Con enorme tristeza e
indignación observó que los representantes de México, que se ganaron su lugar
en arduo, importante y costoso torneo previo, no compiten en el Campeonato
Mundial Juvenil (mal llamado sub 20 por muchos).
Y mientras se fomenta (o
explota) la participación de los poco significativos eventos subs varios en
donde no hay tradición de calidad, pues son torneos abiertos disfrazados de
eventos internacionales, en que decenas de competidores locales se mezclan con
jugadores campeones y las “legiones de avalados”, en un fingimiento de lo que
es una verdadera competencia internacional, los federativos fallan en que
México participe en la única competencia “sub” de verdadero prestigio y real
fogueo internacional.
Teniendo a dos verdaderas
estrellas con futuro, como pocas veces antes, uno en cada género, con verdaderas
oportunidades de un lugar destacado, no se les cumple. Les exigieron una
costosa inscripción al evento clasificatorio, más grande que cualquier precedente
en la historia del ajedrez mexicano y terminan no cumpliendo.
No sé si sea proseguible
penalmente esta actuación de los federativos, pero hay mucho tiempo para
averiguarlo, y pronto, con voz en el máximo foro, el Congreso de la Unión,
estoy seguro que habrá manera de aclarar relativamente pronto la situación
legal y tomar las medidas adecuadas, pero la situación moral debe preocupar
más, y es donde ahora hay que apuntar. ¿Qué pasó? ¿No hay quien defienda los
sueños de estos jóvenes deportistas? Todos los que de alguna manera tenemos más
experiencias, más conocimientos o más contactos o medios debiéramos preocuparnos
un poco por evitar que estas cosas pasen. ¿Qué cosa fuera la maza sin cantera?