La búsqueda del método ideal para estudiar ajedrez ha
derivado en la creación de decenas de sistemas que a su vez han provocado que
se elaboren muchos más sistemas de enseñanza. En la historia del ajedrez del
siglo XX y XXI parecía que el honor de la mejor escuela fuese ganado por la de
la Unión Soviética, pero en realidad esta escuela se constituye por decenas de
sub escuelas. Hablar de la Escuela Soviética sería entonces como hablar en
pintura de la Escuela Italiana cuando está era un conjunto de escuelas, casi
cada una derivada del artista que la lideraba.
Había ciertas normas que todas las escuelas de ajedrez en la
Unión Soviética respetaban y que permite que pueda decirse que tenían un 60% en
común. Este “tronco común” fue copiado y adaptado en todas las escuelas de
ajedrez influenciadas por la política soviética, como las de Cuba, Bulgaria,
Yugoeslavia, Polonia y hasta cierto punto Hungría y Mongolia.
Pero a partir de 1980, la diáspora creciente de entrenadores
provenientes de la URSS fue permeando fracciones notables de los métodos de las
escuelas soviéticas de ajedrez a todos los países en que el ajedrez tenía
tradiciones y arraigo como práctica social.
Conforme la enseñanza del ajedrez fue mercantilizado, el
utilizar nombres que recordaran jugadores soviéticos fue común, aunque poco
tuvieran que ver los métodos, organización y capacitación con el nombre en que
se cobijaban.
Fue similar a lo que pasó con escuelas de ballet, gimnasia,
futbol, etc.
Una escuela de Futbol que se llame Maradona o Pele, no
necesariamente tiene que ver con los métodos en que estos futbolistas fueron
formados, ya que dichos métodos tendrían nombres menos populares. En lugar de
Kasparov, se usaría entonces el nombre de Nikitin, su formador, en lugar de
Tal, se usaría el de Koblentz, y así.
Clubes y escuelas de ajedrez con nombres como Carlos Torre,
Capablanca, Fischer; no tienen necesariamente que ver con los métodos que
dichos jugadores usaron. Pueden ser avalados por tal o cual jugador, como
franquicias que se venden. Pero los grandes jugadores, excepto Capablanca,
Lasker, Nimzovich, Alekhine , Botvinnik, y en los últimos años Karpov, no
crearon y escribieron métodos de enseñanza. Sus partidas eran su medio de
comunicar sus ideas.
Muchos libros de ajedrez están firmados por un gran jugador
que superviso el libro redactado por un equipo de comentaristas. Un jugador que
ha empleado tanto de su tiempo para aprender y jugar bien ajedrez, poco tiempo
pudo haber tenido para aprender redacción y pedagogía; además de no siempre
tener vocación ni facilidades naturales o desarrolladas para comunicar ideas.
¿Cómo evaluar los cursos en oferta? Depende mucho de lo que
uno espera del curso. Por supuesto que los cursos “milagro” son los que mas
sospecha deben despertar. Mientras más grande sea lo prometido y más pequeños
los requisitos para tomarlo y mayor el precio y la propaganda; mayor debe ser
la desconfianza.
Un instructor de ajedrez bien formado requerirá al menos de
unas 200 horas de clases presenciales y unas 400 a distancia, pero
modularmente, sobre 60 y 120 sería lo mínimo para poder brindar buen servicio a
los escolares. Requisitos de participación en cursos es importante, pues
mientras mayor sea la preparación académica y la experiencia práctica en
ajedrez del aspirante, mejores son las posibilidades de que pueda asimilar la
capacitación y luego operar como instructor. Lo que si es normal de esperarse,
es que si el que prepara instructores no es una persona con gran experiencia en
lo que esta capacitando, más como entrenador que como jugador, pero con
destacada actuación en ambos campos, poco puede suponerse de su valor.
El problema es para los padres de niños ajedrecistas, pues
contar o no con un entrenador adecuado puede ser decisivo para la superación de
su hijo. Y la cosa esta grave…