En la reflexión anterior hablaba de que la mejor manera de
progresar en ajedrez, y en todo lo demás, es cambiar la manera de pensar.
Afirmación muy repetida y que uno puede encontrar en todo tipo de medios y
disciplinas, pero…
Aquí me voy a permitir repasar unas conferencias que dieron
Boris Samoilovich Weinsten y Vladimir Griegorevich Zak en la Academia Mariscal
Frunze en los años 70s en que hablaban de la dificultad de vencer las inercias
y lograr los cambios mentales en los ajedrecistas. El tema se los había propuesto el MI Ilia Kan
conductor de la sección de ajedrez de la
renombrada institución militar.
Cambiar la manera de pensar era batallar con toda la basura
con la que han ensuciado la mente de los jóvenes todos los que lo rodean, afirmaba
Kan, y si eso se ha acumulado en todos sus años de vida, puede tomar otro tanto
el cambio, excepto si algo muy drástico sucede. La inconformidad vendrá de un
hartazgo de ser siempre lo mismo, de acumular tantas derrotas, pero si hay algo
de éxito en la mezcla, el individuo en su debilidad se defenderá al cambio.
El más veterano de los tres, Boris Samoilovich, quien vivió
los duros años de la guerra patria y de las purgas de Stalin, reconocía que
muchos habían logrado el cambio tras sufrimientos muy agudos, pero que en el
plano deportivo de ajedrez se podía trabajar con el convencimiento y la
exigencia en la justa medida. Zak afirmaba que sin el apoyo de un entrenador
con autoridad era muy difícil hacerlo y en el plan autodidacta podría llevar
una vida entera y nunca lograrlo.
Primero, coincidieron los tres, había que fomentar la
autocrítica y estudiar las partidas jugadas y hacer un verdadero recuento de
daños y ubicar con precisión el nivel actual, así como examinar los grados de
motivación de la persona, aunque también esa tarea pudiera estar fuera del
alcance de un individuo solo y sin ayuda.
Ese requerimiento de apoyo externo dejaba mucho a la
fortuna, al azar, si alguien pudiese lograr el cambio de manera de pensar y su
superación. Era opción inaceptable para una sociedad que trata de llevar a sus
miembros a la expresión máxima de sus potencialidades. ¿Pero como evitarlo? Por
mucha propaganda, planes de educación, etc., siempre habrá quienes tengan la
suerte del apoyo de un mentor y otros que no. Incluso se mencionaba esa famosa
frase de que “Cuando el alumno está listo, aparece el maestro”, muy bella y
romántica pero muy sentenciosa para aquellos de comunidades aisladas de la gran
Rusia y que tienen la taiga y las distancias como barrera casi infranqueable.
En esos años de finales de la década de los 70s, estábamos muy
lejos de imaginar lo que sucedería con la enseñanza y el internet, pero ya
existían cuatro décadas de experiencia en la enseñanza del ajedrez por
correspondencia incluso a niveles muy elevados en que entrenadores preparaban a
maestros internacionales muy jóvenes por correo y solo lo hacían presencialmente
una o dos semanas cada semestre, como las famosas escuelas de Botvinnik,
Smyslov y Petrosian realizaban, pero el acceso era determinado por instructores
locales. El intermediario, el instructor, era inevitable. Si un muchacho no
topaba con instructor local, difícilmente tendría acceso a preparación elevada
si no se mudaba a las grandes urbes. Eso hozo que muchos como Karpov,
Petrosian,Makogonov y otros, salieran de sus repúblicas para radicar en Moscú.
¿Cómo cambiar la manera de pensar sin apoyo externo? La
bibliografía de la autoayuda es una industria cada vez más creciente y el
internet está repleto de artículos al respecto con cientos de recetas. Pero
reconozco que el esfuerzo para realizar tal cambio es muy difícil de convocar y
pasa por un proceso de extrema exigencia en donde sola la fe y una muy fuerte
automotivación puede lograr. Entonces habrá que empezar por ahí, por trabajar
en la motivación arduamente, alimentar el deseo hasta la obsesión y luego
trabajar en los múltiples métodos que se ofrecen para cambiar la manera de
razonar, pues este es el único camino seguro para la mejora continua. Es como
subir una enorme montaña, por eso es tan difícil lograr la excelencia en
ajedrez, pero el camino seguro que vale la pena recorrerlo…