13 may 2016

¿Cómo estudiar la Apertura? Parte IV




(A la memoria de la Maestra Amparo Vargas Arreola 1926-2001)
Evaluación y seguimiento.
 Retorno al camino, tras de una desviación por el sendero llamado Gambito Albin-Blackburne. Aunque es materia de debate si el “Qué” es más importante que el “Cómo”, podría yo afirmar que hay casos y casos. Lo importante es comprender la esencia del conocimiento del ajedrez y desmitificar la erudición en el mismo.
Anteriormente he especificado claramente que opino que la preparación académica, y con ello quiero decir el estudio sistemático de diversas disciplinas, es de suma ayuda, casi indispensable, para que un jugador alcance los altos niveles en ajedrez. Hay muchos contactos entre el ajedrez y el trabajo académico, pero no quiere esto decir que para jugar ajedrez bien hay que ser un académico.
El ajedrez no es un juego que pueda aprenderse de un libro más que lo que se puede el tenis o el golf. Puede parecer más académico que esos deportes y existen algunos elementos científicos en el. Pero lo cierto es que la voluntad y el disfrute del juego cuenta mucho más que saberse el libro. Es interesante observar que los grandes maestros tienden a tener  una forma de ser más jovial y ligera que de intelectuales serios y con aire de superioridad. Y la mayoría de ellos recomienda mantener una mente despejada tanto antes como durante un torneo en lugar de estar pegado a los libros. 
Se exagera mucho lo que pueden aportar los libros. Tal vez por la propaganda vertida por algunas editoriales. Aquí es tan importante el libro, como la manera de estudiarlo. El “qué” y el “cómo” otra vez.
Hablando del golf o el tenis, nadie afirmaría que se puede llegar a ser un buen jugador estudiando libros, pero en ajedrez no se piensa así.

Kasparov en su libro “Mis Grandes Predecesores” en su capítulo sobre Petrosian escribe: "Esencialmente, la base para el logro creativo en ajedrez es proporcionada por verdades que al principio parecen triviales".

En una introducción de uno de sus libros Valeri Beim escribe:
“En general, yo creo que ni los autores ni los entrenadores (y yo mismo pertenezco a ambas esas categorías) deben olvidarse de la importancia especial de estudiar los más simple, de los principios fundamentales del juego en que, después de todo, todo lo demás en ajedrez se construye.”
Y añade en un consejo básico para entrenadores: “Si supone en su pupilo la falta de una apropiada comprensión o manejo de algún principio simple pero importante del juego, digamos centralización, entonces usted y él necesitan identificar el problema estudiando ejemplos suficientes de sus partidas. Para alguien que no es un alumno directo suyo sino meramente un lector de sus libros, las cosas son un tanto más duras, ya que al no poder supervisar su desarrollo en sus partidos, los defectos en su creación aumentarán sin un monitoreo y pronto se acumularán.”
El monitoreo o seguimiento, con el propósito de tomar medidas correctivas en el entrenamiento o en el estudio es fundamental para el ajedrecista.
La importancia de conocerse a uno mismo, como factor indispensable para orientar el estudio de la apertura, y cualquier otro tipo de estudio, remarca la importancia de hacer una evaluación inicial y múltiples periódicas, o sea monitoreo o seguimiento. Evaluar para hacer diagnóstico de necesidades. Luego un plan para cubrirlas. ¿Se puede hacer esto sólo? ¿Es indispensable un entrenador?
Beim añade:
“Este tema, precisamente, es la razón básica por la que se debe rechazar una opinión que es muy popular, de hecho casi universal, entre los amantes del ajedrez en Occidente. Según ella, un estudiante de ajedrez puede desarrollarse completamente sin un entrenador (¡muy diferente a lo que se piensa es en el golf o el tenis!), ya que hay siempre una computadora que “lo conoce todo mejor que nadie”, o usted puede comprar un libro también y en ocasiones echar una mirada en él. Pero este punto de vista está equivocado. En primer lugar, una computadora puede atiborrarse de información, pero nunca puede decirle qué información, en qué cantidad, en qué área, es personalmente necesaria para usted. Y segundo, ni una computadora, ni los libros más buenos  podrán guardar un medidor constante de su progreso como un jugador y le aplicarán medidas correctivas como la necesidad requiera. 
