El mes de enero en la
tradición griega era el mes de las dos caras, pero para otras tradiciones era
el mes de dos caminos, la encrucijada que se plantea en cada ciclo.
Los griegos decían que era
de dos caras para ver el futuro y el pasado. Importante es tomar en cuenta el
pasado, llevar nuestros registros para ver como actuamos y así poder mejorar
nuestras actuaciones futuras.
La fórmula básica para
superarse en ajedrez en todas las escuelas de ajedrez, desde Filidor a a
Soviética, la China, la rusa actual, recomienda el análisis de las propias
partidas para así ver que errores se cometen y descubrir cuál fue la fuente
real de esos errores y, tras la identificación de aquello que nos lastra, que
nos retrasa en nuestro avance, podemos establecer como quitarnos esa rémora y
seguir avanzando.
Steinitz decía que sus
sistema de juego lo elaboró en base a observar las partidas de Pablo Morphy y
determinar las características de su modelo, luego lo adaptó a su realidad
personal, a sus características propias, a su pasado y así pudo ver su futuro.
No sería una copia de Morphy, sino adaptaría de ese modelo lo que mejor le
quedaba.
Lasker hizo lo propio
estudiando a Steinitz, y así Capablanca, sin Steinitz, sin Morphy, sin Lasker,
no hubiera desarrollado su modelo.
Pero ya apuntaba que Torre
hablaba de su liebre y su tortuga, y que psicólogos del siglo XX han trabajado
en conceptos similares en lo que toca a la toma de decisiones.
Alimentar la liebre y
alimentar la tortuga es necesario para cada jugador que desea tener un
desarrollo integral, y lo mismo para todo aquel que toma decisiones, y para el
caso, la vida es una constante toma de decisiones.
Los beneficios que da la
práctica organizada del ajedrez a nuestra vida pasa por ser un ejercicio de
toma de decisiones. Querer atribuirle dones y beneficios sin límite, es una
falacia que los entrenadores serios no deben vender. Jugar ajedrez no da ningún
beneficio por el simple hecho de jugarlo, es la manera en que se juega. Hay
maneras virtuosas y maneras viciosas. Por eso decía Torre lo de la liebre y la
tortuga, para entender, motivarse y comprometerse a alimentar a las dos partes
bien. El ajedrez puede ser un juego de azar si hacemos nuestras tomas de
decisiones, nuestra elección de jugada, sin control de la voluntad, a lo que se
nos aparezca primero en la mente. Y como nuestra mente es maravillosamente
rápida, nuestra liebre, a menudo nos sale bien y caemos en la trampa. Las
liebres tienen esa tendencia. Pero así a la larga nos enviciamos. La tortuga
tiene su caparazón, y es lenta. No es flexible, ni le gusta mucho lo nuevo.
Avanza poco, pero seguro, aunque ve más al suelo que al cielo. Tampoco la
tortuga debe dominar.
Muchos psicólogos dicen que
tenemos una serie de defectos en el cerebro de fábrica, además de que lo usamos
sin tener un adecuado manual de instrucciones.
Hay que tomar en cuenta esto para explicar la tendencia natural a
cometer errores. Y los errores son distintos de acuerdo al tiempo de reflexión
con el que contamos para tomar nuestras decisiones. Por eso las tres
modalidades del ajedrez que ahora se estimulan por el afán mercantilista de las
Federaciones, normalmente dirigidas por personas que no les interesa la
creatividad en ajedrez, ni sus aspectos educativos o en el mejor de los casos piensan
que al difundirlo entre el mayor número de personas es ahora más importante de
en qué manera se maneje, se han agudizado las diferencias entre esas
manifestaciones de la liebre y la tortuga.
Obligados por aquello de la
demanda y la oferta, en el caótico y cruel neoliberalismo que justifica todo
por la ganancia material, muchos entrenadores han ido desarrollando
metodologías para lograr el éxito deportivo en cada una de las modalidades que
se les ocurra a los directivos organizar, sean desde ajedrez bug house, bullet
con partidas de a minuto, o con dados, o lo que deje dinero. Incluso llegan a
seleccionar sus “prospectos” en base a lo que puedan sacarle a un engañado
padre que sea mejor consumidor de sus servicios o instrumentos que le vendan.
Por supuesto que los “éxitos” de sus prospectos son efímeros, aunque ya se ha
visto cómo se pueden “arreglar” para que ganen campeonatos.
El caso es que entrenadores
mas o menos serios o que aun no han caído en el sistema de arreglar partidas,
que como acusaba Fischer de los matches Kasparov y Karpov , o como pregona
ahora el GM Salov que en los torneos de elite son cosa de todos los días
actualmente, donde los jugadores de 2800 de repente pierden partidas por
errores increíbles, o en los torneos “abiertos” andan perdiendo con jugadores
de poco más de 2500 de rating; esos entrenadores mas o menos responsables,
también elaboran sus sistemas de entrenamiento para cada modalidad.
Ya que la mayor parte de los
ingresos de una asociación, o de un entrenador provienen del dinero de padres
ajedrecistas, ahora las organizaciones están viendo como equilibrar la
explotación a los padres con el apoyo a niños con verdaderas posibilidades de
llegar a ser grandes jugadores, pues sin la zanahoria del progreso en ajedrez
de algunos pocos, los muchos no seguirán aportando, y los innumerables viene
viene que dependen del negocio no subsistirán. Por eso tarde o temprano los
viene viene angustiados recurren a quienes los orienten. Lo curioso es que
generalmente no identifican lo que puede ser la fuente correcta. No conocen
bien la historia verdadera de los modelos y de las metodologías. Y aunque se
les repita que ¡Los Rusos lo hicieron!, buscarán entre los jugadores prácticos,
y no distinguen ya entre entrenadores y viene viene, entre el oro y el oropel.
Y es que con tanta patente
de corsario que FIDE, Fundaciones reparten, ya es difícil distinguir entre
milicias y ejércitos profesionales, y cuando llega la guerra real, descubren
balas de media carga que no sirven para combatir, y será tarde como la venganza
de Villa sobre Columbus para quejarse de que le dieron gato por liebre…
Enero es mes de
encrucijadas, de dos caras, pasado y presente, liebre y tortuga.