22 jun 2009

El Talento para el ajedrez .


Por MI Raúl Ocampo Vargas


¿Qué se necesita para ganar las partidas de ajedrez?
Primero que todo, uno debe tener el don de Dios, el muy particular “talento para el ajedrez”. El talento puede diferir de persona a persona, pero a menos que lo haya, uno no podrá lograr la excelencia en ajedrez.
Entrenadores, pedagogos, psicólogos y grandes pensadores han estudiado diversos aspectos relacionados con el talento para el ajedrez. Uno de los más destacados es el recientemente fallecido Dr. Adriaan de Groot, quien escudriño en la mente de los grandes maestros para identificar las particularidades que los hacían exitosos practicantes del ajedrez.
Desde los años 1930s, el Dr. de Groot, un psicólogo profesional y maestro de ajedrez, decidió registrar el proceso de razonamiento de decenas de jugadores de todos niveles. En realidad sus estudios arrojaron más luz en determinar como cada uno piensa que en definir el talento para el ajedrez.
El fallecimiento del Dr. de Groot, el 14 de agosto último, a los 91 años, ha sido ocasión para que muchos de sus estudios se hayan vuelto a publicar y estén al alcance de una nueva generación de estudiosos, ya que desde los años 1970s, poco se escribía de ellos. En Gante, hace una década, tuve oportunidad de conocer al Dr. de Groot, en un homenaje en su honor, pero mi intento de conseguir algunos trabajos de él fue infructuoso, pues sus ediciones estaban agotadas. Posteriormente en 1998, se reeditó uno de sus trabajos principales: “Thought and Choice en Chess”; pero ahora aparecen en Internet múltiples extractos de sus textos, por lo que, más adelante, dedicaré especial atención a ellos. Me gustaría, por lo pronto, citar una de sus afirmaciones: “ El ajedrez es un deporte mental, pero hay 1000 libros de ajedrez que enseñan lo que uno debe saber por cada uno que se concentra en mostrar una manera efectiva de pensar”.
En muchas actividades humanas, la práctica constante es el factor más importante para alcanzar la excelencia.
En el caso del ajedrez ni el fanatismo para estudiar posiciones oscuras ni la participación en numerosos torneos ayudará. El talento puede ser desarrollado solamente. Ningún entrenador ni sistema de entrenamiento puede dárselo ni al más diligente, trabajador y dispuesto pupilo.
Pero el ajedrez no es ingrato y aquellos que aquellos que se dedicaron a jugarlo seriamente alguna vez, por corto que sea el período que le dedicaron y que luego lo abandonaron, generan de todas maneras habilidades que son muy útiles en la vida real.
Contaba el afamado entrenador Vaisman una conversación que había tenido con un magnate de nuevo cuño, padre de uno de sus alumnos. Tras de unas cuantas lecciones, el entrenador ya estaba convencido de que el niño no llegaría a ser un buen jugador de ajedrez y le comunicó la situación al papá. El padre del niño le dijo: “¡Yo no quiero que sea un gran maestro¡ Lo que deseo es que mi hijo aprenda a pensar con lógica, prevea y tome en cuenta los posibles pasos de sus socios, tome sus propias decisiones y las ponga en acción”. Lo que quería el padre era preparar a su hijo para los negocios. El ajedrez era el medio de aprendizaje que consideraba adecuado. El hombre de negocios comprendía lo que las personas que se dedican al ajedrez por un tiempo amplio sienten: el ajedrez es un modelo de vida.

