Para la teoría de las
aperturas se ha creado, por razones más que nada mercadotécnicas, una literatura
muy cuantiosa y además de que es muy difícil separar lo relevante de lo
irrelevante; la más pequeña selección que se escoja, resulta prácticamente
imposible retenerla en la mente, por más privilegiada que la nuestra lo sea, tal
cantidad de variantes y líneas, con sus
respectivas derivaciones en profundos y “matemáticos" análisis.
Ni siquiera los
grandes maestros profesionales de tiempo completo conocen todo sobre las aperturas
y si agregamos a esta observación el hecho concreto de que día á día se
introducen refutaciones o mejoras en tal o cual línea o variante, producto de
miles de partidas registradas en internet y que se pueden ver con un chessbase
a velocidad, podemos estar seguros que ni dedicando las veinticuatro horas del
día al estudio de las aperturas, podemos tener un total conocimiento.
Además sería esfuerzo
fútil. El cerebro más entrenado no tiene una retentiva capaz de abarcar tal
cantidad de datos, que no conocimientos, y conservarlos intactos y disponibles para que
llegado el momento en que, frente al tablero, debamos apelar a ellos.
Así como los
entrenadores soviéticos afirmaban que conociendo profundamente 300 posiciones,
50 pryomes, 20 reglas de cambios de piezas y
20 algoritmos, se tenía el conocimiento necesario para jugar ajedrez de
2400 de Elo, así se afirmaba que manejando 28 esquemas de formaciones de peones
se abarcaban todas las aperturas.
Entonces si un jugador
mediano, que no está en condiciones de utilizar mucho los estudios teóricos que
mencione antes, como los grandes
maestros profesionales, solo tiene a su alcance lo de los 28 esquemas para
pretender jugar más o menos aceptablemente la apertura.
Aún los 28 esquemas es
demasiado para un jugador sin título internacional.
Lo mejor es concentrar el estudio y la
práctica en algunas aperturas y en no más de seis a ocho esquemas.
Demasiados jugadores, incluyendo a nivel GM, se dejan llevar por la moda. Pero lo peor lo
hacen sus imitadores, olvidándose que
muchas variantes de las que aplican los grandes maestros en sus partidas se
basan en posiciones en que se está al borde del precipicio, donde un GM pone a
prueba a su cólega GM en cuanto a precisión. Ambos se ponen en la cuerda floja
para hacer más factible el error que decidirá la partida.
Son no nada más pruebas de memoria y de
serenidad, sino además de dedicación, donde mucho influye la suerte.
Es mejor aplicar la regla de economía de Pareto,
en que se afirma que el 20 % de lo que estudiamos, determina el 80% de nuestra
efectividad a la hora de estudiar. Definir esto y así ganamos tiempo. Si 300
son las posiciones, entonces 60 son las más relevantes, si son 50 los pryomes,
entonces 10 son los fundamentales y si 20 las reglas de cambios, entonces
cuatro debemos dominar y si 20 los algoritmos, con cuatro tendremos, y si 28
los esquemas de apertura, entonces 5 o 6 necesitamos dominar.
Ajedrez y Blitz son diferentes, así que, como
hay mucho más eventos de blitz tenemos que emplearnos en no desdeñar los
estudios especiales para blitz. Este tiene también sus reglas diferentes y
algunas de las 60 posiciones para torneo deben tener otras para reforzar.
¿Cuántas? Es algo difícil de establecer, pero en los otros rubros como Pryomes,
reglas de cambios, algoritmos y esquemas de apertura no hay que hacer muchas
adiciones, tal vez un 10% del total. Asi necesitamos el 30% de ese 100.
En el caso del blitz, Chepukaitis seleccionaba
seis pryomes relacionados con las liquidaciones de piezas, tres esquemas de
aperturas, todas incluyendo fianchetto de alfil de rey.
Lo que es curioso es que muchas partidas de
blitz de los GMs son muy instructivas para el jugador medio.