“El subastador pensó que perdía su tiempo mostrando ese viejo violín estropeado y arañado, pero aún así, lo mostró.
- ¿Cuánto ofrecen, buena gente? -gritó.- ¿Quién hará la primera oferta?
- ¡Un dólar, un dólar! -entonces- ¡Dos! ¿Sólo dos?
-Dos dólares! ¿Hay alguien que dé tres?
- ¡Tres dólares! ... a la una! ¡Tres dólares...a las dos!
- Que se va por tres...pero, ¡No!
Un hombre canoso se puso de pie, llegó adelante y tomó en sus manos el arco. Limpiando el polvo del viejo violín armonizó sus cuerdas y tocó una melodía muy tierna.
Al cesar la música el subastador dijo, en voz muy baja y más bien para sí, - ¿Cuánto daría yo por tener este viejo violín? Y tomándolo con más cariño lo volvió a levantar:
-¡Cien dólares! ¿Y quién da doscientos?
- ¡Doscientos! ¿Y quién da trescientos?
- ¡Trescientos!
- ¡Trescientos, a la una! ¡Trescientos a las dos!
- ¡Y se va y se fue! -exclamó. Algunos lloraban y los demás aplaudían...
- No podemos comprender se decían
-¿Qué cambió su valor?
Alguien dijo por allí que fue "El toque de la mano de un maestro"
(Un relato favorito del Maestro Alexandr Koblentz).