Una supervisión autorizada y amistosa de alguien a su lado, esto es lo principal que los jugadores esperan de un entrenador bueno, y es una de las condiciones más indispensables para su desarrollo. “
Debiera quedar claro. En países con muchas asignaturas pendientes, los que se decía estaban en vías de desarrollo, los ajedrecistas se desarrollaron, por lo común, por si solos. Es un hecho, pero un hecho lamentable. Algunos, triunfantes sobre sus propias carencias, merecedores de todo aplauso y reconocimiento, han logrado grandes cosas. Se afirmará que sus carencias despertaron en ellos las fuerzas interiores que lograron superaran los obstáculos que la mala fortuna inicial oponían a sus aspiraciones. Algunos dirán, atrevidos sean, que sus carencias fueron factor decisivo para su éxito. Que si Capablanca hubiera tenido un entrenador no hubiera llegado a las grandes alturas. Bueno, yo diría que si Capablanca, en la edad clave, en lugar de haber ido a estudiar a los Estados Unidos y tener la oportunidad del contacto personal con grandes maestros; se hubiera quedado en La Habana, no hubiera sido nunca campeón mundial. Es especulación pura la de que si Capablanca hubiera contado con un entrenador del nivel de Koblentz hubiese durado un par de décadas de Campeón Mundial en lugar de sólo seis años.
El argumento de Beim es difícil de rebatir. Es mejor tener entrenador que no tenerlo. Muchos pueden aprender cualquier cosa de forma autodidácta, pero es más fácil con un tutor o asesor. Quien niegue esto, equivale a que niegue toda la importancia de las estructuras educativas, incluyendo a los mismos libros.
Ahora, si nada más tengo libros de ajedrez y no puedo conseguir un entrenador de ajedrez, me ayudaría mucho la asesoría de una persona que me enseñara a estudiar, cualquier tema, no sólo ajedrez; ya que los principios básicos del estudio dirigido y el aprender a aprender me serían de gran utilidad. Si no hay entrenador de ajedrez capacitado en la población en que reside y no puede asesorarse via internet, seguramente si tiene algún profesor a la mano, que pueda enseñarle a estudiar, a organizar sus sesiones de estudio. Las universidades e instituciones de educación superior han preparado millones de ellos. Seguramente tiene usted alguno cerca. Son más abundantes y mas accesibles que los entrenadores de ajedrez. No es lo ideal, pero es mucho mejor que seguir compitiendo en ajedrez sin ningún apoyo.
Además, supongo, que como hay psicólogos por todo el mundo, también puede apoyarse con uno. Las razones de un comportamiento o de una manera de pensar o de aprender, son de una índole tan compleja, que sólo aquellos que se han adentrado profundamente en la investigación de las causas pueden comprenderlas y dar las “recetas” adecuadas. Para los demás es “una caja negra”. Desgraciadamente hay muchas escuelas de opinión en la psicología y a lo mejor no topamos con un psicólogo formado de manera suficientemente amplia para entender algunas particularidades del quehacer ajedrecístico. Pero uno útil debe ser más fácil de hallar que un buen entrenador de ajedrez.
