22 ene 2009
El Talento, sobrestimado al considerar los factores que explican la excelencia.
Si bien ya había comentado en www.inforchess.com un artículo aparecido en el Harvard Businnes Review sobre la manera en que se ha sobrestimado el talento como factor, y comenté las opiniones de una de las coreógrafas mas reconocidas, un nuevo libro ha aparecido sobre el tema y ha sido comentado por varios sitios web del ajedrez.
De nuevo el argumento que sostengo de que lo importante es la Práctica Deliberada, es reforzado por académicos de gran prestigio.
El ser humano no tiene límites, tanto en su excelencia, como en su estupidez. Si existieran tales límites habría que cuestionar lo libre del libre albedrío. Los limites se los pone él mismo. Todos sus problemas y sus soluciones, sus desgracias y sus alegrías, residen dentro de él mismo.
Si pudiéramos echar la culpa del fracaso a la falta de talento, difícilmente se podría hablar de hacer al ser humano responsable de su destino. Entonces la frase de Amado Nervo de “Ser el arquitecto de mi propio destino” sería palabrería.
El caso es que Geoff Colvin, editor y columnista de la revista “Fortune” publicó su libro “Talent is Overrated -- What Really Separates World-Class
Performers from Everybody Else” (El talento es sobrestimado ¿Qué separa realmente a los que se desempeñan a alto nivel mundial de los demás), que trata de explicar si el éxito nos llega de arriba en forma de talento o es resultado de algo más “terrenal”. Claro que de cualquier manera lo que haga que alguien se destaque tendría finalmente un origen divino, pero supuestamente a todos se nos ha dotado de dones y depende de nuestro libre albedrío la razón que haga la diferencia. Alejandro Carpentier en “El Reino de Este Mundo”, explica que aquí en la tierra es donde nos ganaremos las medallas gracias a nuestro libre albedrío, mientras que en el “Otro Reino”, ya las jerarquías están repartidas. Los ángeles no tienen alternativa ahora, sino ser ángeles, aunque antaño algunos decidieron “caerse”.
El caso es que lo que según “El Corán” se ofreció a los animales, a los árboles a las montañas y mares y que no se atrevieron a aceptar, el hombre si tuvo el valor para hacerlo: el libre albedrío, lo que le ha dado la posibilidad de ser estúpido o brillante, sin límites…
Colvin subraya que no existe un “Fast Track” para los grandes logros, que el esfuerzo que se requiere para todo es enorme, aunque a veces no lo parezca, pero aún para aquellos que, a nuestro parecer, logran fácil sus hazañas, les ha costado sangre, sudor y lágrimas.
En el libro se habla de Mozart, de Tiger Woods y de las Polgar, resaltando que tenían alfo en común. Trabajaron desde muy pequeños y muy duro, además de tener la suerte de contar con padres e instructores muy brillantes que desde muy temprana edad decidieron torturarlos con una persistencia obsesiva en un propósito determinado, con lo que reunieron toneladas de práctica deliberada.
Así parece que más que talento, lo importante es tener un preceptor, un tutor de gran capacidad y mejor si es su padre. Tanto papá Mozart, como papá Woods y papá Polgar eran de lo mejor del mundo en su especialidad como instructores. Se aplicaron a sus hijos a un nivel casi de autosacrificio. Por cierto, la película Amadeus se me hizo de lo más injusta tanto en lo que toca a papá Mozart como a Sallieri. El caso es que, como cita Colvin, Mozart a los 21 años, cuando arriba al plano de ser un músico de nivel mundial, ya había acumulado 18 años de entrenamiento intensivo. Lazlo Polgar en los años 1960s ya estaba seguro de que se podía crear un Gran Maestro independientemente del talento del aspirante. Lo demostró con sus tres hijas, quienes además de ser Grandes Maestros de ajedrez, son seres humanos perfectamente desarrollados, como sospecho que Mozart lo era y Tiger Wood lo es, a pesar de la imagen de “extraños” que algunos mediocres quieren crear.
En resumen, Colvin afirma que la correlación entre inteligencia y excelencia no es tan grande como se ha afirmado, es más un problema de decisión a hacer el esfuerzo, más de actitud y más de habituarse a trabajar duro.
También afirma que el entrenador o coach es fundamental y hace al lector recordar que los más grandes golfistas continúan tomando lecciones con sus maestros toda la vida.
Textualmente Colvin escribe al preguntársele del tema de la práctica deliberada:
“¿Cómo diseña un individuo una rutina de la práctica deliberada?”
Colvin: Para la mayor parte de personas, sobre todo aquellos que son tempranos en su formación, un profesor o entrenador (coach) es provechoso en el diseño de la práctica. Esto es debido a que el profesor sabe más sobre como la gente avanza en un campo dado - qué habilidades deben ser aprendidas y en que orden - y también puede proporcionar la reacción de suma importancia en resultados.
Seguramente es posible para la gente el diseñar su propia práctica, pero un profesor o entrenador es siempre beneficioso. Recuerde, hay una razón de que hasta los mejores golfistas del mundo todavía van a hacia sus profesores.”