Los grandes eventos internacionales realizados en 2007 en México no rindieron, ni remotamente, los beneficios que se esperaban en términos de difusión y popularización del ajedrez, si bien dieron pie a la sospecha de que algunos funcionarios públicos siguieron el lema de que “De la obra sobra” y les pareció una experiencia agradable el “apoyar” tales “magnofiestas” y desean repetirlas.
Es natural que hayan fracasado rotundamente. Primero porque el medio no estaba maduro para tales “fiestas” y el escaso personal técnico mexicano no fue aprovechado, sino más bien relegado y alejado de participar en la organización. Segundo, se trajo personal extranjero de muy dudosa calidad y no necesariamente mas capacitado que el nacional y si mucho más caro.
Tercero, se hicieron demasiadas concesiones a organizadores internacionales a consecuencia de no contar con conocimientos ni experiencia en negociaciones ajedrecísticas internacionales.
Fueron, en resumen, ideas desarrolladas por gente quizás bien intencionada, pero ignorantes en ajedrez, como es natural entre los importantes empresarios mexicanos, y que se dejaron deslumbrar por los oportunistas internacionales a los que confundieron con modernos Quetzalcoatls ajedrecísticos.
Prefirieron relegar a figuras probadas mexicanas y contratar a los cirqueros trashumantes habituales del circuito “elite” internacional que han demostrado ser buenos para cobrar y dar recibos más elevados que los honorarios recibidos.