En esta aldea global que es
nuestro mundo aun quedan muchos rastros de las aldeas feudales. Todavía hay
señores que se creen dueños de una fracción de la tierra y que quieren ganar a
costa de los que pasan por ella, sintiendo que la tierra es de quien nace en
ella y no es de todos.
La humanidad se ha estado
peleando por algo que no les pertenece y , como todo producto de una pillería,
tratan, con miles de criticismos, justificar sus egoísmos, cuando lo único que
realmente los respalda es su fuerza bruta, sus armas y ser los más pillos del
lugar.
Tenemos fronteras y como
rejas de celda, el más malo del lugar impone su ley y presume de que viven
dentro de su jaula en un Estado de Derecho.
Pero las leyes, mal que
bien, existen, y se crearon para que al respetarlas todos vivan con orden y,
supuestamente en justicia, que es lo que da sentido a crear estados.
Cada país tiene sus reglas
migratorias y , como muchas parecieran absurdas, algunos ajedrecistas se creen
más listos y pretenden no respetarlas y ser aplaudidos por eso.
Millones de mexicanos buscan
trabajo en los Estados Unidos sin contar con permiso de trabajo y viven
verdaderos infiernos al ser perseguidos solo por querer ganar dinero a cambio
de un trabajo que es necesario para ese país. Parece increíble que por hacer un
bien a un país se le persiga. Pero esa es la realidad. Y aunque toman trabajos
que los nativos no desean hacer, la justificación es que si se permite a los
que no tienen permiso trabajar en los Estados Unidos, el desempleo entre los
nacidos en Estados Unidos crecería, al perder las plazas que se dan a los que
llegan de fuera. La migración entonces es una regulación para proteger a los
nativos. Es como si hablásemos de contrabando, que se impide para favorecer que
los productos hechos en un país se consuman en ese país en lugar de los que se
traigan de fuera sin pagar un impuesto. En pocas palabras es para cuidar que
quien gane dinero no pague algo al gobierno, que es el “dueño” del changarro,
como los señores feudales cobraban por pasar, o por trabajar en sus tierras, lo
que justificaba hasta la locura del derecho de pernada.
Los ajedrecistas, que se
sienten ciudadanos del mundo, van de país en país, ganando dinero sin querer
pasar nada al señor feudal. No pagan impuestos. Un mecánico que cobra por
arreglar un auto 100 dólares, es obligado a dar una factura y pagar unos 15
dólares al señor feudal. Pero un gran maestro que gana 1000 dólares, no da
factura y no paga nada al señor feudal, pero como este es un ignorante, no se
ha dado cuenta que alguien ganó dinero y no le dio su parte. Así cientos de
jugadores juegan torneos y dan clases de un país a otro sin pagar un solo
centavo de su plata a los señores feudales. Claro que cometen un delito según
las leyes del señor feudal.
Eso ha dado ideas a
organizadores para decirles a los maestros que les darán una cantidad extra si
les firman recibos de mayor monto para que todos ganen más y así burlar un poco
más al señor feudal que paga a los organizadores.
Los organizadores prefieren
para ello a los fuereños, pues los locales están bajo mayor control del señor
feudal y tienen que dar una parte de sus premios al amo, de esa manera no les
conviene dar recibos de mayor monto del
que reciben y el organizador no puede ganar su dinero extra.
Por eso prefieren contratar
a los jugadores de fuera que a los locales, aunque sean mejores y se mueran de
hambre. El chiste es ganar dinero y si es a costa de engañar al señor feudal,
mejor.
En Internet se anuncian
todos los jugadores para ser contratados para dar clases y jugar torneos, no
importa el país. Claro que no se requiere permiso de trabajo, pues la idea es
viajar como turistas y así no dar un quinto al señor feudal de impuesto.
Saben que los organizadores locales
los preferirán, no por calidad, sino por accesibilidad para hacer negocios, a
los jugadores locales que están sujetos a ceder una parte de sus ingresos al
señor feudal.
Los fuereños no tienen
reparos, pues si hacen algo malo, hacen como los perritos, sus cochinadas y
echan tierra de por medio.
Hacen los negocios turbios
con los organizadores y el señor feudal, si los pilla, no los puede encerrar
por ser fuereños, se limita a no dejarlos pasar ya mas por sus tierras, que
para eso se las escrituro Dios, para hacer su santa voluntad, “haiga sido como
haiga sido”.
Todos los días los
encargados de Migración logran atrapar algunos de estos turistas “lucrativos” y
les cierran el paso y los marcan, por no querer dar su parte al señor feudal.
Pero la novedad, siendo que
todos los días hay esta comisión de “delitos” de ganar dinero sin pagar
impuestos al señor feudal, (recuerden que Al Capone no lo detuvieron por
asesino o crimen organizado, sino por no pagar impuestos), es que uno proteste públicamente.
Este raro y discutible honor
recayó en el honesto GM Van Wely, que tranquilamente confesó que lo hacía a
menudo, y se queja de que ahora lo trataban como a un asesino.
Bueno, robas un peso y te
dicen delincuente, robas un imperio y eres un gran hombre. ¿Es entonces
cuestión de monto?
El caso es que ganó la
notoriedad mundial por su honestidad. Le preguntaron: “¿Vienes a ganar dinero y
sacaste tu permiso y tu compromiso de dar tu parte al señor feudal?” y
contestó: “Es muy poco dinero, así que no voy a dar nada a nadie, pero si vengo
a beneficiar niños, pues los 100 grandes maestros que hay en Estados Unidos no
lo hacen bien”
El representante del señor
feudal decidió encerrarlo, hasta regresarlo de donde vino. No lo mandó a bañar,
porque temía que perdiera el jabón y no le dio agua porque la derramaría.
Confundió la honradez con la estupidez, pero para todos los representantes de
los señores feudales parecen sinónimos.
Creo que todos deberíamos
protestar, no porque hayan negado la entrada a Estados Unidos a Van Weyli, sino
por el mal trato que dan a los migrantes y que lo que quieren es trabajar, y su
mayor deseo es conseguir un permiso de trabajo y darle su mochada al señor
feudal.
Esperamos que no cunda el
mal ejemplo en España y México, pues si los ajedrecistas fuereños empiezan a
decirles lo que Van reWeily a los representantes migratorios de los señores
feudales, cientos tendrían que sacar sus permisos y pagar impuestos por cada
centavo, como si fueran mecánicos y entonces los organizadores tendrían que
aguantar a tanto maestro local exigente que no deja hacer negocios como los
fuereños. Ni pichan, ni cachan, ni dejan batear.