En un artículo publicado en Chessbase sobre el documental
canadiense “The Great Chess Movie”, el MI Camille Coudari hace relación de una
entrevista que tuvo con el GM Robert James Fischer y que duró 19 horas.
El Filme en si es bastante interesante y tiene escenas muy
especiales. En particular me llamaron la atención las que tomaron del GM Reuben
Fine. No hace mucho estuve viendo fotos del GM Fine tomadas durante su visita
en México en 1935, sobre todo en las que está con mi madre, que a la sazón tenía
9 años de edad, o con mi tío materno, de 8 años. Por supuesto que Fine era un
jovencito y que seguramente poco había viajado fuera de los Estados Unidos. En
esa ocasión compitió en el Segundo Torneo Internacional de Ajedrez en México,
en que participaron los Grandes Maestros Arthur Dake y Herman Steiner entre
otros, así como el entonces Capitán José Joaquín Araíza Vazquez, que por casí
cuatro décadas fue el mejor jugador mexicano y muchas veces campeón nacional.
En lo que toca al relato de Coudari, de sus 19 horas con
Fischer, me imagino que ya al final de esa jornada estaría ya cansado y quizás
no le puso atención a Fischer. Durante varios días tuve la oportunidad de
conversar con Fischer cuando estuvo largos cuatro meses en México, cuando se
intentó realizar un match con el GM Miguel Angel Quinteros y él, primero en
Taxco, Guerrero y luego en Cancún, Quintana Roo. Si bien en muchas ocasiones
Fischer defendió tenazmente su punto de vista; siento que de alguna manera se podía
disentir con él y exponerle algunos puntos de vista que el analizaba y no siempre
desechaba, como se infiere del relato del MI Coudari. Varias de las
afirmaciones de Fischer, como cita Coudari, estaban bastante diseminadas en la
prensa internacional, muchas eran muy similares a las expresadas por escritores
reconocidos internacionalmente como Gore Vidal. Dicho autor me lo mencionó
repetidamente Fischer y yo coincidí con él que era una verdadera fuente
autoridad.
El tema en que más chocamos fue el del Holocausto; que
quería minimizar, pero se sentía un poco derrotado ante la cantidad de
evidencia que le presenté, pues tenía yo una buena colección de documentos al
respecto, sobre todo de fotos mías recorriendo algunas ruinas de varios campos
de concentración en Polonia y Alemania. Ante argumentos contundentes, Fischer tomaba
una posición razonable, bastante diferente a la que describe Coudari. No puedo
afirmar que finalmente Fischer aceptó la magnitud del Holocausto, pero al tomar
el argumento de que millones de no judíos habían sido también asesinados, le remarque
que su argumento ya aceptaba tácitamente que millones de judíos habían sido
asesinados, lo que contesto asintiendo con la cabeza y siguió con sus aseveraciones
de que eso no refutaba la afirmación, que menciona Coudari, de que unos pocos
magnates judíos controlaban la economía mundial. Ese punto simplemente me negué
a discutirlo ya que ni él ni yo teníamos evidencia alguna afirmativa o negativa
en ese momento y habría que pasar el tema para otra ocasión. Lo tomó con
bastante humor y pasó a otro tema.
Según Coudari menciona que tenía libros cómicos en español,
lo que si es posible, ya que un amigo suyo muy cercano era el MF mexicano
Alberto Campos Ruiz, quien durante años le envío el famoso “Libro Vaquero”, o
ejemplares de ese tipo. Pero Fischer leía de todo. En un par de días se leyó
todo el libro sobre la Civilización Maya de Edward J. Thompson, para luego
realizarme algunas preguntas agudas, como de que si Thompson emparentó con el hacendado
dueño del terreno donde estaba una pirámide para tener acceso a ella sin
problemas al ser yerno del “dueño”. Tuve que averiguar con algunos especialistas,
quienes de alguna forma confirmaron la posibilidad. Aunque aclararon que ya ese
terreno era propiedad del gobierno, pero que este había retribuído a la familia
política de Thompson muy generosamente.
En general, si bien Fischer no tenía el carisma que el GM
Quinteros y que prácticamente llevaba todo lo de las relaciones públicas de
Fischer durante su visita a México, en realidad Fischer siempre se mostro
amable y afable, de buen humor y demostrando, además de una mente brillante,
una cultura amplia, aunque digamos que suficiente teñida de una amargura de
quien constantemente se siente atacado; pero más que paranoico, paranoide; o sea
una actitud no tan drástica, tenaz, pero no perseverante, firme, pero no necio.
Se molestaba ante la crítica constante, pero cuando se hacía con cierta medida
y con cierta cortesía, la aceptaba. Lo que si era enfermizo en él era el temor
a que se aprovecharan de él y no le dieran su lugar o lo material que le
correspondiera. Esa tendencia a sentir que se acercaban a él por ganancias
materiales era lo más molesto de su trato. Pero cuando él constataba que su
interlocutor era ajedrecista auténtico, que en verdad sabía de su trayectoria,
que podría existir una admiración verdadera y no se acercaba uno a ver que le
sacaba, sino más bien que aprendía uno, lo aceptaba bien y era amable, siempre
que también estuviera dispuesto a hablarle de algo que él quería saber. Le
agradaba el intercambio de información y aceptaba el intercambio de ideas.
Me imagino que con el tiempo y con la persecución de que fue
objeto después de 1992, sus amarguras se acentuaron, sus desconfianzas encontraron
bases para florecer y se aisló aún más del trato social. Lo malo creció y lo
bueno quedó oculto y la percepción general fue negativa sobre la personalidad
del genio del ajedrez.
Lo que siento, después de leer el artículo del MI Coudari y
de ver el filme, es que no había ninguna posibilidad real de que Fischer
hubiera participado en un filme “cultural”, sin afán de lucro aparente, pues
Fischer estaba consciente de que más temprano que tarde, los productores iban a
obtener un beneficio económico que no compartirían con él. Tenía Fischer
definido a sus creativos de filmes culturales: “Dicen que no ganan dinero y
seguro cobran buenos sueldos” era su comentario. Se “sacrifican” viajando, fiestando,
entrevistando de aquí por allá, y “finalmente no comparten nada y lo editan a
uno como quieren” era su argumentación más común. Como sufrió mucho con la
manera en que lo manejo Bjelica en sus programas de Televisión, Fischer estaba
bastante escamado como para participar en un filme cultural, un documental que
hoy día siento muy interesante.