En ocasión del Día Internacional del Libro es común hablar
de que hay que fomentar la lectura y de que el amor a los libros no debe
perderse, pues aunque uno pueda leer los textos en la computadora, no hay nada
como acariciar unas páginas de un impreso y bien encuadernado ejemplar.
Como bibliómano por herencia, pues mi abuelo fue gran lector
y coleccionista de libros y me crié entre dos grandes bibliotecas, la de mi
casa y la de la casa de mi abuelo, seguí la naturaleza de devorar libros y comprar
todos los que pude. Jugaba en sitios donde uno se habla de tú con los ratones y
me hice experto en escalar libreros y estantes. Más que la tierra de los campos
deportivos se me llenaron las manos de los polvos normales de las bibliotecas.
Pero llegó un momento en que ya no pude cargar tantos libros
de un lado a otro y finalmente fui dejando cajas de libros por aquí y por allá,
coleccionando sus versiones digitales.
Sin embargo, la fiebre de comprar libros no se pierde, y un
reciente viaje a Cuba hice una buena recolección de nuevos libros, pues allá si
fomentan la cultura y los precios son bajos, mientras que aquí comprarse un
libro cuesta lo de 10 comidas en una fonda.
Recientemente un alumno me hizo la misma pregunta con la que
ahora exhiben políticos iletrados: “Cuáles libros lo han marcado”. Bueno, físicamente
el segundo tomo de la edición del Universal de México a través de los siglos de
Rivapalacio, que con su kilo y medio golpeó mi cabeza cuando trataba de sacar
otro libro. La marca duró bastante tiempo, pues se unió a la caída de un
estante bastante alto. Otro libro que me marcó que “El Mediterráneo” de Emil
Ludwig; que lo leí en un par de días, para luego volver a leerlo, pues no
quería separarme de él. Había otro, la autobiografía de Benjamin Franklin, que
casí era interactivo, pues desee seguir sus recomendaciones, lo mismo que el
del “Trabajo Intelectual” de Jean Gitton. El de “Civilización Maya” de Sylvanus
Morley fue otro muy importante para mi, lo mismo que los de Thompson y Ruz
sobre la cultura maya.
Pero como seguramente se refería mi alumno a los de ajedrez,
tendría que mencionar que “Medias Horas de Ajedrez con Morphy” y el “Sentido
Común en Ajedrez” fueron de los primeros que leí, lo mismo que el “Chess
Fundamentals” de Capablanca, que lo tenía en inglés y lo leí con diccionario en
mano. Otros que me marcaron fue el de Tal y Zhuravlev, Manual Enciclopédico de
Ajedrez, primero en mimeógrafo en 1966 y luego ya impreso en los noventas, lo
mismo que el Paso a Paso de Zhuravlev, Lecciones de Estrategia de Koblentz,
todos en ruso y que no han sido traducidos.
Pero gran parte de lo que estudie en ajedrez principalmente
eran artículos de varias revistas como “Jaque Mate” de Cuba, “El Ajedrez
Americano” de Argentina, “64” de la URSS primero y luego de Rusia, “Ajedrez” de
Letonia y “Ajedrez en la URSS”; y ocasionalmente “Boletín de Ajedrez” de la
URSS y “Chess Life” de Estados Unidos.
Tenía, heredadas de mi abuelo, grandes colecciones de
revistas de los años treinta, como el Britisch Chess Magazine, Chess Review y
la “Revista Mexicana de Ajedrez” que dirigió mi abuelo de 1933 a 1935.
En realidad en la biblioteca tenía más de 1400 libros de
ajedrez en diversos idiomas, antes que tuviera que adquirir uno yo, que fue el
de Torneo de Candidatos de 1965. Bastante invertiría yo para tener modernizada
la biblioteca que luego tendría libros desde 1860 hasta 1935 y luego de 1965 en
adelante, con una laguna entre 1935 y 1965 que mucho más tarde llenaría.
