17 dic 2012

Un Nuevo Morphy apareció.




Así se hablaba del jovencito de catorce años que maravillaba a los miembros del Club de Ajedrez de Nueva Orleans, uno de los de más tradición de los Estados Unidos.
Ese jovencito de gran talento era nada menos que Carlos Torre Repetto, que había emigrado desde Yucatán con su familia para escapar de las amenazas de los esbirros del General Huerta, que ya había hecho victima en 1913 a uno de los grandes amigos del padre de Carlos, Egidio Torre, el insigne exgobernador de Yucatán y Vicepresidente de la República José María Pino Suárez Cámara.
Don Egidio Torre era uno de los más activos promotores de la revolución en Yucatán, y si al principio de 1911 pareciera que en la península la revolución triunfaba, la reacción crecía entre las sombras de la intriga y se sucederían asesinatos contra los libre pensadores más notables de la sociedad yucateca. Varios amigos de Don Egidio desaparecían primero, para ser encontrados ejecutados después. Su hijo mayor, Egidio Torre Repetto, aun siendo estudiante de medicina fue “reclutado” por la leva y obligado a prestar servicio como teniente de enfermeros dentro del ejército improvisado con que los terratenientes yucatecos quisieron enfrentar a las tropas revolucionarias que desde el norte del país llegaban a Yucatán en apoyo de sus correligionarios peninsulares.
Viendo el gran peligro que corría su familia, se embarcó con ella como pudo y ya para finales de 1913 se radica en los Estados Unidos.
Como todos los emigrantes, la familia de Don Egidio pasó momentos de incertidumbre y penurias, pero Don Egidio supo inculcar en sus hijos el amor al trabajo y al estudio, destacándose varios de ellos en diversos campos.
El pequeño Carlos Torre Repetto, desde los ocho años pasaba embelesado las tardes jugando ajedrez con sus hermanos. No por nada Don Egidio amaba al ajedrez e incluso había fundado un club de ajedrez cuando aún vivían en Mérida y tenía en su poder varios libros muy destacados, entre ellos uno que le dedicase Manuel Marquez Sterling Loret de Mola y que le había hecho llegar a través de un familar, Don Carlos Loret de Mola y Arriandiaga, que llegase a radicar a la capital yucateca en 1902, procedente de La Habana, también refugiado debido a un altercado político con el Presidente Tomás Estrada Palma.
El libro que más utilizó el hermano de Carlos, Raúl, para instruirlo en ajedrez, fue adquirido en una librera de Nueva Orleans y era muy popular en ese entonces, escrito por el docto ajedrecista James Mason. Pero ya para 1918, el ídolo de Carlitos Torre era el campeón norteamericano Harry Nelson Pillsbury y de una colección de 120 partidas recolectadas por su hermano Raul, Carlitos se las tuvo que aprender de memoria, lo mismo las de un pequeño libro en castellano titulado “Medias Horas de Ajedrez” con Morphy, que un familiar de Carlos Torre Repetto aun conserva en Tamaulipas con una dedicatoria de su hermano Raúl al niño que ya era un prodigio.
Otro libro atesorado fue la colección de Finales de Tattersall, cuyos 1200 finales, también aprendió de memoria. Eran aquellos tiempos en que en los Estados Unidos existía la tendencia de memorizar las cosas, y así Carlitos Torre conocía 12 000 palabras en inglés, casi el doble de las conocidas por los estudiantes norteamericanos de su misma edad.
El ambiente intelectual donde creció este talentoso niño era de lo más alto, pues todos sus hermanos eran universitarios y el padre provenía de una familia de gran tradición de lucha que se remonta al principal autor de la primera carta magna de México, el prócer Don Andrés Quintana Roo.
El caso es que habiendo vencido a todos los que enfrentaba en la casa familiar, algunas amistades sugerían que llevasen al niño de catorce años a jugar con los ajedrecistas del Club más prestigioso del sur de Estados Unidos, donde varios potentados que se habían enriquecido con las ventas de los productos de Lousiana en Europa, durante la Gran Guerra que estaba por terminar en ese 1918, no escatimaban aportaciones para atraer a los mejores jugadores de los Estados Unidos a jugar a su club.
Pero tras que venció Carlos Torre individualmente a los jugadores mas notables, se organizaron unas simultaneas donde el niño de 14 años derrotó a 8 veteranos jugadores.
Un nuevo Morphy apareció, comentaron todos los que vieron la hazaña y le pronosticaron que pronto sería el jugador más fuerte de Norteamérica, presagio que cumplió Torre antes de cumplir los 20 años, al ganar, apenas seis años después, el Campeonato Abierto de los Estados Unidos.
Es curioso que en la primera publicación donde se menciona Torre lo denominaran Repetto, por su apellido materno. Pero eso fue debido a que normalmente el apellido paterno aparece en segundo lugar en Estados Unidos y el materno en primero, pero solo con la sigla. Es entonces que en lugar de Carlos Torre Repetto, lo anotasen como Carlos T. Repetto, lo mismo que en papeles de su padre aparece como Egidio T. Solís.
Muy posteriormente y ya con fama consolidada tras ganar los más importantes torneos en el sur de Estados Unidos, la admiración que en algunos miembros del club despertó Torre, hizo que uno de ellos lo recomendase para que fuese a trabajar a Nueva York con el editor Herman Helms que publicaba la revista de ajedrez más importante del país. Ese trabajo facilitaría luego que viajase a Europa donde escribiría páginas ilustres que le darían fama hasta nuestros días.
El resto de su familia regresaría a México, pero no a Mérida, donde por muchos años la situación no era favorable, sino al norte, a Tamaulipas, donde echaron raíces y radica una parte de la familia por generaciones. Carlos Torre mismo, sólo en su vejez regresaría a su amada Yucatán, tras vivir en el norte del país con sus hermanos, pero aquellas glorias en Nueva Orleans aun se consideran las páginas mas brillantes del ajedrez en Lousiana después de Morphy.