Ahora, si uno nació en Rusia, fue detectado, gracias a una estructura para ello, y los grandes remanentes de la maquinaria soviética productora de grandes maestros soviéticos lo acoge en su seno, tendrá un Gran Maestro, con preparación específica para enseñar y aprender, como entrenador; que a su vez estará apoyado con un psicólogo educativo especializado que lo guiará en como darle las lecciones y dirigir los entrenamientos de manera adecuada personalmente para usted. También ese entrenador contará con el apoyo de un informático especializado en bases de datos de ajedrez que le proporcionará el material y contenido que el entrenador requiere y solicita de acuerdo a su propia experiencia de más de un par de décadas de entrenar, desde los tiempos de la vieja URSS. Asimismo ese entrenador tiene la facilidad de dialogar e intercambiar con colegas, tan bien preparados y experimentados como él, ideas y métodos que pudieran llenar cualquier laguna que, el ya excelente entrenador, pudiese tener para poderlo apoyar a usted. Por supuesto que un psicólogo asesorará tanto en el campo de la competencia deportiva como en su desarrollo como persona; e incluso los padres de usted recibirán consejos de como apoyar mejor al hijo. En el gran remanente de aquella estructura soviética, en Rusia encontraría un buen gestor para apoyos gubernamentales o privados para obtener fondos para patrocinar los viajes a las competencias que el entrenador juzgara adecuadas para su desarrollo como competidor, así como para poder programar las competencias docentes o de promoción de categorías, de acuerdo al plan de estudios y a los resultados de un seguimiento que dará las bases de las medidas correctivas. Nutricionistas y especialistas en educación física están a la mano en Rusia para asesorar al entrenador y los padres para el desarrollo integral de usted como persona y deportista. Resultado: Grandes Maestros a los quince años. Karjakin, Radjabov, Movsesian, Grischuk, etc.
Sin todo eso, con gran talento y voluntad aparecen también grandes maestros en nuestros patios tercer mundistas, pero grandes maestros con una serie de lagunas en personalidad y formación técnica y psicológica; con resultados montaña” o con alteraciones en su conducta impredecibles. Seguramente en la mente del lector están algunos nombres de grandes maestros que encuadran en la descripción. Ahora si un padre de talentosos infantes es a la vez un pedagogo de clase mundial, con un entorno favorable al ajedrez, con grandes maestros que lo asesoran y con todo tipo de especialistas como los descritos en Rusia, como es el caso de Hungría, salen unas hermanitas Polgar.
En pocas palabras, en este mundo globalizado, con tantos especialistas deambulando por ahí, ¿porqué emprender la inmensa tarea de producir grandes jugadores solo?
Suena muy romántico y bello el pensar en el triunfo del individuo solo y forjado por si mismo, pero la realidad es bien distinta. O por lo menos, es un hecho muy aislado, casi único. El mismo gran Bobby Fischer no se hizo solo. Intervinieron muchos factores. El medio neoyorquino no era tan desfavorable para formar ajedrecistas. La prueba es que en la época formativa de Fischer surgieron también varios grandes ajedrecistas, un mucho opacados por la gran luminaria. Recuerdese a Collins y sus niños, futuros grandes maestros, que como el mismo Fischer, fueron favorecidos por su atención. Ahí está William Lombardy como muestra. Y pudiera mencionar una decena de “niños de Collins”. Si bien Fischer no tuvo todo el apoyo que su madre requería, si tuvo grandes apoyos. Si no Fischer mismo no hubiera logrado tan grandes éxitos con todo y su enorme talento. El Gran Maestro Rossolimo influyó en él, lo mismo que el cariño maternal de la señora Rossolimo, incluso grandes pensadores como el Gran Maestro Fine, además un connotado psicólogo; o como Marcel Duchamp, el gran creador dadaísta, tuvieron contacto con el joven Fischer. Sin hablar del genial gran maestro Larry Evans, producto enteramente del medio ajedrecístico norteamericano. Las oportunidades que se le dieron, y merecía, para competir con muchos grandes maestros de primer orden desde sus primeros años de juventud, proporcionaron la experiencia necesaria para hacer de él un jugador adulto de la máxima calidad. Sus viajes a Yugoslavia y a la URSS a los quince años marcaron un antes y un después en su carrera ajedrecística. Pero él no contar con todas las asesorías requeridas crearon en él una personalidad que le ha dado muchísimos problemas como ser humano. El costo que ha pagado por esas deficiencias en apoyos tutoriales ha sido enorme. Esto que afirmo es una realidad que se ha constatado en un gran número de casos y que hago en base de afirmaciones de muchas autoridades reconocidas y en el análisis que han hecho muchos investigadores en temas relacionados.
