1 may 2007

Siempre hay secretos.


En el blog “chesscorner” del buen amigo Othon Partido, comentaba un lector sobre los métodos soviéticos y los llamados secretos de la escuela rusa de ajedrez. ¿Había secretos realmente? Varios libros llevan títulos que lo sugieren, como el de Alburt “Secretos de los Maestros Rusos”, otro de Bruce Pandolfini y uno más allá del GM Andrew Soltis. En artículos anteriores publiqué la observación de que después de la derrota del GM Spassky frente al GM Fischer, las publicaciones periódicas rusas de ajedrez sufrieron una transformación y daba la impresión de que se ocultaba algo. El GM Lev Alburt comenta en la presentación de su renombrada serie de libros que el MI Roman Perelts había salido de la URSS cargando escondidos múltiples cuadernos con notas sobre los métodos de entrenamiento de la URSS y que la serie de libros eran producto de estos cuadernos sustraídos casi de contrabando.
Luego el MI Rashid Ziatdinov publicó primero unos artículos y luego un libro sobre lo que el llamaba el “RAM” de los Grandes Maestros y hablaba de la “leyenda” de las 300 posiciones del ajedrez soviético, compendio de conocimiento y entrenamiento al que denominaba el gran secreto de la escuela soviética. Ya luego el GM Lev Alburt también publicaría su selección de 300 posiciones, así como difundiría, en una serie de artículos, algunos lineamientos “secretos” del ajedrez soviético.
Esto en relación directa con el ajedrez. Pero en temas relacionados o indirectos también se hablaba de secretos, como los referentes a la preparación psicológica de los deportistas (ajedrecistas también incluidos). La influencia de los trabajos de un notable psicólogo (aunque es difícil limitarlo como tal), hasta hace unos años desconocido en Occidente, Lev Simeonovich Vigotski, en la psicología educativa y en consecuencia, de la enseñanza o transmisión de todo tipo de conocimiento o desarrollo de una habilidad en la URSS no puede pasarse por alto y es también “un secreto” de la forma de estudiar y enseñar correctamente el ajedrez.
En la URSS se trabajo sobre todos los aspectos que confluyen en el ajedrez, desde dietas hasta ejercicios de acondicionamiento físico, pasando por técnicas de concentración, manejo de la informática, de la biblioteconomía, de la elaboración de cuadros sinópticos, de toma de apuntes, de diagramas de palabras clave, o de lo que después de Tony Buzán llamamos “mapas mentales”, de tarjeteros, de técnicas de relajación, preparación de programas de entrenamiento en microciclos, calendarización de participación en eventos en base a biorritmos, curvas de rendimiento, organización de eventos de promoción, eventos docentes, estudio de reglamentos para elaborar planes de trabajo para el logro de normas para obtención de títulos, análisis de situaciones típicas en un tablero de ajedrez, así como su estudio; análisis de situaciones típicas en una competencia, así como su estudio, etc., todo, en suma, lo relacionado con el mejoramiento de desempeño en el ajedrez. Cada aspecto fue analizado sistemáticamente para extraer su más pequeño secreto.
Fue una labor de muchos especialistas durante décadas, dirigidos por personal altamente calificado en un ambiento de centralismo democrático rayando en una dictadura del proletariado donde el mando lo ejercía él que era más apto, independientemente, increíblemente para el medio soviético, de filiaciones políticas. La tarea ante todo.
Esto me recuerda a Platón en su cuento del navegante:
“Los marineros pelean sobre el control del timón… No entienden que un verdadero navegante sólo puede prepararse a capitanear un barco estudiando las estaciones del año, el cielo, las estrellas y los vientos y todo lo que se relaciona con su embarcación y no tienen idea que junto con el arte de navegar, pueden adquirir, por estudio o práctica, habilidad para controlar el timón, les guste o no a algunos de ellos. Si el barco se gobernara de esta forma, ¿estarían dispuestos los que están a bordo a llamar en lugar de al experto en navegación a un simple astrólogo, que pasa el tiempo en pláticas ociosas y no les es útil?”
El barco de Platón es como cualquier organización arruinada. La gente ronda esperando que alguien se haga cargo, escogiendo entre ellos como líder a veces al más popular aunque no al más calificado. Como el navegante del cuento, rara vez los empleados seleccionan al candidato más competente para administrador.
