Muchas de las enfermedades se dice que se curan con aire, agua y sol; los grandes médicos, decía Hipócrates. Otras, muy molestas, productos de virus, el cuerpo las va venciendo y no hay nada que hacer sino reforzarlo. De hecho Derek Chopra decía que el 90% de las medicinas eran inútiles y un porcentaje muy similar de médicos lo mismo.
El trabajo del entrenador es como el de un médico en cierta forma. Se debe comenzar con un diagnóstico y una observación profunda, amplia y completa del pretendiente a maestro de ajedrez. Tras eso, se realiza un plan de trabajo, un tratamiento, que responde a las demandas del diagnóstico. Se tiene un perfil de salida de lo que sería un maestro de ajedrez, como el médico tiene ciertos parámetros para establecer que un paciente esta sano.
Mientras más arduo el diagnóstico, mejor idea tendrá el médico, o el entrenador de ajedrez, para saber que tratamiento y que “medicina” administrar para que se cumplan los parámetros de salud, o el perfil de “salida” del alumno de ajedrez.
¿En donde se ve la calidad de un entrenador? En su amplia cultura ajedrecística que le permite analizar el diagnóstico, documento que puede ser hecho por el entrenador o por otro, respaldado generalmente con más de seis décadas de diseños de diagnóstico del ajedrez soviético. Si el entrenador interpreta mal el resultado del examen de diagnóstico, su plan de entrenamiento será defectuoso en contenidos, o en tiempo, en acciones paralelas, en fin en todo.
Supongamos que el entrenador sabe lo que se tiene que mejorar en base al diagnóstico, resulta muy importante la experiencia que le permite saber que plan de entrenamiento rinde frutos o termina decepcionando al aspirante a maestro.
Hay mucho de prueba y error acumulado de las experiencias de decenas de entrenadores soviéticos que entre 1929 y 1992 intercambiaron experiencias de campo del entrenamiento de niños y jóvenes, y que plasmaron en diversos manuales que hoy día podemos aprovechar nosotros.
Luego de la desaparición de la URSS, muchos entrenadores ex soviéticos y occidentales que se formaron con entrenadores rusos o se estudiaron los manuales de ajedrez de la URSS, continuaron intercambiando notas en los últimos 20 años, perfeccionando métodos de diagnóstico, de interpretación de este, perfiles de salida y de formulación de planes de trabajo y planes de entrenamiento.
Muchos de esos trabajos han aparecido en castellano, portugués, castellano, inglés y alemán, por lo que abunda material que puede ser utilizado por los aprendices de entrenador, los que tienen la necesidad de tener un plan de estudios, y muchos “problemas” que a escondidas lo transmiten con sus colegas, persistiendo con la idea de que todos pueden jugar ajedrez y por supuesto hay altas probabilidades de que lo hagan bien.
“El ajedrez es una forma de vida” y es lo que muchos entrenadores tratan de inculcar en sus pupilos, inspirados en el autor original de esa frase y pilar de gran parte de la metodología que se utilizaba en la URSS para enseñar ajedrez.
Hay muchos jugadores bien intencionados que pasan a dedicarse a ser entrenadores con bases enteramente empíricas, son como los curanderos y brujos de algunas comunidades pequeñas y aisladas. Autodidactas que tienen su valor como lo tienen los médicos que proporcionan medicina tradicional y están avalados sólo por su experiencia. Pero lo cierto es que para curar aun hijo, por ejemplo, preferimos un médico certificado por una universidad seria, a un médico avalado por las tradiciones y su propio testimonio.
Muchos se curarán con estos “médicos” empíricos y tradicionales, pero muchos otros no y mientras mas rápido se canalicen a un médico profesional, más oportunidad habrá para alcanzar un satisfactorio estado de salud y más sencillo será mantenerlo.
Quien recomienda o dice que no es necesario un entrenador para un jugador se equipará a aquel que para curarse se autoreceta, o le pide al farmáceutico una recomendación de que medicina tomar, o recurre a algún hechizo o a un curandero.
Seguramente muchos curanderos son muy eficaces, pero otros son charlatanes y verdaderos peligros para la comunidad. Usted dirá con quien se juega su salud, o el futuro ajedrecístico de uno de sus hijos.
Pero hay otro caso, ¿Qué hacer cuando uno es consciente de que se requiere de un entrenador profesional y no hay uno a la mano? No se me ocurre más que lleve a su hijo con el menos malo de los empíricos, con quien sea más serio con el diagnóstico y apoye el desarrollo de su hijo con un profesional a distancia, entrenadores que como yo damos servicio por email Hay una buena cantidad y diversas calidades. A veces es cuestión de gustos o de precios.