Muchos de los libros rusos que veía recomendados en revistas
de hace cuarenta años, hasta pasado 2009 los pude conseguir digitalizados y
conocerlos realmente. Ahora, gracias a un catálogo de Sajarov sobre libros de
ajedrez editados en la URSS, puedo decir que los tengo todos digitalizados,
esto en lo que toca a ediciones nacionales de la URSS, de las ediciones de cada
república, de las que no hay catalogo completo, si me deben faltar muchos, pues
seguido me sorprendo de “bajar” libros de Ucrania, Bielorrusia y Letonia que no
conocía antes y que no eran de distribución por toda la URSS, sino más bien
local. Lo mismo sucede con infinidad de revistas locales.
El síndrome del pajar es terrible y creo que será necesario
hacer algún boletín o serie como de “Platícame un libro” para recomendar los
libros relevantes, pues es imposible estudiar muchos y tanta abundancia de
información puede tener tan mal efecto como la ausencia o lagunas de
información.
En Inforchess tuvieron mucho éxito los artículos sobre
recomendaciones de libros, pero en los dos últimos años ha cambiado mucho el
panorama, pues se pueden conseguir digitalizados prácticamente todos los libros
de ajedrez y ha aumentado mucho el número de libros traducidos al castellano a
partir del inglés y el ruso. Además el lugar donde publicaba esas
recomendaciones se dedica a la venta de libros y no es fácil conciliar esto con
sugerencias piratescas, además de que sería entrar en una polémica sobre la
piratería en ajedrez.
Creo que tan pronto logre salir de baches de salud, que de
repente me salen y luego libro, me ocuparé en el trabajo extra de este “Platícame
un libro de ajedrez” que pienso sacar en texto y en audio, para juntarlo con mi
proyecto de programas de radio de ajedrez en Dos Méxicos A.C.
Por lo pronto, después de la pesadilla del viaje en “Ibrahim
Martínez Tours” de 35 horas en camión y
no dormir para nada, para tener que jugar todas las partidas de blitz y luego
regresar otra vez en camión, lo que fue el peor torneo que me ha tocado “experimentar”
y que de milagro no perdí todas las partidas, además de atestiguar cada
barrabasada, de las que nos esperan cuatro años más; no se si quedé traumatizado
o simplemente agotado, pero la salud desde entonces va y viene. Como decía Aliosha Tavison tras tener un
pésimo torneo: “Nos trataron peor que a animales”
Lo curioso es que en la clausura del evento, todos deseamos
buen viaje a Ecuador al GM León Hoyos, cuando ya varios de los presentes sabían
que no era un torneo autorizado por la FIDE y no serviría para el rating, ni
para normas,( uno hizo una de GM y otro de MI, que no serán homologadas), ya
que la Federación de Ecuador “oficial” no avalaba el evento a pesar de un
fuerte patrocinio del gobierno de Ecuador. En pocas palabras, un fraude al que
enviaron, con su beneplácito nuestras autoridades ajedrecísticas, a León Hoyos
para ver que jugase en un evento “pirata” solo por una lana. ¡Que alguien me
explique!
Tenemos Confederación de las Américas, Iberoamericana, nos
falta una Latinoamericana, y otra Atlántico Europa América, y la Asia Pacífico
como entre universidades. En México a ver si hacemos algunas “Organizaciones”
para dar variedad al caldo, como hace ya 40 años que teníamos tres
federaciones, la Federación Provincial de la República Mexicana, La Federación
Mexicana de Ajedrez y la Liga Nacional de Ajedrez, y había muchos más torneos
que ahora, pero luego se integraron en FENAMAC y surgió el Instituto Mexicano
de Ajedrez y otras organizaciones “nacionales” más. Casi en cada entidad hay
disidentes, pues unos tienen el aval y otros los ajedrecistas. ¿Cuándo uniremos
ajedrecistas con dirigentes avalados? Poderoso caballero…