Una gran persona, un excelente
jugador y un buen amigo se ha ido sorpresivamente. No hace mucho me comentaba
su consternación por el fallecimiento del GMI Marcel Sisniega Campbell y me
decía que tampoco se sentía muy bien, cuando le mencioné el mal resultado que
habíamos tenido en el último Campeonato Nacional Cerrado de 2012 y alegando,
ambos, problemas severos de salud, pero coincidimos en que queríamos jugar el
Nacional Cerrado de 2013 por cumplirse 40 años de celebrarse ese tipo de
torneos y Magaña me decía que él realmente había jugado menos de una docena de
ellos.
Hacíamos memoria de cuando, como
delegación del Estado de México viajamos a un torneo internacional a La Habana,
Cuba, la única vez que Magaña había participado en un internacional individual
fuera del país y que el Lic. Jesús Mena Campos, entonces director de IMCUFIDE,
máximo órgano del deporte mexiquense había apoyado al ajedrez de nuestro
estado, ambos eramos residentes, aunque no oriundos del Estado de México, de
una manera sin precedentes y se felicitaba Magaña que ahora Mena era el
dirigente de la CONADE.
Ahora solo un par de meses
después me entero del fallecimiento inesperado de Magaña, que incluso cuentan
que unas horas antes de su fallecimiento jugaba ajedrez en un club de su amado
Michoacán.
Magaña siempre fue muy formal y
nada bohemio y a pesar de su gran talento para el ajedrez, nada inferior al de
cualquiera de los grandes maestros internacionales iberoamericanos actuales,
supo resistir la seducción de Caissa y dedicarse a la vida normal y regular de
un profesional de excelencia y destacado de la ingeniería. Compitió poco y
realmente era un auténtico amateur, aunque su talento y calidad de juego era de
gran nivel, pocas veces jugó más de 40 partidas en un año, cuando mucho unas 30
como promedio.
En uno de los Campeonatos
Nacionales Abiertos más fuertes, el de 1985, estuvo cerca de ganarlo y obtuvo ahí
su mejor resultado, tras vencer a varios de los jugadores más fuertes del país.
Florencio Campomanes, presidente de la FIDE y espectador durante ese evento, me
mencionó lo impresionado que estaba por un final que jugó Magaña y me pidió se
lo presentara.
Contrastaba mucho la locuocidad
del filipino con la austera manera de ser de Magaña que contestaba con monosílabos
las largas preguntas de Campomanes.
Solo en esa competencia en Cuba,
cuando las cosas no le salían del todo bien a Magaña, pude charlar ampliamente
con él de muchas cosas que en más de 30 años de jugar torneos juntos no
habíamos comentado. Me pareció realmente extraño y me permitió conocer aspectos
que no sospechaba de él. Siempre tan introvertido en el ajedrez, pocos de los
que lo conocimos en el transcurso de los torneos supimos algo de sus inquietudes
que le causaba el no haber buscado su
ruta en el ajedrez. Tal vez consideró que al llegar a ser sexagenario
jugaría más a menudo, pero a una edad relativamente joven falleció. Cuando le
comentaba que Tal, Capablanca, Petrosian y Alekhine no llegaron a cumplir 60
años mientras competíamos en el Nacional de 2012, y le decía que Mieses y otros
llegaron a gran longevidad, me comentaba: “Mejor ser 50 años un Capablanca que
80 un Mieses” Yo le contesté, “Por otro lado Goethe de nonagenario escandalizó
a la alta sociedad de Weimar queriendo desposar una mujer 60 años menor que él”.
El dijo algo que ahora me consuela un poco por su pérdida: “He vivido una vida
muy satisfactoria que no cambiaría ni por la gloria de ser un Goethe”
Espero que los michoacanos y los
mexiquenses sean más acertados al hacer un torneo en memoria de Magaña que los
malos intentos que se han hecho para honrar al gran Marcel.
Magaña fue un excelente ejemplo
para todos, caballero, buen deportista, hombre cabal y destacado ajedrecista e
ingeniero, sincero amigo y comprensivo confidente, un ser humano al que muchos
realmente extrañaremos.