Para mi está claro que el ajedrecista iberoamericano enfrenta muchas carencias, pero estas pueden ser divididas en reales y en las causadas por un desaprovechamiento de recursos que si puede tener y que no son cubiertas más por ignorancia y soberbia que por una realidad del entorno. Los sistemas educativos en Iberoamérica tienen fallas, no lo discuto, pero también tienen grandes posibilidades que el ajedrecista desaprovecha por pereza o mala orientación. O quizás quieran copiar a Fischer, quijotescamente, y no han examinado con objetividad el hecho de que el genio, ahora islandés, no se desarrollo solo, como quieren imaginar sus admiradores más fervientes. La historia personal de los grandes ajedrecistas debe ser analizada con profundidad, cautela y de forma crítica, para no sacar conclusiones o interpretaciones equivocadas que desorienten a los jugadores jóvenes que buscan en la emulación una guía.
Recuerdo el refrán ruso: “un cordero listo mama de su madre y de la ajena”. Lo que interpreto de la siguiente manera: Utilice todos los recursos que puedan ayudarlo en su desarrollo, vengan de donde vengan. Los apoyos pueden venir de muchos caminos, no observe en una sola dirección. Lo que no se encuentra es lo que no ha sido buscado con buenos ojos. Hay recursos aparentemente ocultos, pero que con buena vista y mente abierta se hallan muy a la mano. Un amigo decía, “si no encuentras un buen asesor, tal vez puedas recurrir a un sacerdote o al profesor del pueblo, en nuestros países todas las poblaciones, por muy pequeñas que sean tienen un par de ellos. Además siempre está el sabio del pueblo o el cantinero. La experiencia vivencial de aquellos que conocen y habitualmente se enfrentan a los problemas personales de mucha gente, son una fuente inapreciable de orientación y sabiduría” ¡No me digan que tienen que hacer todo solos!
Cuando uno piensa en los grandes sabios desaprovechados del ajedrez, y tengo en mente al gran Bent Larsen, francamente dan ganas de llorar por todos aquellos que tratan de desarrollarse sin guía.
Adoro a los libros, adquirí a temprana edad la bibliomanía que me caracteriza; amo a las computadoras y a la gran fuente de información que son; bendijo a la Internet que permite me ponga en contacto con tanto talento y conocimiento humano; pero me son inapreciables las relaciones con los viejos amigos de los que tanto he aprendido. El apoyo humano, cercano y crítico, amable y duro a la vez, es imprescindible. ¿Cómo evaluarse bien, redireccionarse adecuadamente sin ellos? Esto no significa que mi propia manera de ser o mi esencia como ser humano no prevalezca ante la influencia externa. ¡Pero como la enriquece!
Me complace pensar que en mis artículos de alguna manera soy asesor y una especie de entrenador de muchos jugadores a través del Internet. Justifico, más que satisfactoriamente para mi, las muchas horas de desvelo, verdadero disfrute, de laborar escribiendo artículos, haciendo archivos adjuntos, con la idea de que soy de utilidad para algún compañero ajedrecista iberoamericano que no pueda dialogar personalmente con una persona que tenga experiencia en el enseñar y estudiar ajedrez. Trató de escribir con sinceridad y ser un testimonio confiable, una opinión desinteresada en apoyo de un lector muchas veces desconocido. Con Papini digo: “Lector, no te conozco, y como no te conozco no te temo y como no te temo, no te miento”. Pensamiento que he citado antes y no me importa ser repetitivo.
Locuaz por naturaleza, a veces me paso de prolífico en mis escritos y no quisiera tener que pedir disculpas por ello.
Interrumpo este monólogo, respetuoso del espacio que, generosamente, me da el sitio web que presenta mis notas, no sin antes añadir que espero que el archivo adjunto cuente con el amable interés del lector.
He postergado la inserción de las respuestas al buzón, ya que he dedicado la semana mayor y la primera semana de pascua en la preparación de un proyecto que espero fructifique pronto. Esto ha producido que el tema del artículo actual tuviese mucho que ver con “riflexiones” sobre las realidades del ámbito iberoamericano. Un escritor, me considero inmodestamente como tal, tiene la obligación de transmitir los escenarios que percibe en su tiempo y lugar; so pena de perder la autenticidad de su testimonio. Afortunadamente, creo que es tema de interés para todo tipo de lectores, incluso los ajenos al entorno del que escribe.

Ciudad de México a 30 de marzo de 2005.