Desde hace 40 años he escrito e investigado sobre el ajedrez
del GM Carlos Torre Repetto; más de 30 artículos, publicaciones en revistas,
etc., un gran acervo aumentado con las aportaciones invaluables de sus dos
paisanos: Manuel Vega López de Llergo, presidente fundador de FENAMAC y Carlos
Manzur Simón y de varios familiares de los maestros rusos Model, Zak, Rokhlin
que me permitieron “escanear” documentos personales de los meses en que Torre
estuvo en la Unión Soviética.
Para mí está más que clara la influencia que tuvo el gran
maestro yucateco en la evolución del sistema de enseñanza del ajedrez en la
URSS y como el viaje a Europa de 1925 a 1926 tuvo en la vida del maestro y todo
lo que aprendió allá, que, adicionado a la gran base cultural que recibió de su
familia que era una de las más destacadas intelectualmente en el Yucatán
finsecular y en los albores del siglo XIX, desembocó en una filosofía muy
profunda de la vida y el ajedrez que estaba muy lejos de la comprensión del
medio en que vivió los últimos cincuenta años de su vida.
La mejor semblanza del Carlos Torre de la segunda mitad del
siglo XX me la ofreció su sobrino el Dr. Egidio Torre, que aunque nonagenario,
mantiene una lucidez impresionante y una clara memoria de las conversaciones que
tuvo con su tío, testimonios de gran peso del alto nivel que alcanzó Don Carlos
en todos los niveles intelectuales.
Muchos mitos sobre la situación sicológica del maestro Torre
al momento de abandonar su carrera internacional en el ajedrez a partir de 1926
se han desarrollado a partir de los manejos de los enemigos surgidos por la
envidia de su talento y el temor a su pensamiento crítico y a la potencial
amenaza que veían a sus oscuros intereses.
Tras seis meses de recopilar, ordenar y reorganizar todo el
material y ponerlo de manera publicable; gracias al apoyo del buen amigo
Osvaldo Valencia, de mi alumno muy estimado Alín Martínez y a la paciente
disposición y abierta colaboración de funcionarios de la cultura en el estado
Tamaulipas, como el Maestro Arturo Medellín Anaya; espero que pronto se vea
publicado una serie de testimonios que demuestren que el GM Carlos Torre
Repetto fue víctima de maquinaciones que bloquearon su camino a las más altas cúspides
del ajedrez mundial y lo que es más importante, es un ejemplo a seguir por las
nuevas generaciones de ajedrecistas iberoamericanos, sobre todo por su
conciencia social y su voluntad de superación.
Que se conozca más la obra creativa del maestro Torre y que
su memoria sea perenne estímulo a todos los jóvenes creadores de México fue el
objetivo principal, más que el de acusar a sus enemigos; pero también se buscó
la objetividad y el analizar si su sistema de razonamiento en ajedrez debiera
ser el paradigma de la enseñanza del ajedrez en el sector educativo en nuestro
país.
Las soluciones de Torre no son nada fácil, exigen entrega
máxima y un esfuerzo continuo; acaso eso finalmente le dé su máximo valor, pero
también tiene el peligro de desanimar a los espíritus frágiles si no cuentan
con la orientación adecuada y oportuna.
Torre en vida sufrió de altibajos en lo que toca al
reconocimiento. A momentos era tratado como la gloria nacional y leyenda
viviente, en cambio, en largos períodos, olvidado, pues para todos los que
personalmente lo conocimos era un enigma que se agrandaba con lo que se decía
de él por muchos que lo conocieron en los días difíciles tras de su retiro del
ajedrez.
Ahora, casi sin conocerlo, se le loa y se dan grandes
discursos sobre su enorme valía, “La gloria, dijo Balzac, es el sol de los
muertos”.
Me llamaba la atención que Torre en la URSS recibió extraños
“regalos” de sus admiradores y anfitriones soviéticos como los ejemplares de
una antigua publicación rusa, del año1871 encuadernado completo, de El
Mensajero Ruso. En esa colección aparece la novela Los Poseídos de Fedor M.
Dostoyevsky; en que el autor hace un cuadro profético de los revolucionarios
rusos y expresaba una ardiente fe en la doctrina cristiana y una incredulidad
en cualquiera otra que no fuera esa. Esa obra precedió en siete años a la obra
cumbre Los Hermanos Kamarasoff, que la escribió Dostoyevsky en medio de ataques
continuos de epilepsia. Esta obra la menciono porque en una carta a Model, Torre
lo llama staretz Zozima, que en Los Hermanos Karamasoff es un personaje, un
monje anciano, que Fedor Mikhailovich describe magistralmente. En la carta,
Torre pide a Model se cuide y le recuerda que Dostoievsky murió de una serie de
hemorragias pulmonares, y le pide disminuya el fumar… Consejo que el mismo
Torre no siguió.
