Un deber de todo entrenador es actualizarse constantemente, averiguar todo lo que se está estudiando o intentando en relación a la superación de jugadores en lo particular y en desarrollo personal en lo general.
Mucho se escribe respecto a la experiencia de entrenadores de diversos deportes y un entrenador de ajedrez puede aprender mucho de los super entrenadores profesionales como Yogi Berra del Baseball o entrenadores de tenis, o de expertos en coaching o motivación de personas como Alex Dey o Brian Tracy, así como expertos en capacitación como Tom Peters o de desarrollo humano como Edward De Bono y Tony Buzan.
Un entrenador de ajedrez puede realmente diseñar sistemas de motivación en base a lecturas de Paolo Coelho y no solamente con los textos del GM Krogius. Conocer de Napoleón Hill o Carl C. Jung, Vigotsky, Luria, Emerson y Martí no sólo es tan útil como estudiar a Alekhine o Capablanca, si no aún más importante para llegar a ser un buen ajedrecista.
El famoso entrenador Mark Dvoretsky en sus artículos describe su orgullo de que a sus pupilos como el GM Yusupov no sólo lo orientó por el camino del ajedrez de excelencia, sino a iniciar sus pasos en las lecturas de la Alta Cultura.
Recientemente apareció en los cines la cinta “Moneyball” basada en el famoso libro del mismo nombre. Ambas versiones, la del libro y la fílmica, me parecieron sumamente instructivas e interesantes. Creo que son algo que ningún entrenador se debía perder.
Muchos pasan por alto que el buscar talento no es la meta del entrenador, sino sacar el mayor jugo, la optimización de las cualidades de los pupilos. Aparte de que el tema de definición e identificación de talento puede dividir a los expertos, pues no hay un consenso generalizado sobre ello; puede ser que ni valga la pena preocuparse si un muchacho tiene talento, sino lo importante es la motivación, la vocación; facetas que es válido incluirlas dentro de la caracterización del talento.
Hay momentos en la vida en que tiene que decidirse por cual camino seguir, eso puede pasar a los 18 o a los 48 años; y a menudo se trata de fundamentar la decisión en establecer que tanto talento tiene uno para una cosa o para otra. Claro que se han tratado de establecer parámetros para ello, queriendo descubrir el punto de vista de Dios sobre para que nos destino.
Es muy duro pretender interrogar a Dios, o tratar, de alguna manera, cargarle la responsabilidad de nuestras decisiones. Y más duro es tratar de pasarle a otra persona el peso preguntando ¿Tengo yo talento para esto o para lo otro?
Los teóricos no se ponen de acuerdo, ni Malanga se unifica en que es el talento. Intuimos que es, pero cualquier definición se queda corta o incompleta.
“Moneyball” trata mucho de ello, trata de optimizar lo que tenemos no de tratar de adquirir lo ideal. Nuestro vino de platano, nuestro vino y si sale agrio es nuestro vino.
Es un filme que todo entrenador debe ver.