Cuando
el famoso Barón francés aquel dijo aquello de que lo Importante no es ganar si
no competir, no faltó quien interpretase mal el espíritu de lo dicho.
Dijo
“Competir” no participar. Competir es luchar con lo máximo de todas nuestras
fuerzas y poniendo en el terreno todos nuestros recursos de conocimiento, de
concentración, fuerza emocional y fuerza física. Estar en una competencia para
ver si se puede, sino porque se puede se está.
Si
cada vez que se compite no se hace con tal entrega, se desarrolla un pernicioso
hábito de no esforzarse al máximo, no involucrarse en cuerpo, mente, emoción y
alma. Eso hará que en lugar de superarnos nos retrasemos en el desarrollo. Un evento en que se participe sin tener todos
los merecimientos y la posibilidad de tener éxito puede hacer un enorme daño,
pues participar es dañino y muy diferente a competir. Competir es porque uno es
competente. El ajedrez debe usarse para contribuir a formar seres competentes,
no participantes solamente.
Para
un organizador es sumamente agradable ver muchos participantes en sus eventos,
pero para los que aman realmente el ajedrez, gustan de ver muchos competidores,
reales aspirantes a los lugares de honor, en un torneo. No participantes de
relleno.
El
ajedrez puede ser muy dañino para los participantes a un torneo de ajedrez, así
como muy benéfico para los competidores. La razón de que el ajedrez ayude a la
superación personal es porque invita a un reto que es atractivo e interesante,
motivando a que hagamos nuestro mejor esfuerzo para vencerlo.
Pero
si el reto no involucra vencer nuestros límites o lo enfrentamos sin estar
dispuestos a dar lo mejor de nosotros, el jugar ajedrez no significará algo
realmente.
El
insigne entrenador Mark I. Dvoretsky apunta que al ponerse a analizar partidas
con la computadora se encuentran muchos errores en las partidas recientes entre
grandes maestros y que si se comparan con torneos similares de hace veinte años,
se podría decir que antes se cometían menos errores que ahora.
Puede
ser la razón el que la FIDE ha acelerado los tiempos de reflexión, pero
Dvoretsky habla de otra razón posible. El dice que actualmente los grandes
maestros analizan y checan sus partidas jugadas en torneos con ayuda de la
computadora y que cada vez confían más en esos análisis, pero que al usar la
computadora mucho más que antes, se ha perdido también práctica y hábitos
positivos en el análisis de las posiciones, lo que puede ser la causa de que
sus análisis en el tablero, en la partida viva de torneo, no sea tan precisos
como antaño.
El
checar variantes complejas de apertura con las computadoras ahorra mucho tiempo
y trabajo, pero tiene la contraindicación de no ejercitar el análisis.
Lo
mismo el ver jugada a jugada en la pantalla de la computadora hace perder la
práctica en visualizar la partida en la mente que se tiene al estudiar libros
de ajedrez sin usar un tablero.