¿Pero, qué es talento para el ajedrez? ¿Y qué es talento en general? Vaisman citaba un viejo dicho: “Talento es una cosa, que a menos que la tengas, no la tendrás”
El Gran Maestro Levitt trató de definir el talento para el ajedrez en su libro sobre genios del ajedrez. El problema es que aunque su presencia es obvia a los ojos de un entrenador, es imposible decir que es realmente. Uno observa que algunos niños captan el conocimiento del ajedrez rápidamente y lo hacen propio utilizándolo con más efectividad que otros. Calculan con más facilidad y tienen una intuición y una capacidad de estimación de posiciones muy superior a las de sus compañeros. Una característica común es que aprenden pronto a jugar sin tener un tablero ante sus ojos y pueden recordar donde quedan colocadas las piezas tras una serie de jugadas, al final de una variante. Ahora bien, estos indicios hablan de la presencia del talento pero no de la fuerza de juego. Talento no es fuerza de juego, está última es consecuencia de una suma de factores, de las cuales el talento es uno de ellos, y no necesariamente el más importante. El talento es necesario, pero no suficiente para lo que entendemos por fuerza de un jugador.
Para un entrenador con experiencia es fácil distinguir entre talento para el ajedrez y una buena capacidad para memorizar, pero muchas personas se confunden. Muchos niños son rápidos para memorizar una gran cantidad de variantes, sobre todo si les agradan las posiciones que surgen. Pero no muchos pueden poner en práctica lo que memorizan. Para esto el talento es necesario. Es posible desarrollar y mejorar cualquier tipo de memoria, incluyendo la memoria de variantes de ajedrez, a través de ejercicios especiales programados para tal fin. Lo principal es la fuerza de voluntad, la tenacidad y el tiempo.
Los jugadores son como los árboles de frutas. Unos dan frutos sólo una vez al año, y uno puede cultivarlo varias veces al día, pero no lo hará dar frutos antes del tiempo que su propia naturaleza indica. Así los jugadores, tienen su mes para dar frutos y no lo harán antes de eso, por mucho que uno los cultive. El entrenador influye decisivamente en la calidad del fruto, pero no puede hacer que un manzano de peras, ni tampoco que fructifique en un momento que no le corresponda. El entrenador es un colaborador de la naturaleza, tal vez hasta un catalizador, pero debe actuar coordinadamente con ella y no combatir en contra.
Si esta claro que el talento para el ajedrez de un niño es don de Dios, de todas maneras el papel de los padres del joven jugador de ajedrez es muy importante.
Primero que nada, lo más importante es identificar las habilidades naturales de un niño tan pronto como sea posible y crear las condiciones para su realización. De hecho, las habilidades para el ajedrez son obvias tan pronto a un niño se le enseña el movimiento de las piezas y se le explica las formas más primitivas de las reglas básicas de la estrategia del ajedrez.
Antes se descubría a los 5 o 6 años de edad. Bondarevsky decía que su pupilo el futuro campeón mundial Boris Spassky logró su clasificación en la primera fuerza a los 11 años, lo que en 1948 era un gran logro. Hoy día un jugador chino, Bu Xiangzhi, llegó a gran maestro a los 13 años.
Si el ajedrez es un deporte, como hay la tendencia generalizada a reconocerlo como tal, y uno sabe que no se pueden lograr resultados de excelencia en el deporte si nuestros padres no nos dieron una fuerte salud, en consecuencia, buena salud es lo que todos necesitan. Sin ella no se puede hacer progreso considerable en ajedrez, ya que el juego requiere tanto de tenacidad física como psicológica a lo largo de un torneo completo. Este problema es particularmente crítico en México, cuando uno tiene que jugar dos partidas en un día y cada una de ellas de cuatro horas intensas. Grandes torneos europeos son de similares condiciones, así que jugadores de todos niveles tienen que lidiar con esas exigencias y demandas de energía.
Hacer ejercicio intenso tres veces a la semana, mantener hábitos de fortaleza física son importantes y en esto los padres pueden ayudar.
A veces a mis alumnos les recomiendo que no se bañen con agua caliente y que si viajan en autobús urbano (“camión”) o en tren subterráneo (“metro”), viajen parados. En fin, que se “castiguen” un poco y se fortalezcan. No se trata de usar silicio, ni hacerla al fakir o correr en Maratón. Simplemente hacerse fuertes y educar su voluntad. Este debe ser un componente tan importante del trabajo diario como estudiar o analizar sus partidas o ver partidas de grandes maestros.
Para el entonces campeón mundial Garry Kasparov era una ejercicio normal nadar entre 1500 y 2000 metros diarios y a una velocidad bastante rápida. De hecho muchos entrenadores de ajedrez piensan que la natación es uno de los deportes complementarios más efectivos para el ajedrez.
Los padres deben buscar que sus hijos tengan un sistema nervioso fuerte. El clima psicológico es importante, y este es creado por los parientes más cercanos del niño. Si los padres confían en sus hijos, comprenden sus ambiciones y deseos, ellos pueden dar confianza en si mismos a sus hijos. Esto ayuda a fortalecer su sistema nervioso.
Un niño no tiene medios para proveerse de una alimentación adecuada, depende totalmente de la dieta que planifiquen en la familia. Los padres pueden ayudar mucho aplicando reglas que pueden sugerirles los entrenadores sobre que dar de comer y cuando a sus niños. El costo de la comida no se incrementa, sino al contrario, con una dieta planificada.
