Este año se realizó la edición 113 del US Open de Ajedrez y
fue especialmente agradable el que un mexicano, el GM Manuel Léon Hoyos se
alzase con el campeonato, como lo hiciese en 1924, el GM Carlos Torre, también
mexicano.
En 1924 el evento que cumple 113 años de historia, no se
llamaba US Open Championship como ahora, sino el Campeonato de la Western
Association y a finales de la década de los años treinta del siglo XX, las
diversas organizaciones de ajedrez de los Estados Unidos acordaron que ese
tradicional torneo fuera renombrado “US Open Championship” y sus ganadores
anteriores y futuros fueran reconocidos como Campeones del Campeonato Abierto
de los Estados Unidos. Abierto se
denominan estos torneos dado que se admite que compitan extranjeros y se llama
Absoluto al evento restringido a jugadores que juegan en los eventos de la FIDE
como representantes de los Estados Unidos, condición que se adquiere al ser
residente de los Estados Unidos y afiliarse a la USCF, United States Chess
Federation. Para participar en evento en los Estados Unidos es necesario, ya
sea uno extranjero o residente en ese país, pagar la afiliación.
El que los ajedrecistas se organicen en federaciones es muy
importante, puesto que al estar constituidos así, y estas Federaciones sean
reconocidas por los gobiernos, el recibir fondos gubernamentales se hace
posible.
En México las federaciones deportivas tienen como fuente
principal de sus ingresos las aportaciones gubernamentales, que en el caso del
ajedrez en México es varias veces superior a los fondos que la federación de
ajedrez de los Estados Unidos recibe de su gobierno.
El lograr que la federación de ajedrez que rige la práctica
organizada en México reciba tan amplios fondos fue debido a que muchos
personajes en la historia sacrificaron tiempo y recursos en lograrlo y a veces
se olvida eso y se toma la situación actual como natural y los que logran
actualmente amplios beneficios de ello o lo ignoran o simplemente desean
olvidarlo.
La actitud de los ajedrecistas mexicanos respecto a su
actividad ha sido perjudicada en parte por el hecho de que directivos y
practicantes están acostumbrados a que el gobierno aporte muchos fondos y
prácticamente no sea capaz de supervisar críticamente su uso, básicamente por
la ignorancia de los directivos nacionales del deporte sobre las peculiaridades
de la actividad.
En una encuesta realizada en un evento de ajedrez en México
a finales de 2011 se observó que un padre de familia que tiene hijos
participando en ajedrez gasta como promedio la cuarta parte del dinero mensual
que gasta consultando adivinos o “videntes” para guiar sus acciones. Esta
encuesta abarcó 120 padres de familia y más de la mitad admitieron gastar en horóscopos,
talismanes, brujos, lectores de cartas y chamanes; buenas cantidades de dinero.
En promedio cuatro veces más dinero gastaban en eso que en
ajedrez. Hubo casos de personas que gastaron hasta 12 veces más en eso que en
que sus hijos aprendieran bien el ajedrez.
Parece que es mejor o más retribuido económicamente vender
talismanes que vender cursos o libros. Ya estoy pensando en hacer en ajedrez lo
que Alejandro Jodorowsky hizo con la sicología con su Psicomagia y poner un
sitio de Ajedrez y Horóscopos, aunque un buen amigo, especialista en el tema,
me envía semanalmente el horóscopo y no quisiera competir en ese terreno.
Pero parece que gastan en adivinos porque ese servicio no
creen que deba brindarlo el gobierno.
Pero una federación fuerte y bien dirigida es la clave del
desarrollo del ajedrez en un país. Los éxitos de jugadores como el GM León
Hoyos no serían concebibles sin esa historia de las organizaciones. Si desde
1973 no hubiera el gobierno admitido al ajedrez como actividad organizada
merecedora de recibir fondos de apoyo, no habría, como no lo hubo en décadas
anteriores a 1973, titulados internacionales en México.
Pero esa federación, la FENAMAC no habría logrado ser
receptora de presupuestos federales sin aquella Federación Mexicana de Ajedrez
fundada en 1932 que fue la primera reconocida como legal por el gobierno y
cuyos campeonatos eran inaugurados por el Presidente de la República. Y antes
de eso, el Club de Ajedrez de México que funcionaba ya en 1868 tras la
expulsión de los invasores, fue pilar de lo que hay hoy día.
Desgraciadamente habría que pensar si los actuales ajedrecistas
practicantes son dignos de aquella historia por permitir el nivel organizativo
actual de nuestras federaciones. “Haiga sido como haiga sido”.