En la URSS el ajedrez era considerado de tal importancia, que no se podían dar el lujo si no de tener al más apto a cargo.
Aunque hay que aclarar que se seguía la regla de Sócrates, la de nutrir la discrepancia. Por eso se realizaban congresos anuales entre los entrenadores para discutir cada método, para intercambiar secretos. En The Effective Executive, Peter Drucker afirma: “La primera regla en la toma de decisiones es que no se toman a menos que haya desacuerdo”.
En una junta, Alfred P. Sloan, aquel que salvó de la quiebra a General Motors, dijo: “Señores, entiendo que todos estamos de acuerdo con esta decisión”. Los que estaban alrededor de la mesa asintieron. “Entonces”, continuó, “propongo que pospongamos la discusión sobre este asunto hasta nuestra siguiente junta para darnos tiempo a desarrollar desacuerdos y así quizás logremos entender la decisión”.
El “secreto” que resalta de esto, es que en la escuela soviética de ajedrez se evitaba el monólogo doctoral y se alentaba el diálogo. La dialéctica ante todo.
Al desaparecer la URSS, la gran cantidad de bien preparados entrenadores y organizadores no murieron de pronto, siguieron vivos y pasaron a formar las nuevas escuelas rusa, ucraniana, bielorrusa, georgiana, letona, armenia, azerí, uzbequistana, etc., con los secretos soviéticos heredados y los secretos particulares de cada nación y región; incluso de cada entrenador. Como resultado de la “discrepancia nutrida”, la variedad se aumentó a grado sumo y trajo como consecuencia una riqueza abundante de “secretitos”. La desaparición de la URSS en 1991 coincidió, y hasta cierto punto fue consecuencia de, del inicio de la revolución informática. Cambiaron las estrategias de comunicación y las maneras de enseñar, creando una fuente fértil para el descubrimiento de nuevos secretos. Para los occidentales ya no bastaba tener conocimientos de ruso, ahora era necesario poder acceder a textos en letón, en georgiano, o en armenio. Ya se volvía tarea imposible el ser vigilante tecnológico de toda la secrecía ajedrecística derivada de la escuela soviética. Eso sin contar a la diaspora que se movió a Occidente, como el mencionado GM Alburt, el importantísimo GM Dorfman y el GM Yusupov.
La metodología para fabricar Grandes Maestros se fue enriqueciendo y perfeccionando a tal grado, que ahora podemos ser testigos de cómo surgen, en el inicio de la adolescencia, una gran cantidad de Grandes Maestros, mientras que los “fabricados” con los cuidados de la mitad del siglo XX, se niegan a ser desplazados y aún vemos al Tiranosauros Rex del GM Victor Korchnoi, aplastar a jovencitos Grandes Maestros salidos de la probeta del silicón. Ya era impresionante que la carrera de un Gran Maestro durase desde los 18 o 20 años de edad, como Spassky y Larsen, hasta los 60 años o más, o hasta el fin de su vida, como vimos en Petrosian o Polugaevsky. Ahora podemos suponer que Grandes Maestros que ahora tienen 14 años, seguirán jugando fuerte unos 60 años, hasta los 74 años, como Korchnoi nos puede demostrar.
La producción de “secretos” se acelera día a día, y supongo que todos los días se descubren seis o siete secretos que serán operados en alguna de las 2000 partidas semanales que se realizan en torneos internacionales.
Claro que habrá “secretos” reciclados. Ya dice el proverbio, “No hay nada nuevo bajo el sol”. Ya hable de que Drucker estaba reciclando secretos de Platón y Sócrates.
Sócrates podría ser el autor de uno de los principales secretos de la escuela soviética de ajedrez que he podido dilucidar: Es mucho más importante hacer la pregunta correcta que recibir la respuesta correcta.
En “La República” de Platón, los personajes tratan siempre de descubrir la verdad a través de la dialéctica. Uno opina, otro lo critica.
Ralph Waldo Emerson, decía sobre “La República” de Platón: “Quemen todas las bibliotecas, ya que su valor está en este solo libro”. Henry David Thoreau en “Walden, Or Life in the Woods” proponía simplificar todo. En ese caso, el secreto del ajedrez es no hacerlo más difícil de lo que ya es. En “Walden”· se dice: “vivir deliberadamente, a confrontar solo los hechos esenciales de la vida y a ver si puedo aprender lo que tiene que enseñar, y no, cuando llegue la muerte, descubrir que no viví”.