uno piensa en los
grandes sabios desaprovechados del ajedrez, y tengo en mente al gran Bent
Larsen, francamente dan ganas de llorar por todos aquellos que tratan de
desarrollarse sin guía.
Adoro a los libros, adquirí a
temprana edad la bibliomanía que me caracteriza; amo a las computadoras y a la
gran fuente de información que son; bendijo a la Internet que permite me ponga
en contacto con tanto talento y conocimiento humano; pero me son inapreciables
las relaciones con los viejos amigos de los que tanto he aprendido. El apoyo
humano, cercano y crítico, amable y duro a la vez, es imprescindible. ¿Cómo
evaluarse bien, redireccionarse adecuadamente sin ellos? Esto no significa que
mi propia manera de ser o mi esencia como ser humano no prevalezca ante la
influencia externa. ¡Pero como la enriquece!
Me complace pensar que en mis
artículos de alguna manera soy asesor y una especie de entrenador de muchos
jugadores a través del Internet. Justifico, más que satisfactoriamente para mi,
las muchas horas de desvelo, verdadero disfrute, de laborar escribiendo
artículos, haciendo archivos adjuntos, con la idea de que soy de utilidad para
algún compañero ajedrecista iberoamericano que no pueda dialogar personalmente
con una persona que tenga experiencia en el enseñar y estudiar ajedrez. Trató
de escribir con sinceridad y ser un testimonio confiable, una opinión
desinteresada en apoyo de un lector muchas veces desconocido. Con Papini digo:
“Lector, no te conozco, y como no te conozco no te temo y como no te temo, no
te miento”. Pensamiento que he citado antes y no me importa ser repetitivo.
Locuaz por naturaleza, a veces
me paso de prolífico en mis escritos y no quisiera tener que pedir disculpas
por ello.
Interrumpo este monólogo,
respetuoso del espacio que, generosamente, me da el sitio web que presenta mis
notas, no sin antes añadir que espero que el archivo adjunto cuente con el
amable interés del lector.
He postergado la inserción de
las respuestas al buzón, ya que he dedicado la semana mayor y la primera semana
de pascua en la preparación de un proyecto que espero fructifique pronto. Esto
ha producido que el tema del artículo actual tuviese mucho que ver con
“riflexiones” sobre las realidades del ámbito iberoamericano. Un escritor, me
considero inmodestamente como tal, tiene la obligación de transmitir los
escenarios que percibe en su tiempo y lugar; so pena de perder la autenticidad
de su testimonio. Afortunadamente, creo que es tema de interés para todo tipo
de lectores, incluso los ajenos al entorno del que escribe.
Ciudad de México a 30 de marzo
de 2005.