Si un estudioso del ajedrez cuenta con una enorme biblioteca, podríamos suponer que posee una gran ventaja para sobresalir contra otros que no cuentan con tanta información. La información es poder, pero eso no tiene nada que ver con los que tienen cientos de libros pero que carecen de programa o guía para usar racionalmente su acervo informativo.
El tener muchas opciones para adquirir información, puede derivar en un problema para establecer en como y con que libro, ocupar el limitado tiempo que podemos dedicarle al estudio del ajedrez.
La moda o la publicidad ejercen cierta influencia y son culpables de que muchos jugadores con aspiraciones de ambiciosa superación, hayan malgastado mucho de ese precioso y limitado tiempo en libros de calidad sospechosa. Ya una sentencia histórica lo afirmaba: “No hay tiempo para leer buenos libros, sino solo para leer los mejores libros”
Está bien el coleccionar libros, pero finalmente tendremos que elegir los libros que nos parecen “indispensables” y guardar el resto a donde no nos distraigan de nuestro programa de trabajo.
Claro que la clave esta en “focalizarnos”, en estructurar nuestro plan de trabajo y mantenernos en el sin caer en la inconsistencia y dejarnos distraer por un nuevo texto, que nos dañaría en términos de tiempo, cual si fuera una enfermedad oportunista que aprovecha alguna debilidad del sistema inmunológico.
Si antes el problema era falta de fuentes de información, ahora es la super abundancia de ellas.
Muchos cuentan que en los años treintas del siglo XX se publicaban pocos libros de ajedrez en castellano y había que leer uno de esos escasos textos “hasta las náuseas”. Pero la consecuencia de ese monopolizarse en la lectura de un solo texto, es una comprensión completa del tema y poner una huella en nuestro estilo, que de otra manera difícilmente se mantendrá puramente individual, sino que será producto de un ajiaco que aguanta todas las mezclas.
Ahora el problema es que los jóvenes estudiantes del ajedrez van de un texto a otro sin profundizar, como jugando blitz con los libros. Pasan de un libro a otro, gracias a que pueden bajar gratuitamente muchísimos libros y así tener acceso a información que hace 30 años les hubiera costado una fortuna.
¿Cómo algo tan deseable como es la abundancia de información, la facilidad de acceso a ella puede convertirse en algo negativo? Todo el exceso es malo, dice la conseja popular reforzada por la opinión de los grandes pensadores. La austeridad y la templanza también tienen sus ventajas en lo que respecta al estudio. La superficialidad es más peligrosa que la inflexibilidad, pues en el aprendizaje del ajedrez pesan mucho los hábitos y lo importante no nada más es que haces sino como lo haces, pues la superficialidad es un hábito más peligroso en ajedrez que la perseverancia en su sentido peyorativo.
Disciplina es la clave, tomar una decisión con cuidado, pero luego ser consistente en llevar a cabo esa decisión hasta un extremo razonable, para que se enraícen los hábitos.