Hace unos días, el 31 de octubre de 2011, falleció en Bogotá, el Maestro Internacional Boris de Greiff Bernal, un gran personaje del ajedrez colombiano y una persona que para cualquiera que haya sido amigo de él era un orgullo decirlo. Muchas veces, en visitas a Colombia, fui presentado así, como si fuera un título: “Es amigo de Boris de Greiff”.
Con esa referencia siempre uno era tratado con mucho respeto. El visitar el “De Greiff Hilton” era un honor. Siempre hospitalario, recibió a muchos ajedrecistas trashumantes en su casa. Cuando a uno le preguntaban donde se había uno quedado en Bogotá y decía que en casa del Maestro De Greiff, como que adquiría uno un aire de respetabilidad. Algo así me pasaba en La Habana cuando decía yo que estaba en casa del Maestro Oscar Cuesta, como que era un señal de que uno era una especie de visitante especial.
Cuando lo conocí en 1970, yo era un muchacho de 17 años que quería conversar con un eminente maestro. Ya a sus 40 años era una leyenda con muchos laureles en su haber. Me lo presentó mi tío, el escritor mexicano Juan José Arreola, y la referencia de que además de ser un eminente campeón colombiano, era hijo del gran escritor León de Greiff me hizo adentrarme en el mundo de la literatura colombiana, en un libro editado en La Habana con una amplia antología de Don León.
Ya en 1974 lo pude tratar más ampliamente en su natal Medellín, durante la Olimpíada Mundial Femenina donde era el Maestro De Greiff director técnico y yo iba como entrenador y feliz observador. El ajedrez “paisa” era magnífico, con jugadores siempre amables como los maestros Henao, Agudelo, por supuesto Carlos Cuartas y Gildardo García, que más cercanos a mi generación me ayudaron a conocer bien la capital antioqueña, el Valle de Aburra. Con De Greiff había coincidido también en Niza en 1974, pero fue realmente hasta Medellín, y luego en un torneo internacional en que ambos jugamos en Ciudad de México, donde si puedo decir que nos hicimos amigos. Me tocó pagar su amplia hospitalidad en Bogotá, mostrándole la Ciudad de México y presentándole algunos escritores y aprovechando mi experiencia como profesor de historia para mostrarle algunas facetas no muy conocidas de museos mexicanos y de varios sitios arqueológicos. No obstante los 22 años de diferencia, (El maestro nació en 1930) nos llevábamos muy bien, disfrutando de veladas de tango argentino en México.
Ya para principios de los años 90s, prácticamente no visite Colombia a pesar de tener algunos parientes políticos colombianos, aunque si tuve la oportunidad de recibir en México a muchos amigos hechos en mis viajes por tierras colombianas.
En varios años solo recibí unos libros que me envió en 2002 y yo envié varias revistas via email y una vez me mando un correo elogiando un artículo sobre la Maestra Internacional y periodista rumana Elizabeta Polihroniade. Quedó de enviarme una foto que tomó en México en donde estábamos con Arreola y García Marquez, que yo le solicité, pero eso fue por 2008 y yo estuve un tiempo desconectado durante un viaje por Cuba.
En Toluca, en abril de este año, el GM Gildardo García me comentó algunos problemas de salud del Maestro de Greiff, pero sin que fueran alarmantes.
Una colección de revistas Alfil Dama que el Maestro me regaló hace unos diez años, los he ido digitalizando, sobre todo de hace unos 40 años, 1969 y 1970, me parece notable y espero completar la digitalización para que se conserve, pues el GM García me comentaba que ya eran muy difíciles de ver aún en Colombia.
Aunque es sumamente triste la noticia, no quise dejar pasar mucho tiempo y de alguna forma rendirle tributo para dar mi testimonio de lo afortunado que fuimos todos de haber conocido en nuestra vida a un ser tan especial como el Maestro Boris de Greiff.