20 ago 2007
Actuación buena de Manuel León Hoyos en Maguncia.
En un torneo en que participaron 739 jugadores, entre ellos 62 Grandes Maestros y 49 Maestros Internacionales, el GM electo Manuel León Hoyos logró 8 puntos de 11 y se colocó en el lugar 45, delante de al menos 19 Grandes Maestros. Su resultado es una performance de 2512, lo que puede darle algunos puntos de Elo para asegurar el que se haga oficial su título de Gran Maestro, pues en Holanda perdió algunos que pudieran convertirse en muy costosos puntos. Es importante que alcance los 2500 de rating en la próxima lista para que sea cuestión de trámite el que le den el título en el próximo congreso de la FIDE. A veces pasar de 2400 a 2500 se lleva más de un año y sería lamentable que 2008 León no lo reciba ya con su título en la mano. De hecho es ya Gran Maestro, pero esto no será oficial hasta que se llenen todos los trámites. Lo importante es: ¿Después qué? En plática informal con su padre le decía que a veces el obtener el título de GM demasiado joven tiene sus desventajas y le hable del caso Reshevsky, que aunque ya jugaba como GM antes de los 14 años, las autoridades de los Estados Unidos forzaron a sus padres a mandarlo a la escuela, pues como se la había pasado dando exhibiciones de simultáneas desde los seis años, no había terminado la primaria. Reshevsky se retiró del ajedrez hasta terminar la universidad. Regreso como a los 23 años y pronto se colocó en los primeros lugares del mundo a partir de 1935 (a los 25 años, más o menos) y se mantuvo ahí hasta 1968, cuando disputo su último torneo de Candidatos al Campeonato Mundial. 33 años en que además, con todo y Fischer, prácticamente dominó la escena en los Estados Unidos. No se puede aspirar a las grandes alturas sin una preparación general, pues no basta nada más jugar ajedrez para realizar una carrera exitosa de ajedrecista profesional. Varios jugadores que se hicieron Grandes Maestros muy jóvenes, pero sin preparación académica formal no les fue muy bien o se inadaptaron a la sociedad. Uno piensa por supuesto en Fischer, pero hay varios casos más.
Siempre hay la imagen de un campeón de un pueblo que antes de los 20 años destaca, pero deja los estudios ante los elogios desmesurados de que va a llegar a ser un maestro. Juega torneos fuera del pueblo y juega como nunca y pierde como siempre. Anda luego por los 30 años, sin profesión, sin trabajo y sin título de nada en ajedrez. No quiere trabajar ni como instructor. Termina haciendo cochupos de todo tipo, vendiendo partidas, “coyoteando”. ¿De quién es la culpa? Un elogiador se parece tanto a un amigo, como un lobo a un perro.