En enero de este año tuve el muy agradable placer de dar una plática en el Club Capablanca en La Habana, acompañado de los buenos amigos el MI Vilela y la GMF Vivian Ramón, así como el periodista cubano de ajedrez más afamado del siglo XXI, Jesús Bayolo; por invitación del Presidente del tradicional club, Roberto Montemayor. Pero en enero, como en febrero, marzo y abril, siempre se siente la presencia de Capablanca en La Habana y no falta quien nos muestre algo interesante de los recuerdos del genio habanero del ajedrez. Aunque ya desde años tan tempranos como 1911, hace un siglo, a veces el joven Capablanca tuvo problemas de salud, causados por su alta presión, que le dio problemas desde su gran triunfo en San Sebastian, y que la prensa de la época ya anotaba como causa de que algunas exhibiciones de simultaneas las interrumpiera, pero con la osadía natural de la juventud desatendió hace ya un siglo y que en su edad madura le causó algunas malas actuaciones como la de Holanda en 1938, cuando ya en la cincuentena no se sospechaba que solo le quedarían cuatro años de vida; hay quien afirma que su triunfo de 1927 en Nueva York le dio una excesiva confianza en vencer a Alekhine en su match de Buenos Aires. Pero si ya en 1911, en plena juventud la salud daba señales de alarma, dieciséis años después, tuvo que afectarle, además de algunos descuidos en la disciplina causados por la belleza femenina a la que estamos expuestos todos aquellos que presumimos de poseer temperamento meridional y que han formado parte de la mitología que rodea una personalidad tan atrayente e interesante como la de Don José Raúl Capablanca, “que amo cuantas ellas puedan tener de hospitalario” como sentencia Antonio Machado en su autorretrato. El caso es que es interesante observar las papeletas del encuentro con Alekhine en Nueva York, de la mano de ambos contrincantes. Es curioso que en La Habana nadie notase nunca la mala salud del campeón, pero si uno se siente mal, basta con un paseo por El Prado Habanero, para recuperar la salud, un par de días nada más.
Pero en las crónicas del ajedrez europeo de varias revistas, entre 1911 y 1938, uno puede ver que era bastante frecuente que Capablanca tuviera señales de alarma y que muchos médicos amigos lo previnieron. Los campeones mundiales Alekhine, Capablanca, Tal y Petrosian murieron a edad relativamente temprana, ya no se diga Morphy, que ni siquiera cruzó el umbral de los cincuenta años. Tanto Alekhine, como Tal, Petrosian y Morphy fueron afectados moral y en su salud por las guerras, y aunque poco se sabe de la participación política de Capablanca en los años del machadato en Cuba, si hay evidencias que también se vio afectado, pues como los mencionados, vieron su patria en problemas y convulsiones. A veces uno piensa en el GM Carlos Torre, que vivió muy joven el exilio y que luego fue testigo de los primeros años de la revolución rusa y de la posrrevolución mexicana. “Ojalá vivas tiempos interesantes” dice un refrán chino, pero no deja de afectar a la salud. “Si me pierdo búsquenme en Andalucía o en Cuba” era la receta de García Lorca que uno desea seguir, pero aunque son fuente de salud los lugares bellos, también han tenido sus épocas peligrosas, sobre todo a las cinco de la tarde, como sufriera el genio granadino.
Ya en México, el 8 de mayo, viviremos tiempos interesantes y habrá que marchar, haciendo un lado momentáneamente el ajedrez, aunque la salud sufra. La historia hace citas que hay que cumplir.