En la bibliografía ajedrecista
abundan los libros, revistas y artículos con posiciones a resolver, ya que el
ser humano gusta poner a prueba su capacidad y el ajedrecista en particular
gusta del reto, una de las razones de que practique al ajedrez.
El surgimiento de niños
prodigio en un juego tan complicado y en que lograban vencer a adultos
experimentados y con reconocimientos académicos, intrigo a muchos psicólogos y pedagogos desde
finales del siglo XIX. La
excepcionalidad intelectual es algo que llama la atención, indudablemente, pero
en todos los tiempos el conocimiento es poder y tras la revolución industrial
el nacer con un don intelectual parecía más importante que el nacer con un
título hereditario.
Para los educadores, que
siempre están a la búsqueda de cómo mejorar al ser humano y saben que en disciplinas
en que no se sigue un currículo determinada, como era el ajedrez en el siglo
XIX, se requería hacer diagnóstico. Determinar porqué un pequeño niño podía derrotar
a adultos cultos en una competencia tan puramente intelectual como el ajedrez, atrajo
a un buen número de investigadores.
El pequeño niño polaco
Samuel Reshevsky, que daba exhibiciones de simultaneas de ajedrez por Europa
desde los ocho años con un éxito notable, pronto fue objeto de todo tipo de
pruebas y exámenes de inteligencia.
Después de que el régimen soviético
decidió lanzar un programa masivo de ajedrez debido a que Lenin y varios de sus
cercanos colaboradores tenían la convicción de que la práctica organizada del
ajedrez podría brindar grandes beneficios sociales y políticos a un costo muy
bajo a la Unión Soviética, se decidió hacer una serie de exámenes a los mejores
ajedrecistas del mundo convocados al Torneo Internacional de Moscú de 1925, para
poder perfilar un modelo de enseñanza.
De ahí en adelante los
diseños de diversos test se sucedieron y por toda la URSS primero y por varias
universidades del mundo se han realizado todo tipo de exámenes y test, desde
para identificar escolares con talentos especiales como para verificar avances
y validez de métodos de enseñanza y entrenamiento. Actualmente hay incluso
enciclopedias y catálogos de numerosos
test. Específicamente para el ajedrez se utilizan unos 45 muy reconocidos y elegir
entre ellos es como elegir un buen texto de ajedrez; se requiere una buena
dosis de experiencia, conocimientos y sobre todo sentido común, así como
recabar la opinión de muchos especialistas. Material publicado para hacer test
en base a posiciones son innumerables, ya que también se utilizan para el
necesario entrenamiento diario de un ajedrecista. Existen más de 2000 libros dedicados a ese
tipo de material de ajedrez, ya que además de ser muy útiles son de fácil
venta, pues uno puede entrenarse y entretenerse en cualquier momento
resolviendo posiciones de ajedrez, igual como hacen resolviendo crucigramas
muchos miles de lectores de diarios y ahora millones de jóvenes se divierten
con juegos en sus celulares cuando viajan en transportes públicos.
Pero los libros de test
especiales relacionados con el ajedrez, pero no basados en diagramas de
posiciones no son tan numerosos, pero si muy necesarios, unos 45 repito.
Son famosos los tests que le
hicieron a Reshevsky, los de Moscú 1925, los que hicieron a Arturo Pomar y que
se publicaron en el famoso libro de Alekhine, “Legado”, pero hay decenas también
muy respetables, con autores reconocidos como De Groot y el GM Krogius, y casi
en cada universidad algún psicólogo se ha graduado con tesis relacionadas con exámenes
a ajedrecistas. Tan solo en Cuba se pueden hallar unos diez trabajos con ese
tema y en Rusia unos 200, muchos de ellos publicados en la red de internet.
Los entrenadores de ajedrez
deben tener presente que la psicología aplicada al ajedrez es una materia
imprescindible para su formación, y que por ello requiere que uno sr actualice
constantemente.
Creo que se ha avanzado
mucho en ese aspecto y creo que en México ya se puede establecer un programa
confiable de exámenes y seguimiento similar al de Ponte al Cien que ha tenido
tan buen efecto en la condición física de muchos escolares. Pronto un Ponte Al
Cien en ajedrez será posible y se podrá colaborar de manera efectiva en que
muchos jóvenes ajedrecistas encuentren “el camino que los sueños prometieron a
sus ansias”