26 ago 2009
El GM Svetozar Gligoric en Armenia.
El invitar a una gran figura del ajedrez tradicional como es el GM Svetozar Gligiric añadió una experiencia especialmente mágica a los que asistieron, como participantes, comentaristas, sekundants o simplemente espectadores, al evento Grand Prix en Jermuk, Armenia.
Siempre afable, fácil a platicar y conversar con quien se le acercara, el GM Gligoric hacía que el ir a ver la Ronda al torneo fuera mucho mas interesante que lo que lo era en otros torneos de élite. Daban más ganas de conversar con él, que presenciar las partidas. En todo caso, podían seguirse en los tableros demostrativos al aire libre, pudiendo hablar en voz alta sin que un arbitro lo callase, además podía reír a gusto de alguna anécdota, y si el clima lo permitía, conversar con el GM Gligoric un buen rato.
El clima de Jermuk a veces es cambiante, y a los 86 años de edad, al GM Gligoric le es incómodo estar al aire libre más de un rato, pero seguramente prefiere conversar con sus viejos amigos que observar en silencio durante un largo rato en la austera sala de juego, a unos metros de los jugadores.
Era mejor el ambiente en la parte baja que escaleras arriba.
Conocí al GM Svetozar Gligoric en Niza, Francia, en 1974, en ocasión de la Olimpíada Mundial de Ajedrez. Conservando una foto con él y con el maestro mexicano Benito Ramírez que nos tomó el ahora MI Campos López.
En esa ocasión sólo hubo oportunidades de conversaciones muy cortas. Como jugador básico del equipo de Yugoslavia, Gligoric estaba muy ocupado y a sus entonces 51 años, las jornadas continuas con las reglas antiguas de 40 jugadas en 2 horas y media, sesiones de 5 horas continuas, partidas suspendidas, etc; seguramente lo agotaban más que si participase en los torneos actuales, mucho menos monopolizantes de tiempo.
En Jermuk los jugadores no necesitan desvelarse tanto trabajando en ajedrez, pues como no se suspenden las partidas, el tiempo entre partida y partida se utiliza para preparar la siguiente partida o para descansar y hacer vida social.
Gligoric en Jermuk estaba más ocupado en oír música que en analizar partidas. Su ocupación más agotadora fue dar entrevistas y pasear por los tableros demostrativos. También firmó muchos autógrafos, pero pocos armenios poseen libros de Gligoric, así que los autógrafos se firmaban mayormente en boletines del torneo en que apareciese la foto del GM de Belgrado.
En una entrevista manifestó haber vencido nada menos que en 8 ocasiones. (según las cuentas de Gligoric , Petrosian y él jugaron 27 veces, 10 fueron tablas, 8 las ganó Gligoric y 10 Petrosian, mis cuentas difieren un poco y las de mi base de datos aún más, pero, ¿quién quiere contradecir a Gligoric?) al pétreo homenajeado Tigrán Vartanovich Petrosian, que perdía dos a cuatro partidas al año como promedio. Con una diferencia de 6 años, pues Petrosian nació en 1929 y Gligoric en 1923, prácticamente eran de la misma generación, y me sorprendió también la apreciación de Gligoric de que eran muy similares en su enfoque sobre el ajedrez y su manera de ser como personas.
Tomando en cuenta de que si jugaron 27 partidas de torneo, más de cien horas uno frente al otro, unos seis días, y se trataron a lo largo de 30 años en más de 10 países y 15 ciudades, habrá que concluir que se conocían muy bien.
Pero ante las expresiones de cierto escepticismo de su escucha, agrega que las similitudes son en lo general, pero que había particularidades muy significativas que los diferenciaban. Eso si ya fue rápidamente aceptado.
En un momento dado, me hubiera gustado preguntar cuál era el mejor plan con negras contra el esquema Petrosian en la India de Rey y expresarle lo que Fischer me había contestado a esa pregunta.
Pero me imagino que hubiese sido un poco fuera de lugar cuando la respuesta que da en su libro no me parecía tan adecuada como la que dio el GM Bologan en su reciente libro sobre la India del Rey, máxime que el de Gligoric que leí tiene más de 20 años de haber sido escrito.
¿Qué puede uno preguntarle a Gligoric? A veces uno se imagina que le preguntaría a Capablanca si lo tuviese enfrente.
Cuando el ahora GM Marcel Sisniega me anunciaba que vería al GM Fischer y me hacía algunas recomendaciones para no molestarlo y dirigirme adecuadamente a él, dado su particular temperamento; me puse a anotar una lista de preguntas que le haría. Era como prepararse para jugar una partida. Reflexioné durante horas como llevaría a cabo mi primera conversación con Fischer, máxime que podía ser la primera de una larga serie, o debut y despedida al mismo tiempo.
Lo mismo pasa con Gligoric. Era de estudiarse con anticipación una lista de preguntas. En una entrevista el GM Lputian debió hacer lo mismo, pues estuvo muy amplia e interesante; pero como no era para consumo personal, si no para publicarla, tenía que cumplir las expectativas generales.
Me gusto en particular una pregunta sobre si se había arrepentido de haber dedicado su vida al ajedrez. Gligoric decía que lo más importante de la vida era la posibilidad de crear y amar, y eso lo había podido hacer dedicándose al ajedrez. Creatividad y amor. Cuando ya no fue posible crear algo nuevo en ajedrez de forma satisfactoria, regreso a su primer amor, la música y ahora compone melodías y da terreno fértil a su creatividad.
A un jugador mexicano recientemente fallecido a los 83 años le oí decir que se arrepentía, hasta cierto punto, no haberse dedicado totalmente al ajedrez, pues no pudo crear mucho en ese terreno, pero por otro lado, había podido convivir con sus hijas más de lo que era concebible para un ajedrecista profesional, pero que le quedaba ese “gusanito”.
Gligoric se ve un anciano pleno, dueño de todas las mañanas del mundo.