20 sept 2010

Grandes personajes presumían de jugar ajedrez.



Recientemente un columnista de temas culturales de ajedrez me preguntaba sobre gobernadores de estados de la República Mexicana que jugasen ajedrez. Parece ser que la intención es de mencionar que hay muchos personajes importantes de la vida nacional que son aficionados al ajedrez como una manera de validad el que se fomente en ajedrez.
En realidad la historia está repleta de personajes famosos que pretendieron reforzar su validación propia a través del ajedrez. No es el ajedrez el que vale más por que lo practiquen seres ilustres, sino muchos son más ilustres por tener una afición al ajedrez.
No se dice que la música es buena por que gustan de ella muchos seres humanos buenos, sino que muchos seres humanos deben ser buenos porque gustan de la música.
En Alemania hay el dicho que una persona no puede ser mala si ama la música. La música es la que valida, no las personas a la música. Aunque también esta argumentación tiene peso, pues el hombre es la medida de todas las cosas, dijera Eratóstenes. Entonces la música es buena porque el ser humano, el ser humano en general, no la persona en específica , la goza, recibe placer y elevación a través de ella.
Lo mismo del ajedrez. Este es válido por que el ser humano en general, no unas personas en particular, lo goza, recibe placer, desarrollo, formación y elevación a través de él.
Entonces muchos personajes históricos adquirieron un cierto signo de elevación de su prestigio al mencionar que eran aficionados al ajedrez. Así Voltaire, Danton, Robespierre, Napoleón, Diderot, Dumas, Montesquieu, George Sands, Chopin; movieron piezas del ajedrez en el Café de La Regence en Paris, dignificándolo y a su vez dignificándose; mientras que en Cafés de Viena, Mozart, Schubert, Beethoven, antecedieron como aficionados al ajedrez a Sigmund Freud y Carl Jung. Entre los masones de Alexandría, Virginia era común los enfrentamientos que en el tablero de ajedrez tenía George Washington primero y Robert E. Lee después, con políticos de Filadelfia como Benjamin Franklin, o con preclaros estrategas como John Adams, Thomas Jefferson, y Jeffeson Davis. Hay un curioso cromo en que un vivac en México jugaban ajedrez Robert E. Lee, Stonewall Jackson y Ulyses Sympson Grant, teniendo como fondo el Sagrario Metropolitano. Como dicho cromo tiene como fecha 1877, 30 años después de que los mencionados fueron parte de los oficiales jóvenes del ejército de Estados Unidos invasor de México y unos 15 años después de que los mismos combatieron en la Guerra de Secesión, donde Stonewall falleció, puede ser considerado factible pero no irrebatiblemente histórico.
En México se menciona que el sacerdote Miguel Hidalgo y Costilla Gallaga, cuando dirigía el colegio San Nicolás en Valladolid, hoy Morelia, promovía la práctica del ajedrez entre sus alumnos. Así lo cita en una revista, mencionando como fuente unos apuntes de Fray Servando Teresa de Mier, que no era testigo presencial, pero si un estudioso de la biografía de Hidalgo y Costilla, el que luego fuese presidente de Cuba, Manuel Marquez Sterling en 1892. De hecho entre las propiedades embargadas por orden del Gral. Calleja a Hidalgo y Costilla se apunta un ajedrez de madera “de talle normal, en buen estado, pero de poca monta y valor•”, según acta que obra en archivos del Regimiento de Dragones de Navarra de 1811 y que es consultable en el Archivo General de la Nación. Ese ajedrez, supongo, podría haber tenido lugar al lado del que los soldados españoles “capturaron” del Padre de la Independencia de Cuba, Carlos Manuel de Céspedes, que se encuentra en el Museo del Prado de Madrid.
Aunque Juárez aparece en cromos e incluso telenovelas históricas jugando ajedrez, en la relación de sus bienes, realizado tres días después de su muerte, en acta del 21 de julio de 1872 no se menciona un ajedrez. Aunque Matías Romero y su yerno, el cubano, Santacilia aparentemente le regalarón cada uno un ajedrez en diferentes años, según comentaba en un artículo el escritor Guillermo Prieto, durante mucho tiempo inseparable compañero y seguidor de Juárez.
En Ecuador la leyenda de la afición por el ajedrez del Inca Atahualpa esta bien documentada, y se menciona al que fuera capitán general de Cuba y descubridor de la desembocadura del Mississippi, Hernando de Soto, como protagonista de los duelos de ajedrez que presenciaba cotidianamente el Inca y que según dicen en una votación por su vida influyó un derrotado contrincante de De Soto, agraviado por una intervención del Inca en una partida.
