Parece que todo mundo ya acepta que el ajedrez rinde muchos
beneficios a los que lo practican y por ello debe tener un sitio en las aulas.
Todo eso me suena bien, pero tras medio siglo de transitar
por torneos, clubes y actividades relacionadas con el ajedrez, he tenido que
aceptar que hay varios tipos de Ajedrez. Antes pensaba que solo existía uno: el
de los torneos muy formales con al menos 2 horas para reflexionar 50 jugadas.
Pero he visto muchas personas, a quienes no puedo juzgar, que su vida gira en
las confrontaciones de partidas de 5 minutos, que no les interesan los torneos,
ni ninguna otra actividad seria, dentro o fuera del ajedrez. Juegan partidas
rápidas una tras otra, con irregular calidad, ya que en ocasiones ejecutan
jugadas magistrales dignas de un gran maestro, pero en otras veces hacen jugadas
que a un principiante le avergonzaría realizar en un torneo. Ese ajedrez “blitz”
tiene más similitudes con los juegos de azar que el poker o el domino. Por
supuesto que es otro ajedrez, no el que se recomienda incluir en las aulas.
¿Pero los funcionarios que tomarán las decisiones saben la diferencia? Por lo
general el ajedrez que conocen aquellos funcionarios con contacto superficial
con el mundo del ajedrez, ven en el
ajedrez un juego en que se piensa un poco para realizar una jugada. No saben
que existe una teoría compleja y a menudo contradictoria sobre el juego, aunque
si saben que hay muchos libros de ajedrez y que muchos personajes valiosos de
la historia fueron muy aficionados al ajedrez. Saben que hay reglamentos, pero
no conocen bien a bien cuales son las funciones de un arbitro en una partida de
ajedrez y mucho menos saben que hay una manera de enseñarlo siguiendo sistemas
que se fueron elaborando a través de la historia y que se avanzó terriblemente
en ello durante el período de existencia de la Unión de Repúblicas Soviéticas
Socialistas que ellos conciben como Rusia…
Muchos saben de argumentaciones sobre la importancia de
practicar ajedrez, pero superficialmente, como todos sabemos que no es bueno el
cigarro, aunque no conocemos particularidades ni puntos finos. Saben que el
ajedrez es bueno, porque así lo han señalado destacados pensadores y
educadores, que avalan esta afirmación.
El ajedrez que conocen estos funcionarios no es el del
blitz, ni el de torneo, es otro ajedrez, con un poco de ambos.
Hay un ajedrez que es el del comentarista deportivo,
especializado en ajedrez o no, a quien le importa el suceso y transmitirlo.
Tiene idea más o menos superficial de cuáles son los procesos con que los
grandes maestros seleccionan sus jugadas, pero lo suyo es comentar si lograron
seleccionar la adecuada y cuáles son sus resultados en los torneos. Comentan
partidas de grandes maestros tratando de que los lectores comprendan cosas que
muchas veces están fuera del alcance de asimilación del propio comentarista.
Hay otro ajedrez, el de los analistas, que buscan afanosamente
los momentos de la equivocación para señalar lo que debió jugarse y demostrar,
consciente o inconscientemente, que si no fuera por veleidades de la vida, él y
no aquel jugador, debía competir en ese torneo, con ese escenario producto de
la ilusión, contra ese jugador y con el éxito debido para recompensar su vida
de frustraciones, en donde en lugar que hacer, relata lo que hacen los otros.
Muchos tipos de ajedrez. ¿Cuál es el que quieren promover en
las aulas?