Me pareció increíble que en pleno siglo XXI se den actos de discriminación en torneos mexicanos de consecuencias internacionales. No me sorprende por el arbitro internacional al que se le acusa de acción tan deleznable, pues está calificado por muchos como un arbitro sencillamente ausente de escrúpulos y de calidad, aunque muchos, realmente muchos, afirman que puede tener muchos errores pero que se respeta a él mismo lo suficiente como para no cometer el acto del que se le acusa. En lo personal me inspira desconfianza pero no puedo decir que he sido testigo más que de una que otra actuación deficiente pero de ninguna manera tan deshonesta como lo que se acusa, aunque si me han llegado rumores desde hace años de acciones realmente lamentables, pero sin nada contundente que lo pruebe. Cien rumores no constituyen ni una sola evidencia ni una sola acusación formal.
Pero esta vez si lo acusan en público y por escrito y de una manera que resultará fácilmente comprobable. Pues aunque nunca se podrá probar la intención con que la acción se realizo, si es comprobable si fue una mala actuación o no, aunque debe concederse la duda si fue por ineptitud o de plano por razones personales que lo inclinan a la discriminación.
Ahora bien, al comentar esta acusación, muchos mencionan actos similares o peores, por lo que yo exhortaría a no entrar en la rumorología, y que si tienen pruebas o evidencias de tantos dichos, los presenten formalmente y erradiquemos la posibilidad de que personas que no reúnan ciertas cualidades morales básicas sean autoridades en eventos deportivos en que compiten niños.
Me piden de mi testimonio de una vez en que intervine para que dicho árbitro no fuese golpeado a la salida de un torneo. Pero lo que recuerdo de ese, intrascendente para mi, incidente, es que simplemente estábamos afuera de la sala de juego, al terminar el evento y un profesor universitario, de conocida respetabilidad y ecuanimidad, muy alterado quiso agredirlo y yo lo contuve para tranquilizarlo y entre un agente federal a mi servicio (era en ese entonces funcionario gubernamental) y yo lo inmovilizamos. Luego se calmó, mientras el amenazado huyó rápidamente del lugar. A ciencia cierta no se le causa de la disputa y luego ninguno de los involucrados me la explicó, sino me enteré solo por los que nos rodeaban, pero no recuerdo nada exacto, sino alegatos muy confusos y mi preocupación era solamente que no se llegase a la violencia, pues las consecuencias podrían ser perjudiciales para el profesor a quien respeto y que en ese momento estaba totalmente fuera de si. Ya al final y más calmado, simplemente se fue y todo quedo en una anécdota. Que yo sepa no se hizo protesta formal y me pareció que por muy mala que hubiera sido la actuación del árbitro, no se justificaba de ninguna manera que lo quisieran golpear. Luego se me dijo que eran varios los indignados, pero ante la intervención de un agente armado, todos se desistieron y que les extrañaba defendiese yo a alguien tan “terrible”.
El incidente realmente no tuvo gran importancia para mi forma de ver, así que lo achaque a una disputa sin trascendencia y no la grabe en mi memoria ni profundice en el hecho.
A todos los que en referencia a ese incidente me mandaron un email, les reitero que lo escrito es lo único que puedo referir, pues sólo vi el final del incidente, no sus orígenes, pues ni siquiera jugaba yo en ese torneo.
Sobre otras acciones de ese arbitro, si he oído muchas quejas, pero no documentadas ni con evidencias.
Lo que si esta claro es que hay una acusación que merece ser investigada y que cae dentro de delitos bien tipificados, así que hay que formalizarla, y si no se encuentra como canalizarla debidamente, estoy seguro que varios miembros del Congreso de la Unión, como ya me lo han comentado, están dispuestos a orientar a la jugadora afectada para que sean sus derechos respetados y no vuelva a ser victima de discriminación.