Decía el gran García Márquez que él escribía para que sus
amigos lo quisieran más.
Lo mismo pasa con esos seres maravillosos que inician una
vida que debiera ser de oportunidad para crecer y manifestarse como exaltación
al creador y que muchas veces es frustrada por personas abyectas. Me refiero a
todos los niños. Siempre que veo un niño confieso que me abordan dos
sentimientos: ternura por lo que son y enorme respeto por lo que pueden llegar
a ser,
Hay niños sirios que vi heridos por armas sofisticadas que
apenas con unos pocos años que vivieron estaban por morir y decían acusadores:
¡Ahora que vea a Dios le voy a decir lo que me hicieron!
Tenemos todos los adultos una deuda de mil afanes con las
generaciones futuras. ¿Y los ajedrecistas que hacemos con un niño que se acerca
al ajedrez?
El niño desea ganar y jugar mejor para que lo quieran más.
Exactamente como el premio Nobel García Márquez.
Le decimos que el ajedrez es bueno para su desarrollo como
persona y le mostramos el juego, que así como ha hechizado a muchos antes que
él, también lo atrae y enamora. Le gusta más cuando gana. Pero le decimos que para ganar hay que
esforzarse, que el esfuerzo premia con éxito, con amor y reconocimiento de
todos. El quiere que lo quieran más. Y se esfuerza. Participa en torneos y
aprende a usar su tiempo de reflexión y lo mide para decidir sus jugadas. Va en
buen camino. Pero para los organizadores esperar cada ronda de 4 horas,
convencer a que se inscriban los jugadores, que a veces dicen no tener tiempo.
Pacientemente convencer, organizar, dirigir, arbitrar. El trabajo es largo y el
pago muy pequeño para tanto esfuerzo.
Pero entonces deciden hacer un torneo “blitz”, más fácil de
organizar, todos se divierten más. Dejan más dinero cinco torneos blitz, se
hacen con menos costo, que un torneo serio y formal.
Al niño le gusta jugar rápido, menos esfuerzo y aplausos más
rápidos. Gana y lo felicitan. Más amor rápido. Dan Medallas iguales que en el
clásico. De repente incluso tratará de
engañar a su oponente y provocar una jugada ilegal. En el clásico no se da,
pero aquí, con segundos para reflexionar no gana el más inteligente y
esforzado, sino el más pícaro y listo, el más agudo…
El niño desea que lo quieran más. Y es más fácil ganar en
blitz, y hay mas torneos, más oportunidades. No se da cuenta de la diferencia.
No se la dicen. Su entrenador lo felicita por su medalla de blitz.
Cuando cumple 13 años tiene malos hábitos para jugar
ajedrez, muy rápido. Tiene 5 años jugando torneos de ajedrez pero cada vez con
resultados diferentes en ajedrez clásico, pero es un rayo en el blitz.
Su nuevo entrenador le dice: “Tendrás que esforzarte mucho,
tienes muchas lagunas de conocimiento y malos hábitos, muchos compañeros tuyos
de tu edad y más jóvenes no están tan echados a perder, te va a ser difícil mejorar”
El ahora casi adolescente se siente que alguien lo engaño.
El solo quería que lo quisieran más.