La historia de los métodos de entrenamiento se desarrolla principalmente en la vida militar de los países que han enfrentado los más duros conflictos. “Entrenamiento Extremo” era un termino, semi secreto, utilizado por el verdadero héroe victorioso de la Guerra Civil de los Estados Unidos, el General Montgomery Meigs.
La historia de este general es muy especial y tiene la característica de que era un personaje muy estudiado en las escuelas militares de alto nivel de la Unión Soviética, como la “Mariscal Frunze”.
Los más famosos, incluso para los “Guerra Civil fans”, son los Generales Robert E. Lee y Ulyses S. Grant, que adquirieron su bautizo de fuego en México, o Stonewall Jackson, el catedrático del Instituto Militar de Virginia, que se volvió el más carismático general confederado. Otros son menos conocidos. Tal vez Tsecumse Sherman, cuyo nombre denominaba a los tanques más numerosos de la segunda guerra mundial, después de los soviéticos T-34. ¿Pero Meigs?
Cuando el Presidente Thomas Jefferson fundo la Academia Militar de los Estados Unidos en West Point, hace poco más de 200 años, tenía la idea de que el militar que necesitaba su país debiera ser mas que un hombre armado para destruir, un hombre adiestrado para construir y organizar. De hecho West Point fue alma mater, madre nutricia, de muchos de los mejores ingenieros de los Estados Unidos.
Pero había otro personaje muy influyente en la historia de Estados Unidos que veía la necesidad de formar militares duros y aguerridos antes que nada, que la imagen del ciudadano constructor que a veces será soldado no era lo que necesitaría su naciente país, que si se debía buscar la paz, habría que estar muy bien preparado para la guerra. Ese personaje fue Alexander Hamilton. A diferencia de Jefferson, Hamilton si peleo hombro con hombro junto a Washington en los más duros momentos de la Revolución Americana. Un soldado completo en su juventud, también fue un pensador y gran estadista como Jefferson; nada más que no pudo alcanzar la presidencia como su rival en ideas. ¿Soldado profesional o ciudadano ocasionalmente militar? Finalmente la necesidad hizo que el concepto de Hamilton prevaleciera.
En West Point estudiaron juntos y se hicieron amigos los futuros generales Robert E. Lee y Montgomery Meigs. Ambos nacidos en Virginia, sureños y los primeros, los de mejores calificaciones, en su generación; se verían con el tiempo enfrentados, uno luchando por el Sur, que se quería separar de la Unión Americana y otro defendiendo a la Unión y oponiéndose a tal secesión.
Meigs, sumamente práctico, era desde 1861, poco antes de la Guerra Civil, el jefe de logística del Ejército de la Unión y se mantuvo del lado del norte, mientras que Lee decidió defender su patria chica y encabezar el ejercito secesionista, el confederado.
Uno de los muertos, muy joven, del inicio del conflicto, fue el propio hijo de Meigs, perdida de la que siempre culpó a Robert E. Lee y a los confederados.
De hecho Meigs creo el famoso cementerio de Arlington, Virginia, donde se entierran a los norteamericanos caídos en combate, en los terrenos de la enorme propiedad personal de Robert E. Lee, y de los primeros enterrados en el, en una tumba con la escultura de un soldado con rostro infantil, muerto boca arriba y con los brazos extendidos, fue el hijo de Meigs.
La guerra civil fue ganada por el Norte, por la Unión, no a base de grandes estrategias, sino a causa de que los soldados de la Unión siempre estuvieron mejor abastecidos, mejor pertrechados que los del Sur, donde nada parecía alcanzar, mientras que en el ejército de la Unión todo estaba bien provisto. Siempre con balas abundantes, siempre con buena comida y bien vestidos y calzados, los del Norte; siempre mal alimentados y mal provistos, los del Sur. Y es que en el Norte estaba Meigs, el genio de la organización y el método.
Meigs ganaba en el ajedrez a todos en West Point y en sus memorias decía que para ganar en ajedrez todo era provisión y preparación, todo era “profilaxis”, adelantarse a lo que pretendía hacer el enemigo y atajarlo, bien preparado.
Los manuales de Meigs son auténticas clases de ajedrez, pues lo ejemplifica para todo lo relacionado con la planeación militar e incluso la educación militar. Como catedrático en West Point, sus disertaciones utilizaban como modelo el ajedrez y cada batalla de las campañas de Napoleon Bonaparte en Italia, Austria y Alemania, las desglosaba en términos que parece clase de ajedrez. La flexibilidad de los cuerpos de Ejército de Napoleón, fue el modelo a seguir de Meigs en lo que tocaba a “mandar” sangre y energía, alimentación de cañon y boca a los combatientes. El soldado de Napoleón ganaba a base de sus piernas, de su estomago y a que cada uno de ellos tenía el bastón de Mariscal en su mochila, señalaba Meigs a sus pupilos.
De todas las memorias de militares, la de Meigs me pareció la más atractiva por ajedrecista, incluso más que las de Bismarck o Leonard Woods que indudablemente son piezas literarias, pero no tan inspiradoras para un ajedrecista como la de Meigs. Auténtico ganador de la Guerra Civil, aunque poco reconocido.