Una de las preguntas más frecuentes que recibo es, por supuesto, sobre la manera de mejorar en ajedrez, por lo que es un tema sobre el que escrito muy a menudo y sin embargo, a pesar de que la respuesta me parece simple, nunca parece suficientemente explicada.
Para el ajedrecista su herramienta principal es el cerebro, instrumento maravilloso que pocos jugadores aprenden a usar realmente. Podría uno decir que no todo depende del cerebro en ajedrez, que cuenta mucho la voluntad de ganar; pero esta misma voluntad esta relacionada con el cerebro. Creo que discutir cosas como la inspiración, u otros aspectos que parecieran espirituales y ajenos al cerebro, cuando las mismas religiones aceptan la importancia de los órganos físicos para “albergar” el espíritu, quedarían fuera de lugar.
Lo práctico es aceptar que el buen desempeño en el ajedrez depende de un cerebro bien entrenado, enseñado y habituado para jugar bien al ajedrez.
¿Cómo entrenar, enseñar y habituar al cerebro? Para responder esa pregunta, los especialistas en ajedrez deben abrevar de las fuentes de conocimiento que brindan otros especialistas. No caer en el error común de muchos grandes maestros que, porque juegan excelentemente ajedrez creen o suponen saber de todo. Dicen que Botvinnik, con su alta capacidad intelectual natural y su bien entrenado cerebro, a veces se pasaba y opinaba vehemente de asuntos fuera de su especialidad. Quien está acostumbrado a vencer a sus contrincantes en un duelo mental tan exigente como es el ajedrez, caen fácilmente en la creencia que superan a todos en lo que se refiere a evaluar situaciones.
El consejo general es que si uno quiere mejorar en ajedrez, necesita saber más de cómo el cerebro trabaja en general y luego, como su propio cerebro trabaja.
Ahora que esto no puede hacerse por si mismo totalmente, se necesita ayuda. Todo lo que el hombre sabe o desarrolla parte de una base inicial de aprendizaje que toma de otros. Esta capacidad de socializar el conocimiento y el desarrollo de habilidades es lo que ha hecho que la raza humana haya superado a las demás especies.
Existe una colección de entrevistas que un periodista especializado en ajedrez, excelente entrenador y maestro internacional ha hecho a una serie de brillantes grandes maestros y en dichas entrevistas es común leer que muchos vivían en lugares donde no había mucho ambiente de ajedrez y decidieron trasladarse a otras ciudades en busca de los especialistas en entrenamiento que pudieran ser sus guías. Algo semejante pasaba con los pintores, escultores e incluso médicos y filósofos desde la época clásica griega y pasando por la edad media, hasta el momento actual donde jóvenes ambiciosos luchan por ganarse una beca para estudiar en Harvard y tomar clases con profesores incomparablemente superiores a los de su pueblo.
El problema geográfico poco a poco lo va atenuando internet, lo va atenuando. Normalmente un país iberoamericano, incluyendo Cuba y Argentina, posee menos de una decena de entrenadores realmente capacitados, por lo que quizás para cada 5000 jugadores que requieren enseñanza exista un solo entrenador.
Según la colección de entrevistas, el 95% de los grandes maestros entrevistados afirman que el topar con un entrenador capaz les cambio la vida, y un 70% dice que ese entrenador no era gran maestro. En www.Chesscafe.com le preguntan a Bruce Pandolfini al respecto, ya que él, sin poseer título internacional es un entrenador muy solicitado. El contestó como muchos jugadores, para que un entrenador sea eficaz, si el pupilo no ha llegado a 2600 de rating, no es necesario que sea gran maestro, luego si, y lo mejor es un equipo de entrenadores.
En particular llamaba la atención la historia de un gran maestro que vivía en Mursmank, ya en el Círculo Polar Ártico y sus esfuerzos para conseguir entrenador.