31 jul 2015

La Historia del Ajedrez en México, materia pendiente.





La conocida frase de que quien no conoce la historia corre el peligro de repetirla se puede aplicar, no es sorpresa, a la historia de cómo promover el ajedrez y de cómo tratar de que se inserte en las instituciones educativas del país.
Los intentos van desde finales del siglo XIX cuando algunos ajedrecistas destacados de la época y que contaban con buen nivel de relaciones con los dirigentes de los gobiernos de la era porfirista trataron de que se enseñara ajedrez en escuelas, hasta los días mas recientes en que en el Congreso de la Unión y los congresos locales estatales han debatido y en muchos casos aprobado, iniciativas de ley o exhortos para que el ajedrez tenga un lugar en los programas de estudio.
Durante ese amplio periodo se han intentado muchísimos caminos y muy diversas maneras, pero un gran porcentaje de ellos se repiten una y otra vez, emprendidos por personas o grupos que no se preocupan de investigar antecedentes y creen que son los únicos que se les ha ocurrido como hacerlo.
Es como las metodologías para enseñar ajedrez. Hay cientos de documentos con registros cuidadosos y que son  experiencia muy valiosa para cualquiera que quiera realizar la tarea de realizar un programa de estudios o un proyecto para insertar al ajedrez como actividad auxiliar o materia optativa en escuelas de cualquier nivel. Se han hecho miles de esos proyectos en centenas de ciudades y en decenas de países, con millones de pupilos y centenares de miles de instructores. Pero todos los días aparece alguien diciendo que plantea innovaciones sin investigar el pasado. Por eso no hay congruencia, y la falta de congruencia es una característica del subdesarrollo, como el no conocer la historia.
Durante los años se han ido decantando los grupúsculos de los que ven en el ajedrez sólo una fuente de ingresos o de celebridad no relacionada con su vocación por jugar ajedrez a buen nivel, de los que aman al ajedrez realmente y buscan dar un servicio a la comunidad.
Para poder analizar los errores pasados y buscar derroteros mejor fundamentados es indispensable la crónica de las acciones pasadas, pero los que viven de fugarse al futuro saben que seguramente sus ardides con que tratan de obtener dinero de los poderosos con labores fáciles y escenografías de un día o zócalos de relumbrón y estatuas de barro, son celadas viejas que si se dan a conocer harían evidente sus verdaderas intenciones y por ello están interesados en que no se conozca lo que se hizo antes.
Sacar ventaja de la ignorancia de los dirigentes es cosa fácil, pues la única cultura que les preocupa adquirir a la mayoría de ellos es la de cómo conducir borregos y poner la tasa más adecuada a sus gestiones. En la búsqueda constante de maneras de meter mano al erario, prestan oídos a los que, como canto de sirenas, tratan de llevar agua a la rueda del molino donde exprimen a los semejantes.
Y así se repite la historia, las mesas directivas de las federaciones, buscan resistirse al cambio y se perpetúan, por eso hay miembros que están ya inventariados y cumplen ya casi una década en asociaciones y federaciones, con apoyos de caciques que entorpecen el ajedrez de su localidad a veces con más de una veintena de años.
Sin la elección directa, sino se sigue la norma que es lema del país, de aquello de sufragio efectivo no reelección, los obstáculos que ponen los mismos ajedrecistas a que el ajedrez sea parte de los programas de estudio oficiales, serán inamovibles. Quien examine un poco la historia del ajedrez de México llegará inevitablemente a esa conclusión.