El
match de Reykjavik de 1972 fue un parteaguas en la historia del ajedrez y fue
el inicio de hacer del ajedrez materia de explotación comercial. Atrajo a
millones de personas a que conocieran el ajedrez y muchos se beneficiaron de la
práctica organizada del ajedrez. Por primera vez, muchas federaciones
nacionales de ajedrez fueron
Antes
los directivos de federaciones donaban tiempo y dinero, después se volvió el
ser dirigente un modus vivendi por primera vez en el mundo capitalista, pues en
los países del llamado bloque socialista ya las dirigencias del ajedrez eran
puestos laborales.
Los
nombres de Boris Spassky y Bobby Fischer aparecían en la televisión y en los
diarios de todo el mundo. Fue ese match parte de un programa publicitario
político dentro de la guerra fría y al salir victorioso un representante de los
Estados Unidos frente a uno de la Unión Soviética en una disciplina tan
asociada con los triunfos soviéticos, era una excelente oportunidad para hacer
mucho ruido.
El
perdedor del match perdió en muy diversos sentidos. Muchos escucharon el nombre
de Boris Spassky, pero solo para los aficionados al ajedrez de tiempo atrás su
nombre tenía enorme significado.
Prácticamente
todos los campeones del ajedrez clásico y todos los que alguna vez fueron
campeones de la URSS vieron publicadas sus partidas selectas con sus propios
comentarios. Spassky no. Clubes de ajedrez por toda la Unión Soviética se
nombraban en honor de los campeones mundiales. Hay algunos campeones que han
sido honrados al poner más de 20 clubes su nombre. Spassky hasta hace menos de
10 años vio su nombre puesto a un club en Rusia, cuando su carrera data de hace
más de 50 años cuando en 1966 se convirtió en el retador al campeón mundial, y
desde los años 50s, ganaba torneos internacionales.
Ahora,
con mala salud y con 80 años de edad, se publica un volumen de dos tomos sobre
la carrera ajedrecística de Spassky que le hace justicia y trata de demostrar
los grandes niveles como jugador y lo mucho que se puede aprender de sus
partidas.
En
el juego de Spassky se observan varias etapas: cuando entrenaba con Vladimir
Zak, luego, una en que subió como cometa, trabajando con Alexandr Tolush, una
de gran descenso cuando el GM Tolush ya no quiso trabajar con él (o en la
versión de Spassky, fue el pupilo el que no aguantó la dureza del coronel
Tolush), otra etapa de ascenso trabajando con el GM Bondarevsky y su paternal
asistencia; para otra de consolidación después del primer match con Petrosian,
y una de escepticismo tras el segunda match de Petrosian. Luego vendría
Reykjavik y la lucha de Spassky consigo mismo hasta su derrota ante Karpov en
1974. El autor principal del libro es el GM Nikolay Krogius, quien ya había
hecho un trabajo sobre las partidas de Spassky en un formato de breves comentarios,
estilo “Informant”, pero esta vez los comentarios son más extensos y aprovecha
sus conocimientos sobre sicología para explicarse muchas de las maneras en que
Spassky decidía sus jugadas. Si lo hubiera hecho al estilo que uso Neishtadt
para las partidas de Keres, y que en ruso le denominó a su libro “Universidad
Paul Keres”, creo que hubiera sido una obra cumbre de Krogius. A pesar de todo
los dos tomos de los que hablo, son un trabajo muy instructivo que espero se
traduzca pronto y contribuya a que fuera de Rusia, Spassky tenga su mármol y su
poeta, su crónica justa.