He observado que algunas madres traen a clases de ajedrez a sus hijos viajando hasta hora y media en transporte público para tomar una clase que dura poco menos de dos horas. Luego retornarán utilizando otra hora y media de traslado. Cuando les pregunto si tal esfuerzo no es muy pesado, una de ellas me dijo: “Mi hijo tiene el sueño de ser un gran ajedrecista”. Esa contestación me recordó a la historia contada por un entrenador soviético que comentaba que una mujer llevaba a su hijo desde la ciudad donde vivían, donde no había un buen entrenador, a otra a 100 kilometros de distancia, para tomar clases con un afamado maestro. No fue hasta que el niño llegó a gran maestro que el entrenador supo el argumento que daba su madre al padre cuando se le cuestionaba tanto esfuerzo por hacer ese viaje diario: “Nadie tiene derecho de matar un sueño”
Había un verso de Gibrán Jalil Gibrán que explicaba que los hijos no son propiedad de sus padres, sino prestamos y responsabilidades que Dios daba. Evidentemente, sólo muy pocos seres humanos son buenos padres. No hay buenas escuelas para ello, excepto las enseñanzas que nos dan nuestros progenitores.
Decía Martí, que había que hacer de la infancia “La Edad de Oro” del ser humano.
Lo que si es muy malo es utilizar a los hijos. Servir a los hijos y no servirse de ellos es la regla sin excepción. Ellos deben cumplir sus propios sueños, no los de sus padres. El tema de los padres de niños deportistas ha provocado una serie de películas muy instructivas al respecto. Las hay de un padre de dos figuras de la natación australiana, otra más de un duelo de padre e hijo como Coachs de equipos de futbol soccer en los Estados Unidos. Otra de un dueño de una fábrica de chocolates donde van castigando a niños altaneros y caprichosos, como la “Bikina”, etc.
Cuando estoy frente a un niño me abordan dos sentimientos: uno de ternura por lo que son y otro de respeto por lo que pueden llegar a ser.
Pero así como se detecta un niño con talento, uno siente un niño que no recibe amor suficiente. Se le ve a primera vista si es cuidado o no. No importa el dinero, ni la calidad de la ropa. Basta ver sus cabellos, el cuidado de su rostro, para saber si tiene una madre amorosa que lo acicala.
Durante un año he tenido el gusto de trabajar con unos niños y jóvenes notables. Todos ellos de gran calidad y calor humano. Parte de mi corazón ha quedado en ello.
En una ciudad de tantos kilómetros de extensión, la más grande del mundo, se que tengo alumnos que viven a grandes distancias y que sus papás y ellos mismos hacen un esfuerzo especial para acudir a la convocatoria de nuestros tributos a Caissa y he correspondido con gran puntualidad y priorizando nuestras citas a otras más productivas económicamente, pero no más agradables al corazón. ¡Hambre es lo que he pasado en esto! Como diría el ahora Gran Maestro Lexy Ortega en nuestras francachelas en Camaguey en la añorada juventud.
Muchos pupilos han progresado a pesar del maestro y otros muchos exageran un poco los servicios que han recibido. El caso es que la experiencia ha sido más enriquecedora de lo esperado. Para aquellos que tienen más experiencia trabajando con jóvenes adultos, entre 17 y 25 años, trabajando con ese grupo etario y en planteles de educación superior por más de 25 años; abordar el trabajo con grupos muy variados, niños desde los 11 años hasta adultos de 50; en un esquema de población abierta, era un reto bastante fuerte. Máxime que se pretendía hacerlo aprovechando el estado del arte de la pedagogía y con un esquema de ingresos tan inestable, sin una relación laboral establecida y con reglas cambiantes. Los apoyos para los alumnos, en algunos aspectos, eran amplios, y en otros, magros. Y las situaciones eran variopintas, como toda primera experiencia y con conflictos diversos.
El caso es que ahora existe una experiencia muy amplia que debe aprovecharse y facilitar la creación de cursos en todo el país y al alcance de niños de todas las entidades.
Es justo reconocer que el modelo no es tan original sino que lo exportamos un poco de San Petersburgo. No creo sea penoso el aceptar que no todo lo que hacemos es original. Me llamó la atención una declaración del GM Silvino García al contestar la pregunta si la Escuela Cubana de Ajedrez seguía influenciada por la soviética y decía que no, que ya era una nueva escuela. Bueno, la Ucraniana también es una “nueva escuela”, aunque todos sus textos y métodos son sólo una versión evolucionada de lo que se trabajaba en tiempos de la URSS.
En los cursos que he dado en los últimos 12 meses, un 70% son con ejemplos de jugadores soviéticos y con más de un 75% de referencias de autores y entrenadores originarios de la URSS, aunque hoy sean Ucranianos, Alemanes o Norteamericanos.
Siento que todo lo creado por un nacido en Cuba o hijo de nacidos en Cuba, ya se haya creado en Santa Clara, La Habana, Miami, Santo Domingo, México o España, es una creación de la Cultura Cubana a celebrarse el 10 de Octubre. Lo mismo es con lo “soviético”. La habanera “Cielito Lindo” fue escrita en La Habana por un campechano, y aunque hable de la Sierra Morena de España, es una canción mexicana.
Para terminar el tema del talento, también es obvio que hay jugadores con talento para ser entrenadores y otros no. Si lo tienes, lo tienes. El ajedrez necesita diversos tipos de profesionales. Se requieren jugadores, árbitros, entrenadores, instructores, monitores, organizadores y promotores, e incluso cronistas y webmasters. Pero poner a cronistas como organizadores, es como querer que un árbitro la haga de entrenador, o un promotor la haga de organizador. Hay personas que tienen “talento” multifuncional y pueden ocupar diversos roles en el ajedrez. Pero seguramente en uno son excelentes y en otros simplemente capaces. El talento especial como que reluce. No lo podemos definir con palabras, pero lo percibe con facilidad la gente. El problema es que si es demasiado brillante, puede tener la suerte de un Lavoisier, que tenía una cabeza que costó un segundo cortarla y en un siglo no se produjo otra igual.

“Si me pierdo, búsquenme en Andalucia o en Cuba”
Federico Garcia Lorca a 70 años de su asesinato.

Santa Cruz a 1 de septiembre de 2006.