Si de por si Torre no era muy optimista por naturaleza, la
influencia de la literatura rusa, sobre todo con autores como Dostoyevsky, uno
de los más profundos conocedores de la naturaleza humana, debió influir más en
el pensamiento de Torre que todos los cuadernos sobre marxismo con que lo
colmaron durante los meses de visita en la URSS, en la campaña de abierto adoctrinamiento
que le planificaron. Terreno fértil para la disidencia ante los poderes del
capital, era su mente ya alimentada por las experiencias revolucionarias y la
represión que enfrentó su familia que tuvo que exiliarse de México tras la
traición de Victoriano Huerta y la persecución de todos los colaboradores de
José María Pino Suárez Cámara, vicepresidente constitucional de México y
entrañable amigo de la familia Torre Repetto.
Torre fue un genio atormentado como Dostoyevsky, pero en una
forma más trágica, pues no entendía como se habían evaporado dos meses de vida de
su memoria y quedó más desvalido por ello que Raskolnikov ante las pesquisas, o
que el mismo Fedor Mikhailovich ante las groserías de su dotado rival Turgeniev.
Torre no pudo precisar si estuvo en 1926 detenido en
Chicago, pero en una carta a Model expresaba que Dostoyevsky en sus años de
prisión en Omsk debió sufrir lo indecible, y comenta a Model que ser preso como
socialista en una prisión es insoportable. Como no hay copia de cómo Model
contestó a Torre, no hay más evidencia, pero en otra carta Torre dice que en
Monterrey se sintió como Dostoyevsky en Semipalatinsk, que, luego averigüe, es
una ciudad al sur de Siberia donde residió Dostoyevsky al salir de la prisión
de Omsk y que allí conoció a María Dimitrievna, su primera esposa, y donde fue
apoyado por el Barón Wrangel, juez de distrito.
Si Model no hubiese sido tan cuidadoso en guardar y archivar
ordenadamente su correspondencia, no habría podido conocer nada sobre la
influencia de Dostoyevsky, ni sobre los cuadernos que hicieron leer a Torre en
la URSS y que influyeron en su ideología.
No obstante, las cartas de Torre son solo unas cuantas y me temo que en
gran parte no se escanearon bien por el mal estado del original.
Se sabe que Torre era muy afecto a escribir cartas, incluso
el GM Gligoric comentó varias que Torre le escribió en 1972 en sus artículos
del Chess Life, pero ha sido imposible conseguir copias con los deudos del gran
maestro serbio, ya que Gligoric no era como Model de ordenado en lo que toca a
su correspondencia.
El caso es que tras reunir en lo posible los consejos que
daba Torre para jugar ajedrez y tratar de conformarlos en un método, coincido
con lo que el GM Marcel Sisniega opinaba en un artículo publicado en Octubre de
2006 en el número 1 de la revista Rumbo al Mundial: “En alguna ocasión intenté
jugar de acuerdo con la tabla de Torre. No fue tarea sencilla, debido al cúmulo
de variables que se presentaban y que prácticamente requerían de una
calculadora”.
El maestro internacional Shashin, entrenador en San
Petersburgo, escribió un libro sobre un método muy similar. Sobre Shasin, puedo
apuntar que curiosamente en el libro Liudi i shakmaty, editado en 1988, sobre la
historia del ajedrez de Leningrado-San Petersburgo, se menciona que Model,
luego Zak y finalmente Shashin, son como cadenas en una evolución de la
enseñanza del ajedrez. Es claro, por lo
que conozco de Shashin, que de alguna forma le llegaron ideas como las que
Torre pregonaba y hay muchas similitudes en los métodos de Torre y Shashin.
En ambos casos, parece que se requiere una calculadora, pero
sobre todo una voluntad férrea para abordar tareas tan arduas, así como una
salud muy buena, fortaleza de ánimo y finalmente una motivación a toda prueba.
Todo ello lo advierte Torre en su libro de Desarrollo de la Habilidad en
Ajedrez.
No hay atajos en un camino a la excelencia del ajedrez, solo
Sangre, Sudor y Lágrimas, como me decía el GM Sisniega cuando estructurábamos planes
de su entrenamiento. “Si fuera fácil,
cualquiera lo haría”, era mi contestación. Pero ahora se trata de encontrar la
manera de que todos puedan llegar al nivel suficientemente alto para que la
práctica organizada del ajedrez rinda sus mayores beneficios a la formación de
una persona.