(Dedicado a Roberto
Ocampo Crespo, 1908-2007)
Por MI Raúl Ocampo
Vargas.
En estos días en que niños se
gradúan de Grandes Maestros y ya a los doce años logran ratings de 2600 y ganan
torneos del más alto nivel, hay algunos que pretenden graduarse de Gran Maestro
después de los 50 años de edad.
Observe los trabajos de
preparación de un cincuentenario Maestro Internacional cubano que se esfuerza
para alcanzar ese logro y poco después, a unas 95 millas, a otro
cincuentenario norteamericano, Eric Moskow, lo escuche dar una plática de cómo
con la edad se volvía uno mejor médico y en analogía estaba decidido a hacerse
mejor ajedrecista.
Entonces se me ocurrió presentar
en este espacio un libro que fue escrito por dos personalidades del ajedrez
londinense, pero con una fama que rebasa fronteras nacionales y fronteras de
conocimiento: el Gran Maestro Raymond
Keene y el ajedrecista afamado y mecenas de clubes de Londres Tony Buzan.
Keene ha escrito casi una centena
de libros de ajedrez y con tantos campeonatos de Inglaterra en su haber es muy
conocido. Tony Buzan, promotor y creador de los “Mapas Mentales”, además de
conocido organizador de ajedrez, sobre todo de los encuentros entre la Universidad de Oxford
y la de Cambridge en ajedrez, cuya tradición se remonta a 120 años atrás,
también tiene decenas de libros en su haber.
Muchas veces en mis cursos dedico
muchas lecciones a técnicas de estudio y de razonamiento y por supuesto tengo
que tocar el tema de los Mapas Mentales, así como otras herramientas
desarrolladas por Buzan, ya no hablemos de mucho material técnico de ajedrez
tomado de los libros del GM Keene. Incluso desarrolle un curso de “Mapas
Mentales y Ajedrez” que he promocionado desde hace unos años y tengo un
cuaderno que abarca toda esa temática.
El caso es que en particular esos
dos autores realizaron un libro muy especial para todos los viejos que
insistimos en tratar de superarnos en ajedrez a cualquier edad.
El libro en cuestión sostiene que
uno debe mejorar con la edad en asuntos de la mente, incluyendo el ajedrez.
El libro se titula “The Age Heresy: You Can Achieve More - Not Less - As You Get Older.”
No es precisamente de ajedrez, pero es especialmente importante para el
gremio.
Debiera ser conocido por todo
aquel que se pregunta si tiene edad para subir de juego. Afortunadamente es
fácil de conseguir en inglés. Desgraciadamente, como Tony Buzán se lamenta, no
ha sido editado al castellano.
Particularmente importante por
los autores, expertos en saber como el cerebro opera. Su afirmación de que uno
puede mejorar con la edad parece atrevida, pero advierten que para lograrlo hay
que trabajar duro.
En esta época cuando todos
tenemos al fantasma del Alzheimer sobre nuestras cabezas, es alentador saber
que los ajedrecistas tienen poca propensión debido a su constante actividad
mental. Buzan y Keene recomiendan en este brillante y trascendental libro que
primero que nada uno debe estar socialmente activo, participar en reuniones, no
hacerle al monje ni al ermitaño. Se observa más deterioro en aquellos que le
quieren hacer al Howard Hugues, o se encierran en habitaciones.
Segundo, deben estar mentalmente
activos, ponerse retos, exigirse soñar y luchar para realizar sus metas.
Aquellos que están mentalmente
activos aumentan sensiblemente su inteligencia verbal con la edad si mantienen
sus intereses intelectuales. Estudie ajedrez toda la vida.
Yo me precio de tener tres
alumnos por correspondencia (email) de más de setenta años, recientemente pidió
informes para inscribirse un profesor de 89 años, que sería el record.
Tercero, necesita tener una
personalidad flexible, ser tolerante, no de aquellos que no creen en los
cambios, que piensan que todo tiempo pasado fue mejor, al estilo de Manrique.
Así, es natural “como se viene la muerte, tan callando”…Flexibilidad, es
atributo que hay que cultivar. Citan un dicho inglés, “los perros viejos no
tienen trabajo en aprender nuevos trucos, simplemente piensan que no vale la
pena”. Deben disfrutar lo nuevo y las novedades, festejar que se cae el muro de
Berlin, que desaparece esto y lo otro y aparecen cosas nuevas. Vi llorar a
muchos izquierdistas mexicanos cuando desapareció la URSS, pero debieran de
haberse alegrado que en los Gulags se abrirían las puertas de la libertad para
unos milloncitos de rusos.
Cuarto, Buzan y Keene dicen que
hay que dejar de ser llorones. Si un niño de seis años no llora porque esta
perdiendo la memoria y olvido sus dulces en la escuela, “Ay, me olvide, es que
ya tengo seis años y se me pasan las cosas”; tampoco un viejo debe hacerlo. No
rebajarse, ni hacerse el chiquito, no disminuirse, hay que mantener la estima
en alto. “Deje una pieza por que me estoy volviendo viejo” y dan ganas de
contestarle: “¿Y a lo tarugo no le dejas nada?”. La verdad es que los viejos
tenemos más memoria de lo que reconocemos. La memoria a largo plazo, afirma
Buzan es un proceso tan automático que no nos damos cuenta a veces que es
memoria. Es como el lenguaje. Y hay que recordar que para estudiosos como el
gran Vigotsky y el ajedrecista Ziatdinov, el ajedrez es similar al lenguaje.
En el libro ponen una cita de
Aristóteles que ojala pueda traducir bien, que en inglés la ponen así:
“Education is an ornament in prosperity and a refuge in adversity. It is the best provision for old
age. Educated men and women are as much superior to the uneducated, as the
living are to the dead", (“La
Educación es un ornamento en la prosperidad y un refugio en
la adversidad. Es la major provision para la ancianidad. Los hombres y
mujeres educados son tan superiores a los incultos como los vivos lo son a los
muertos”).
Si uno participa en torneos,
enseña a otros, va a eventos, colabora con los clubes; lo que esta haciendo es rejuvenecerse y alejar
a la Parca. Al
barquero que cruza la laguna Estigia le gusta el silencio y no le agrada le
lleven pasajeros ruidosos. Haga ruido y no lo recogerán como cadáver.
Si está muy viejo, debe continuar
esforzándose para subir de rating.
Recientemente falleció mi tío,
hermano de mi padre, a los noventa y nueve años, fue un ejemplo en no hacerse
el chiquito, en ser flexible y mantenerse socialmente activo, le gustaba el
alboroto y la gente. Si tuviera que resumir en pocas palabras su característica
más valiosa, además de ser afectuoso, diría que siempre fue creativo.
Valladolid, Yucatán a 21 de junio
de 2007