Aunque a cada torneo sus organizadores le quieren llamar “Nacional
Abierto” y por todos lados en Internet sale que Juanito Banana del Instituto “Sueños
de Guajiro” ganó es campeón nacional y luego cuando uno ve la nota resulta que
lo que Juanito Banana ganó fue la tercera fuerza en el “Nacional Abierto” de
cualquier fin de semana en Mazatlán; solo se le puede llamar en México
Campeonato Nacional Abierto al realizado durante la semana santa, como ya es
tradición en los últimos 59 años, aunque alguien perdió la cuenta y le puso
edición 58, pues se tragan un año en que hubo tres torneos que se hicieron al
mismo tiempo, en 1971, y no quisieron aceptar ninguno de los tres, a pesar de
que uno de ellos fue avalado por el mismísimo Presidente de la República, Luis
Echeverría Alvarez y fue ganado por el MF Alberto Campos Ruíz que recién había
cambiado su residencia de Arequipa en Perú por la Ciudad de México.
El caso es que año con año se reúnen una buena cantidad de
ajedrecistas de todo México y una docena de extranjeros a competir en este
evento de una semana, por lo general 9 rondas sistema suizo en la categoría
internacional. Un buen contingente de cándidos niños y a veces una buena
cantidad de padres a quienes confunde eso de los “avales”, derechos, patrocinios,
becas; quienes hacen un gran esfuerzo para viajar cientos de kilómetros para
que sus hijos participen en un evento que desde el punto de vista técnico es
uno más del calendario y desde el punto de vista del comercio, es la principal
fuente de ingresos de quienes, sin tener ni afición ni gusto por el ajedrez, se
las ingenian para hacer un modus vivendi de esa actividad.
Como en todo festival hay todo tipo de personajes y personalidades.
Los mejores jugadores del país compiten no solo por los premios sino por el “Elo”
simpatía de federativos y patrocinadores, van a grillar apoyos, hospedajes y
todo tipo de favores; en fuerte competencia con quienes no juegan ajedrez pero
se las ingenian para emplearse en algo relacionado con el ajedrez. Realmente es
un show que uno no debe perderse, pues cientos de personas amantes del ajedrez
conviven alegremente, tratando de mantenerse a salvo de todo tipo de arribistas
y vendedores de falacias.
Así mismo es una buena oportunidad de intercambiar ideas, de
hacer grupos para realizar eventos, surgen proyectos conjuntos entre personas
valiosas que residen a gran distancia unas de otras y que sin embargo logran
unirse para promover el ajedrez. Además
del turismo deportivo, muchos niños y jóvenes se motivan con el ambiente y la
oportunidad única de convivir con muchos grandes maestros y maestros
internacionales, así como conocer un poco, percibir un poco, sentir un poco, lo
que es el ambiente nacional e internacional de ajedrez.
Para muchos que habitan fuera de la capital de la República
el nacional abierto es una excelente oportunidad de adquirir bibliografía especializada
de ajedrez de alta calidad, lo mismo que equipo deportivo de ajedrez, e incluso
“software”, así como enterarse del calendario de eventos y de cursos de
ajedrez, tanto de árbitros como de instructores.
Uno de los principales atractivos del evento es precisamente
el material que se puede adquirir, ya que con el correo deficiente muchos
prefieren hacerse de lo que necesitan de ajedrez en el Nacional Abierto, pues allá
llevarán software y libros a los mejores precios que se pueden conseguir y
pueden comprarse en el evento en vez de comprarlo por correo y esperar semanas
a que llegue por correo.
Hay veces que en este evento han participado más de mil
jugadores, y a pesar de que las cuotas se han elevado mucho en los últimos
años, el número de participantes siempre supera los 700, lo que es un record
pues cualquier evento con las bajas de calidad que algunas ediciones del
nacional han tenido, ya hubiera ahuyentado a la gran masa de competidores.
Con buena voluntad de los jugadores y a veces el excelente
trabajo individual de parte del personal de organización y arbitraje, de alguna
manera el Nacional Abierto se conserva muy atractivo para que los ajedrecistas
mexicanos hagan sacrificios por participar. Para muchos es su único torneo
grande en el año y un verdadero acontecimiento.
Como esta vez se hace en un extremo del norte del país, hay
ajedrecistas de 12 estados que necesitarán viajar por tierra más de 1500
kilometros por una de las partes más peligrosas del país y donde los números de
asesinados diarios está en los primeros lugares de la nación. Si un jugador
viaja del sureste, como algunos de Yucatán y Campeche pretenden viajar por
tierra, cubrirán casi 3200 kilómetros de viaje, lo que me parece una verdadera
hazaña. Bien dicen que las hazañas tienen mucho de locura y es fácil
confundirlas entre sí.