Un alumno de España me escribe pidiendo aclare en este medio
la identidad del patrocinador de los estudios del joven José Raúl Capablanca y
Graupera, futuro campeón mundial de ajedrez, en los Estados Unidos.
Se cita en muchos sitios internet que su nombre era Ramón
San Pelayo y un magnate de la sacarocracia cubana y que la idea era de que al
regresar como ingeniero titulado en la Universidad de Columbia, trabajase con
Don Ramón en su empresa.
Hay que aclarar que el nombre parece estar mal. Teniendo
como base el que el citado “San Pelayo” era residente, como la familia Capablanca,
de Aguacate, Cuba; es fácil encontrar el verdadero nombre del patrocinador de
Capablanca.
Para empezar, esta población de nombre tan mexicano,
Aguacate, que es un vocablo náhuatl de
origen, Aguakatl, que es un fruto originario de México y Perú, de la familia de
las Lauráceas; y en náhuatl, significa testículos, gónadas; se debió nombrar
así tanto por su forma como por sus propiedades nutritivas, sobre todo su
riqueza en vitamina “E”. En algunos países se conoce como Palta.
En lo que toca a la población de Aguacate, en Cuba; se
encuentra en el kilómetro 73 de la Carretera Central de La Habana a Santiago de
Cuba, a la que la une un ramal. Por ferrocarril está a 30 kilómetros de la
ciudad de Matanzas y a 62 de La Habana. En 1905, en la época de Capablanca de
la que hablamos, tenía una población de 2,557 personas. El ayuntamiento data de
1879 y la iglesia estaba dedicada a Nuestra Señora del Carmen.
Don José María Capablanca, padre de José Raúl, residía con
sus hijos ahí, tras licenciarse del ejército español y decidir quedarse en
Cuba.
El personaje más notable residente ahí en esa época, era Don
Ramón Pelayo de la Torriente, Marqués de Valdecilla, que fue
un hábil comerciante. Con catorce años viajó a Cuba y se convierte en un
importante industrial con interés por los avances técnicos en la industria, lo
que le hace viajar a Estados Unidos. Se casa en Cuba con María Teresa Piedra
Pérez-Abreu. A finales del siglo XIX construye su casa alrededor de una finca
ganadera que ampliará con otros inmuebles. En 1920 vende sus negocios en Cuba y
regresa a vivir a Valdecilla hasta su muerte en 1932.
Entonces, no era “San Pelayo”, sino
Pelayo el apellido. Al regreso a España se le consideró un mecenas. Su finca
ganadera estaba en Aguacate, y por ahí localice una foto de una visita a esa
finca.
Don Ramón reconoce la inteligencia de
Capablanca y decide patrocinar sus estudios. A José Raúl no le agrada mucho la
decisión de su padre, pero parte a Estados Unidos a estudiar, pero el ajedrez y
un par de novias le distraen mucho de su meta académica, y Don Ramón,
acostumbrado a las buenas calificaciones con que Capablanca inició sus
estudios, al ver decaer el interés del joven en ellos, decide presionarlo y
quitarle la beca temporalmente, pero en su orgullo, el futuro campeón mundial
ve como sobrevivir por si mismo y empieza sus andanzas por el ajedrez.
En España, es curioso, pero el Marqués
rehuyó encontrarse con él en los años 20s del siglo XX, aunque si hay
constancia de que supo de la obtención del campeonato mundial por parte de su
antiguo protegido y Doña María Teresa le envía un cable de felicitación a una
dirección en el Hotel Sevilla Biltmore de La Habana.