De Soto, se cuenta que jugaba ajedrez con su esposa, Isabel de Bobadilla, fue la máxima autoridad en Cuba y dejó a cargo de la Isla a Doña Isabel, al partir hacia las exploraciones al norte del Golfo de México. Doña Isabel oteaba constantemente el mar, esperando el nunca logrado regreso de su marido, inspirando su figura al escultor Pinzón, la giraldilla de La Habana que se encuentra en la torre de los Homenajes del Castillo de la Fuerza, pequeña escultura en bronce que es actualmente conocido símbolo de la Ciudad de La Habana y del delicioso ron “Havana Club” (anuncio no pagado).
El virrey y general que fuera del ejército cubano que bajo insignias españolas colaboró decisivamente en la Guerra de Independencia de los Estados Unidos, la llamada Revolución Americana, Conde de Galvéz, que fue el virtual creador de la nación novohispana, él que dio coherencia al conjunto de regiones que luego serían la nación mexicana, era conocido aficionado al ajedrez, practicándolo tanto durante su mando en Cuba como en Ciudad de México, dejando buenas muestras de su afición en juegos de ajedrez que se exhiben en el Museo Nacional de Historia de Chapultepec.
Nicolas Trist, yerno de Thomas Jefferson, representante en Cuba de los Estados Unidos y luego negociador de los tratados de Guadalupe Hidalgo tras la invasión de Estados Unidos a México, sostuvo continuas tertulias de ajedrez en La Habana, en la que participaron miembros del cuerpo diplomático de varios países en Cuba.
En otra isla del Caribe, en San Juan Puerto Rico, el insigne profesor y laureado escritor español Juan Manuel Jiménez, era conocido por su afición al ajedrez.
Si Simón Bolívar jugaba ajedrez en Londres en tertulias en que participaba el primer guerrillero de Iberoamérica toda, Don Francisco Xavier Mina, el Mártir de Sombrerete y Héroe de Zaragoza y Navarra, no hay documentación probatoria y solo se menciona en el enorme archivo epistolar de Fray Servando Teresa de Mier.
Hay comentarios de que en la prisión que por cuatro años sufrió Mina en la prisión parisina del Castillo de Vincennes por combatir defendiendo España de los ejércitos de Napoléon, jugaba ajedrez con militares franceses enemigos del bonapartismo que eran sus compañeros en esa terrible prisión.
El apóstol de la Espada, San Martín, también se podría incluir en la lista de libertadores americanos a los que se les adjudica ser aficionados al ajedrez sin base documental, lo mismo que a algunos generales del ejercito realista español, como el “derrotado de Popayán”, Tacón, que luego fuese capitán general de Cuba.
Quisiera creer que un personaje de tal dignidad como el General Prim de España era aficionado al ajedrez. Pero la única base es que en un museo, el de las intervenciones en Churubusco, México, figura en un catalogo, como pieza en bodega, no en exhibición, un ajedrez propiedad del General Prim, regalado, al parecer, para ser entregado a Juárez, pero no se menciona si alguna vez estuvo en las manos del prócer de San Pablo Guelatao.
Si nos vamos a la historia militar europea, parece que decenas de generales prusianos, franceses, ingleses y rusos, son conocidos como practicantes del ajedrez. Algunos militares y políticos importantes en la historia de su país fueron ajedrecistas serios al nivel de jugar torneos internacionales de ajedrez, como Eugene Znosko Borovsky, Y Illjin Genevsky, Andrés Clemente Vázquez, y Manuel Márquez Sterling.
La lista puede ser enorme y algunos agregarían reyes y estadistas, Papas y líderes religiosos, etc.
Pero eso no daría mayor validez al ajedrez, que es validado ya por ser la afición primordial de millones de seres humanos. Más bien habla de que los mencionados tenían hábitos y gustos de razonamiento crítico. Eso suponiendo que jugaran al ajedrez reflexionando y no jugándolo superficialmente.
La historia del ajedrez, sobre todo desde el siglo XVI, es muy documentada y es fácil constatar que ha tenido creciente importancia en la vida habitual del ser humano. Cada vez más millones de personas lo practiquen y es natural que muchos personajes importantes sean parte del buen porcentaje de los seres humanos que somos atraídos y amamos al ajedrez.